María Ángeles, un año después de perder a Miguel en la DANA: “Pienso que va a aparecer, pero ya no está” | Valencia Noticias
29 de octubre de 2025 | Redacción
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Un año después, el eco del agua sigue dentro
Cada tarde, cuando sale de trabajar, María Ángeles mira al otro lado de la calle, esperando —como un reflejo imposible de apagar— ver llegar el coche de su marido, Miguel. “Pienso que va a aparecer, pero ya no está”, dice, y su voz suena como una ola que todavía no termina de romper. Ha pasado un año desde aquella tarde del 29 de octubre de 2024 en que la DANA convirtió su calle de Paiporta en un torrente mortal. “Era un buen padre, un buen marido, un buen amigo… siempre dispuesto a ayudar. Miguel ha dejado un vacío enorme”, recuerda.
El día que el agua se llevó su vida
En su urbanización, el barranco del Poyo —o como ella prefiere llamarlo, “el barranco de Chiva”— desbordó con furia. Una gigantesca ola entró por el garaje comunitario y se coló en los sótanos de las casas. María Ángeles y Miguel bajaron, como tantas otras veces, para poner en alto los objetos. “Entraba solo una lámina de agua”, dice. Pero en segundos, el ruido fue ensordecedor: “Pensé que era un trueno. Cuando me giré, el agua ya llegaba a mitad de la escalera”. Ella logró subir. Él no. “El agua lo atrapó abajo. Me quedé en shock, sin saber qué hacer”, confiesa. Mientras el agua subía, la desesperación se mezclaba con el sonido de los golpes, los gritos, la oscuridad. Cuando por fin llegaron los equipos de la UME, ya era demasiado tarde. “No pude darle un beso, pero al menos lo vi”, recuerda con los ojos húmedos.
El duelo, el recuerdo y la culpa
En la puerta de su casa, un cartel colgado dice: “20:11. Ni olvido ni perdón.” Es la hora exacta en que el ES Alert llegó a su teléfono, cuando su marido ya había muerto. “Le dije a mi cuñado: ¿para qué me envían esto si Miguel ya no está?”, cuenta. Un año después, la herida sigue abierta. “Siempre me digo: ¿por qué no me lancé si sé bucear? La Guardia Civil me dice que habría muerto, pero aún así… te queda la duda”, confiesa entre lágrimas. Esa culpa silenciosa, compartida por muchos vecinos, se mezcla con la sensación de abandono. “Nos dicen que no se podía prever, pero si nos hubieran avisado antes, muchos seguirían vivos.”
El amor que resiste bajo el agua
María Ángeles intenta reconstruirse entre recuerdos y ausencias. “A él le gustaría verme viva, sonriendo, y eso me ayuda”, dice con una calma que es pura resistencia. Cada foto, cada rincón del sótano, cada gota que aún queda en las paredes es una memoria que se niega a disolverse. Porque el amor —como el agua— siempre encuentra un camino para seguir fluyendo. Y en ese fluir, Valencia late, por todos los que se fueron y por quienes siguen recordando.
Etiquetas: DANA, Paiporta, tragedia, memoria, Miguel, María Ángeles, resiliencia, duelo, solidaridad