Valencia Noticias | Agencias.- Para la alemana Jennifer Teege el descubrimiento más importante de su vida le llega hace 6 años cuando logra desvelar la identidad de su abuelo materno: Amon Goeth, célebre militar nazi que como comandante del campo de concentración de Plaszow en Polonia realizó los crímenes más terribles contra sus prisioneros.
El macabro descubrimiento cayó como una balde de agua fría en el verano de 2008, cuando ella tenía 38 años, y al que se refiere en su libro de memorias ‘Amon’, que ya fue publicado en alemán y que en abril próximo tendrá su versión en inglés bajo el título ‘Mi abuelo me habría disparado: Una Mujer Negra descubre el pasado nazi de su familia’.
A mediados de la década de 1990, cerca del final del período durante el cual vivió en Israel, Teege vio la película ‘La lista de Schindler’, dirigida por Steven Spielberg. Pero no lo hizo en una sala de cine, sino en su habitación alquilada en Tel Aviv cuando el film fue transmitido por un canal de televisión.
“Fue una experiencia conmovedora para mí, aunque yo no aprendí mucho sobre el Holocausto viendo esta película”, afirma, y agrega: “Yo había aprendido y leído mucho sobre el Holocausto antes de eso. En aquel momento pensé que la película era importante principalmente porque agudiza la conciencia internacional sobre el Holocausto, aunque yo no creía tener una conexión personal con él”.
De hecho, no fue hasta años después que Teege, una mujer negra nacida en Alemania que fue dada en adopción cuando era niña, descubrió que uno de los personajes centrales de la película, Amon Goeth, era su abuelo.
Muchos espectadores recuerdan la figura de Goeth, el brutal comandante del campo de concentración de Plaszow en Polonia (interpretado en la película por Ralph Fiennes), y de las escenas en las que les dispara a los reclusos judíos desde el porche de su casa. Pero Teege, que no había estado en contacto con su madre biológica o abuela biológica durante años, no tenía ni idea sobre la identidad de su abuelo.
Ella abre su libro con la descripción de la visita que hizo a una biblioteca en 2008 en Hamburgo, para buscar materiales sobre cómo lidiar con la depresión. Pero una vez allí, vio un libro que en su portada tenía la fotografía de una figura que le resultaba familiar: su madre biológica, Monika Hertwig (née Goeth). Y de inmediato se llevó con ella el libro, titulado “Yo tengo que amar a mi padre, ¿no?”, y que se basaba en una entrevista con su madre.
“El primer shock para mí fue el gran descubrimiento de un libro sobre mi madre y mi familia, que tenía información sobre mí y mi identidad que me habían mantenido oculta”, dice Teege. “Yo sabía casi nada acerca de la vida de mi madre biológica, ni tampoco sobre mi familia adoptiva. Aunque tenía la esperanza de encontrar respuestas a las preguntas que me habían perturbado, y a la depresión que había sufrido. Y el segundo shock fue la información sobre los hechos que cometió mi abuelo”.
La historia
Teege nació el 29 de junio de 1970 en Munich, fruto de un breve romance entre su madre y un hombre nigeriano. Cuando tenía apenas un mes de vida fue colocada en un hogar de niños católicos, y cuando tenía tres años fue trasladada a una familia de acogida, que la adoptó formalmente cuando tenía siete años, según publica el periódico Haaretz.
Esto último también marcó el fin de los lazos sueltos que había tenido hasta entonces con su madre y su abuela. Al ser la única joven de color negro en la zona de Munich donde creció, a menudo era el blanco de comentarios racistas por parte de sus vecinos.
Luego de graduarse en la escuela secundaria en 1990, la nieta de Amon Goeth se fue a vivir a París y al año siguiente a Tel Aviv, donde aprendió el idioma hebreo y trabajó en el Instituto Goethe de la ciudad.
Su color de piel le sirvió como camuflaje en la ciudad israelí, aunque ella no sabía por qué. Teege abandonó Israel en 1995, aunque años después, cuando descubrió sus raíces reales, recordó los muchos sobrevivientes del Holocausto que había conocido en el Instituto Goethe, y a quienes les había visto sus brazos con números tatuados en los campos de concentración.