Valencia Noticias | Redacción.- Quizás haya justicia divina en la diana conquistada por Morales en el reencuentro del Levante con la principal categoría del fútbol nacional. En perspectiva, quizás se recuerden todavía las lágrimas vertidas por El Comandante en una noche trágica en el feudo de La Rosaleda de Málaga tras la anulación de un gol que consumó el descenso a Segunda División. El tiempo ha pasado muy deprisa desde entonces y el Levante y Morales disfrutan del regreso a LaLiga Santander.
El atacante madrileño capitalizó la victoria frente al Submarino Amarillo de Fran Escrivá. Y se dio un festín y un homenaje ante una escuadra que en breve competirá en la Vieja Europa. Morales fue omnipotente durante la totalidad del enfrentamiento que terminó con la maldición del primer partido del campeonato de la regularidad. Los puntos se quedaron en el Ciutat y allá donde se materializaba el peligro aparecían sus botas laceradas para percutir sobre la defensa del Villarreal. Morales fue un futbolista indetectable; un punto de fuga incontrolable cada vez que accedía a los dominios defendidos por Andrés. El penalti, ya en los minutos finales, compendió toda la trascendencia que adquirió en el duelo. El capitán destrozó la banda derecha para enfrentarse al meta foráneo desde los once metros. No le tembló el pulso para certificar la victoria y la consecución de tres puntazos. Orriols sigue de fiesta.
En su vuelta al ecosistema de la Primera División, el Levante se presentó en sociedad ante su masa social manteniendo una extrema fidelidad a las virtudes que caracterizaron su estancia en el ámbito de la categoría de Plata. En el fútbol, en ocasiones, no hay intrigas, ni tampoco espacio para las dudas. Desde ese prisma puede evaluarse el comportamiento grupal de un Levante de espíritu indómito y de alma irreductible, tal y como reclamó Muñiz en las jornadas previas al desembarco liguero.
El técnico demandó valentía, intrepidez y un punto adicional de osadía para enfrentarse a auténticos transatlánticos. El orden, la intensidad, la fe y la casta conjugan con las credenciales del actual Levante. Y no tardó en exceso en mostrar su versión más afilada y punzante. Morales desnortó a Rukavina en el primer minuto. Andrés Fernández respondió con aplomo y sabiduría. A veces, hay acciones que escoden un paradigma. Son jugadas reveladoras. Fue el caso.
El ascendente de Morales no iba a declinar en el cómputo general de la confrontación. Parece incuestionable que el universo de la máxima categoría se materializa ante sus botas. No es una asociación que pueda sorprender a tenor de las manifestaciones pasadas en este cosmos. Morales se siente liberado y excarcelado. Los sistemas no son tan encorsetados, el terreno no es un campo minado y goza de una libertad de acción mayor.
Ya no hay grilletes en sus borceguís. Su endiablada velocidad y la ausencia de miedo le inspiran y le impulsan por caminos vertiginosos en busca del gol. Y cuenta con dos futbolistas complementarios como Campaña y Bardhi que pueden proyectarle desde atrás con un certero servicio capaz de rasgar las líneas enemigas. En realidad, el Levante parecía una fotocopia del equipo que dominó la competición durante el ejercicio pasado. El formato era reconocible con la inclusión de Bardhi y de Alegría en la configuración del once inicial. Nada parecía chirriar. Predomina un sentido gremial y asociativo sobre la individualidad, si bien todo puede cambiar cuando el balón pasa por las botas de Campaña.
En distintas fases del partido el centrocampista sevillano fue el punto de encuentro del equipo. Sus botas marcaban el tempo y ofrecían soluciones. Y todas las acciones pasaban por él. Junto a Bardhi conjuntaba el caudal ofensivo del juego granota. Por detrás Lerma se convertía en el protector. Y Postigo y Chema no se comportaron como neófitos en su estreno. No tardó en descubrir el Levante que el Villarreal cojeaba por el costado derecho de su retaguardia. Toño y Morales sacudían ese costado con fruición. Jason permutaba con el capitán persiguiendo un mismo fin. El Levante se proyectaba por el carril izquierdo del ataque. El cuero merodeaba por las inmediaciones del área de la escuadra visitante. El Villarreal solo se sintió dueño del partido en los minutos finales del primer acto.
Trigueros surgió de las profundidades de la línea de medios para representarse. Y es un jugador con jerarquía. Un cabezazo de Rodri paralizó el corazón de los seguidores granotas. Fue un oasis que no contó con nuevos capítulos. El Levante aumentó el voltaje de su fútbol en la reanudación para tratar de asumir el triunfo. El guion no ofreció variaciones sustanciales; primacía de la periferia, con la aportación inestimable de Morales y Jason, y determinación para reducir a un Villarreal que aterrizó en Orriols con bajas. A veces, los entrenadores ofrecen guiños y señales. Al filo del minuto 80 Escrivá relevó a Bacca por N’Diaye. Había una finalidad clara. Por su parte, Muñiz tocó al arrebato con la aparición de Ivi y Boateng. Más madera para someter a su adversario. Lo logró Morales tras infiltrarse hasta las entrañas de las líneas enemigas y vencer a Andrés desde los once metros.
Levante UD: Raúl Fernández; Iván López, Postigo, Chema, Toño; Jefferson Lerma, Campaña (Boateng, 85′), Bardhi (Doukouré, 69′); Jason, Morales y Álex Alegría (Ivi, 76′).
Villarreal CF: Andrés; Rukavina, Álvaro, Víctor Ruiz, Jaume Costa; Fornals, Rodri, Trigueros, Unal; Sansone (Leo Suárez, 62′) y Bacca (N’Diaye, 79′).
Árbitro: Álvarez Izquierdo (Colegio Catalán). Amonestó al levantinista Jefferson Lerma (31′) y, por parte del Villarreal, a Trigueros (36′) y Víctor Ruiz (62′).
Goles: 1-0, min. 88: Morales, de penalti.
(Ficha técnica ofrecida por levanteud.com)