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Elga Reátegui: “El microrrelato goza de una buena salud y eso es para alegrarse”

El Péndulo / Jiimmy Entraigües.- Periodista y escritora, Elga Reátegui cierra el año 2018 con un nuevo trabajo en los anaqueles de las librerías: ‘La fugacidad del color’ (Lastura ediciones). Si bien ya conocíamos su labor novelística gracias a trabajos como ‘A este lado y al otro’ y ‘Y te diste la media vuelta’ y su fecunda relación con la poesía con ‘Entre dos polos’, ‘En mi piel’ o Body maps’, Reátegui guardaba para si un largo ramillete de historias y acontecimientos (que fue recopilando a través del tiempo), hasta que tomó la decisión de hurgar entre en ellos y descubrir que aquellos textos formaban parte de un rico universo de microrrelatos y cuentos breves a la espera de ver la luz.

Como buena peruana, acostumbrada al gusto latinoamericano por el cuento, no pudo resistirse a la tentación de fecundar el género y retocar y jugar ante sus historias hasta conformar un completo volumen de narraciones. ‘La fugacidad del color’ es el resultado de aquella incursión y para conocer su génesis y los secretos de su nuevo trabajo, Elga se pone al servicio de la charla sobre un campo literario que explora por primera vez ante los lectores.

Reátegui incursiona el en territorio del relato breve.
Reátegui incursiona el en territorio del relato breve.

El Péndulo: Este amplio ramillete de cuentos breves e hiperbreves que reúnes en ‘La fugacidad del color’ lo divides en tres apartados: de amores, sociales y del espíritu. ¿Cómo nace esta parcela de contenidos?

Elga Reátegui: Mira, no fue adrede. Yo he ido tomando notas y…, a veces me quedaban personajes o situaciones de mis novelas que fui apartando y las dejaba en un cajoncito, ¿no? Luego, en los viajes, he aprendido mucho a recordar o…, el que llegue a la memoria el haber vivido o haber estado presente en alguna situación y…, todo eso iba al cajón, al cajón. Después descubrí, tras mi experiencia como periodista y novelista, que todo eso constituía un relato. Entonces llegó la oportunidad. Me di cuenta que ahora tenía un poco más de oficio y me decidí a rescatar lo que tenía guardado. Y fue lo que hice. Tras terminar mi novela anterior quería hacer algo distinto, tener la mente ocupada pero sin agobios, tranquila y…, me dediqué a trabajar estas historias en el verano pasado. Ahí descubrí que era trabajar sobre temas sociales, de amores o desamores y la parte espiritual, que puede ser  mística o paranormal y…, los agrupé así. No quería tampoco volcar un título específico, los agrupé de forma genérica así, los sociales, los de amor y los espirituales. No fue adrede, surgió de forma espontánea. Le presenté el proyecto a Mila Villanueva, la presidente de Concilyarte, y me dijo: “¿estás buscando editorial?”. Le respondí: “No, no busco nada, sólo mostrarte”. Ella entonces me comentó: “Bueno, no creo que salga ahora” y le respondí que no había problema, que no estaba con la urgencia de escribir y publicar. Después pasó el tiempo, bastante, y le pregunté a Mila cómo andaba el proyecto y me dice “bien, bien, mirándolo” y…, de repente, de la nada, me mandan el contrato. Yo le dije: “Mira, este año quiero descansar, no quiero hacer nada este año” y ella insistió y me recomendó: “Sí, sí, pero cámbiale el título”. Yo le di vueltas y vuletas y, un día que acompañé a mi hijo a la dermatóloga, vi un cuadro en la sala de espera que eran unas manchas que se iban degradando y me planteé que tenía que ver con la vida, con las emociones y pensé que el color es fugaz y…, bueno, me pareció bonito el tema de la fugacidad del color y ahí encontré el título para el libro. A Mila también le encantó el título y lo dejamos así.

E.P.: El título es muy lindo.

E.R.: Gracias pero, como ves, también fue casual y no buscado.

E.P.: Toda Latinoamérica es fecunda en la construcción de relatos breves e hiperbreves y, me parece, que el cerrar tu libro con un apartado llamado ‘Del espíritu’ entronca muy bien con el lado fantástico y metafísico que existe en la tradición latinoamericana.

E.R.: Sí, sí, es exacto lo que dices. Nunca me gustó en mis trabajos literarios dar consejos o encaminar a la gente hacia un tipo de moraleja. Y me parece que esto es fabuloso porque es una impresión, una imagen, no lo ofreces todo, algo queda y…, eso das que pensar. A lo máximo que aspiro es a sensibilizar, a que se queden con una idea. Me comentaron que no es habitual hacer aquí, en Europa, microrrelatos y, una amiga me decía que yo realizaba escribía microrrelatos y yo le decía que eran microficciones y…, claro, la etiqueta todavía es difícil de poner sobre este tipo de historias; además si tienen una vertiente fantástica. Aún cuesta un poco introducir el género.

E.P.: Pero en toda América Latina el microrrelato se acepta y se lee como una fórmula más de la literatura. Podrías citar cientos de ejemplos de autores y autoras a lo largo de más de un siglo.

E.R.: Sí, sí, por supuesto. Pero aunque no tiene un nombre, una etiqueta, la gente parece que necesita expresar que hace un tipo de narración u otro tipo de narración. La gente dice: “es un relato poético” y…, tienes que decir “no, no, es un cuento”. Ahora mismo en Perú hay un boom, un auge, del microrrelato. Lo veo muy fresco. Tengo amigos escritores, amigos periodistas que han pasado de la novela a escribir cuentos breves o hiperrelatos. Están captando lectores a través de sus historias breves. También a mí me llegó el deseo de expresarme desde esta forma de la literatura.

Portada del libro.
Portada del libro.

E.P.: Ahora mismo, el relato breve está gozando, poco a poco, de seguidores y de lectores dentro del mercado.

E.R.: Sí, goza de una buena salud y eso es para alegrarse. Aquí, por suerte, también tenemos muchos autores y autoras que trabajan en el género. El grupo de Valencia Escribe, con Rafa Sastre, hace un apostolado del microrrelato, siempre hace una antología, una reunión mensual de lecturas de microrrelatos…. Hay gente trabajando pero…, también hay un cierto reparo sobre el cuento corto. Se lo ve como un género menor, con menos importancia que el cuento y la novela. Se piensa que es un género, aparentemente, fácil y ahí es donde se ven todos los defectos de la escritura. No es fácil. Se piensa que es un género menor y no es verdad. Yo creo que frente al microrrelato estás totalmente desnudo como escritor.

E.P.: La lectura de varios cuentos me hace detectar que hay algo personal y que como autora haz dejado caer algo propio, tuyo, vivencial, en alguno de ellos.

E.R.: A ver…, hmmm,… Hay algunos cuentos que nacen de recuerdos, que vienen de la infancia. En concreto hay dos muy personales. Me llena de ternura recordar aquello. Mi madre nos lleva muy temprano a la playa, siendo pequeños, nos dejaba allí y se iba a trabajar para volver luego a comer con la familia allí, en la playa. Él era muy místico, muy respetuoso con la naturaleza, muy empático, de mucha comunión con todo lo que tuviera que ver con lo natural. Y él decía que el mar era hembra, para él el mar era una mujer. “Hay que respetar al mar”, decía. El mar, en esos momentos del verano, ofrecía una coloración rojiza, y decía que no había que entrar, que el mar estaba en su período y que debía ser respetado y…, yo daba por hecho que era así y madre también. Estando el mar tan rojizo, mi madre no nos dejaba entrar, había que respetar el momento del mar. Pasado el tiempo se supo que la coloración se debía a la gran concentración de fitoplanctón que coloreaba toda la superficie del mar.

E.P.: Tiene una efecto mágico todo ello.

E.R.: Sí, sí, exacto. Y si tú vieras la veneración, la comunión con que mi madre veía y vivía aquello te acababa conmoviendo y…, nunca, nunca, se lo dije a mi madre que el color se debía al fitoplactón. No quise nunca romper la magia de aquello.

E.P.: Creo que has hecho muy bien.

E.R.: Sí, no quería que esa parte mágica se rompiera. Lo sentía como especie de afecto y cariño hacia sus creencias, siempre quise mantenerlo como una cosa de respecto y…, nunca más, aun yendo con mi hijo más tarde, se volvió a producir aquel hecho. No sé qué pasó con el plactón pero ya no se produjo más aquel cambio de color en el mar.

E.P.: Enlaza muy bien con todos los componentes del realismo mágico y de la tradición fantástica del cuento latinoamericano.

E.R.: A mí me llena de ternura este tipo de historia. Uno tiene esa influencia fantástica desde la infancia. Mi padre relataba muy bien los mitos y leyendas de la selva, de los espíritus, de los fantasmas…,  yo lo he vivido en casa y eso era cierto.

E.P.: Al titular tu libro con la palabra fugacidad, en realidad existe una pervivencia de la historias, una presencia de hechos que no son fugaces.

Elga en una Imagen promocional de su nuevo trabajo literario.
Elga en una imagen promocional de su nuevo trabajo literario.

E.R.: Hay una huella, el vestigio de una historia que atrapa, de un relato que nos envuelve. Yo le he contado estas historias a mi esposo, a mis amigos y se quedaban maravillados. E insistían: “escríbelo, escríbelo” y…, claro, aparece la huella, la presencia del relato.

E.P: Dentro de la composición del libro me gustaría saber si a la hora de seleccionar y ordenar la ubicación de los cuentos tuviste especial cuidado en situarlos estratégicamente o.., dejaste que ocuparan el orden que ellos querían. Me refiero a que hay cuentos que junto a otros no se sienten cómodos y necesitan otra ubicación, ¿tuviste eso en cuenta?

E.R.: Eeehhh… No, no en absoluto. No hay una lógica en el ordenamiento de los cuentos. Solo los separé por temas, nada más. No hice nada por disponer un cuento frente a otro. Tal cual han salido, así están. La verdad es que es novedoso lo que me dices, no me he fijado en eso. Es muy interesante lo que cuentas y…, es algo a tener cuenta. Fíjate que en la poesía sí se da, uno ordena o distribuye sus poemas pero aquí…, en los cuentos no fue algo que tuve en cuanta. Es interesante.

E.P.: Hay cuentos, y creo que ellos lo señala, que se siente bien o mal dependiendo del compañero que tengan. En tu libro parecen que todos están bien cómodos.

E.R.: Es algo que surgió de forma espontánea pero… Sí, sí, seguro que tienes razón en esto. Habrá que tenerlo en cuenta. Yo estoy muy contenta cómo quedó el libro y ahora veo que, no sé por qué, los cuentos están donde deben estar. Salieron así, sin orden y se ubicaron tal como salieron.

E.P.: Elga, muchas gracias por atendernos, gracias por este maravilloso mundo de microrrelatos y deseamos que sigas fecundando el género.

E.R.: Gracias a vosotros por dar a conocer mi trabajo y recorrer las historia de mi libro y…, sí, creo que este primer trabajo literario en el microrrelato, me abre la posibilidad de seguir indagando en él y abordar nuevas historias. Ahora ya tengo la experiencia y la madurez para esta manera de narrar y contar.

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