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Políticos: el único trabajo donde cotizas siete años y sales jubilado… ¡Ah, no! Eso ya no cuela

No, los diputados no se jubilan tras siete años como en el Monopoly. Aunque algunos lo desearían, el sistema ya no es lo que era, y las pensiones exprés para políticos son cosa del pasado desde 2011.

Vaya, vaya… Parece que seguimos en la era dorada de los bulos virales, donde los políticos son los protagonistas de más cuentos que en los libros de los Hermanos Grimm. ¿Te suena eso de que a los diputados y senadores les basta con estar un par de legislaturas para tener la pensión máxima? Pues bien, la respuesta corta es: NO. Y la larga… Bueno, prepárate un café, que aquí va la explicación.


¿Siete años y ya estás jubilado? El bulo que nunca muere

Este rumor tiene más vidas que un gato. Según varias publicaciones que corren como locas por las redes sociales, nuestros amigos los políticos solo necesitan siete años de servicio para retirarse a la playa con la pensión máxima, mientras el resto de mortales nos pasamos la vida currando hasta que se nos caen las pestañas sobre el teclado o la obra. Lo gracioso (y trágico para algunos que ya iban a enviar su currículum a las Cortes) es que esto no es cierto.

A ver, que un poquito de verdad sí hubo en algún momento, pero esa historia se cortó de raíz en 2011. Hasta entonces, los parlamentarios españoles disfrutaban de un sistema de complementos a sus pensiones que les daba alas y casi les hacía jubilarse antes de tiempo. ¡Vaya morro!, dirás. Pues sí, pero como todo lo bueno en esta vida, esa fiesta también se acabó. Vamos a desmenuzar este tema como se merece.


El sistema de pensiones parlamentarias: fiesta hasta 2011, pero no para todos

Antes de que empieces a dar golpes en la mesa de indignación, tienes que saber que este privilegio no era para cualquiera con un escaño y una sonrisa fotogénica. Solo los que habían ejercido como parlamentarios durante al menos siete años podían acceder a lo que se conocía como un complemento a la pensión. Es decir, que no era una pensión automática por ser diputado o senador, sino un añadido a la pensión que ya te correspondía por tus años cotizados como cualquier hijo de vecino.

Con siete años de servicio en las Cortes, podías acceder a un 80% del complemento para alcanzar la pensión máxima. Pero si querías el 100% del complemento, tenías que haber aguantado 11 años o más aguantando discursos soporíferos y sesiones eternas en el Parlamento. Aunque, claro, en comparación con los 37 años de cotización que tenemos que meter el resto, esto sonaba a “regalazo”. Y lo era. Hasta que en 2011 se decidió que, bueno, quizá era un poquito injusto.


Adiós a los privilegios: la reforma de 2011

Ah, 2011, ese año donde los políticos dijeron: “A ver, igual estamos yendo un poco lejos con esto de las pensiones…” Y así fue como la reforma cortó de raíz estos complementos a las pensiones parlamentarias. Desde entonces, los diputados y senadores tienen que seguir el mismo camino del calvario que cualquier otro españolito: trabajar y cotizar 37 años y 3 meses para obtener el 100% de la pensión a los 65 años. Sí, igualito que tú.

Pero, ojo, que no se hizo de golpe ni retroactivo, porque si no, los que ya estaban en el “club de las pensiones premium” habrían montado una huelga (o algo peor, una rueda de prensa). Así que se dejó en vigor para los que ya estaban disfrutando de este privilegio, que, para 2021, eran 118 exparlamentarios. Pero a partir de ahí, a currar como el resto de los mortales.


El paro VIP de los políticos: porque hasta ellos necesitan una ayuda

Después de dejar el escaño, los diputados no se van directamente al INEM a hacer cola, pero tampoco tienen un sueldo de por vida (aunque algunos te lo juren en Twitter). Lo que sí tienen es una especie de “paro VIP”, una indemnización por cese que les ayuda a no quedarse sin blanca cuando les toca dejar el Congreso o el Senado. Es un poquito más generoso que el paro que conocemos: 3.050,62 euros al mes para los diputados y 3.020,66 euros para los senadores, y pueden cobrarlo hasta por dos años, dependiendo de cuánto tiempo hayan estado en el cargo.

Pero, tranquilos, que no es barra libre. Esta ayuda es incompatible con cualquier otro trabajo o sueldo que puedan tener. Así que, si después de dejar el escaño deciden volver a su despacho de abogados o a ser tertulianos en la tele, se acabó la ayuda.


¿Y los ministros? No se van con las manos vacías… pero tampoco con los bolsillos llenos de por vida

Los ministros y vicepresidentes también tienen su propia compensación cuando les toca decir adiós al cargo, aunque no es para siempre. Tienen derecho a una indemnización temporal, que depende del tiempo que hayan ejercido. Como máximo, pueden recibirla durante dos años, y consiste en un 80% del último sueldo que cobraron mientras estaban al frente del Ministerio.

Si te preguntas cuánto es eso, pues aquí va un número que te hará pensar: los exministros pueden recibir hasta 63.532 euros al año durante esos dos añitos, mientras que los vicepresidentes pueden alcanzar los 67.680 euros. Lo dicho, no es vitalicio, pero oye, tampoco está mal para ir tirando mientras encuentran otro chollo, perdón, trabajo.


¿Pero qué pasa con los expresidentes? Ellos sí que se lo llevan calentito

¿Pensabas que lo peor ya había pasado? Pues no. Los únicos que realmente tienen asegurado un sueldazo de por vida son los expresidentes del Gobierno. Este regalito fue creado por Felipe González en 1992, y desde entonces, todos los exjefes del Ejecutivo tienen derecho a una pensión vitalicia. ¿El número mágico? 90.010 euros al año. Ni más ni menos. Y claro, Pedro Sánchez también estará en la lista cuando le toque dejar Moncloa.

Algunos pensarán: “Bueno, al menos se lo han ganado después de gestionar un país”, y puede que tengan razón. Pero, ¿de verdad es necesario un sueldo vitalicio para un expresidente cuando ya están ganando pasta a manos llenas con sus conferencias y libros? Ahí te dejo la reflexión.


Entonces, ¿de dónde sale tanto revuelo?

El lío viene porque, en tiempos pasados, los políticos sí tenían unas condiciones de jubilación bastante más amigables que las nuestras. Antes de 2011, con siete añitos en el Congreso o el Senado podías asegurar una pensión mucho mejor de lo que le cae al currito medio. Pero todo cambió con la reforma, y hoy en día tienen que sudar la camiseta como todos. O casi.

Por eso, cuando escuches a alguien quejarse de que los políticos siguen cobrando pensiones vitalicias por levantar la mano un par de veces en el Parlamento, mándale este artículo. Si algo nos enseñó 2011 es que, al menos en este tema, ya no se libran tan fácilmente.


Conclusión: los mitos sobre las pensiones parlamentarias tienen los días contados (o eso esperamos)

La historia es sencilla: los parlamentarios no tienen ninguna vía rápida hacia una pensión de lujo. Lo que sí tienen son indemnizaciones y compensaciones temporales, que aunque suenen jugosas, no son eternas. Y el resto, bueno, a currar como todos.

¿Tú qué opinas? ¿Te parece bien que los políticos tengan estas ayudas o crees que deberíamos ponerles un poco más las pilas?

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