El Péndulo | Redacción.- Tal como indica el punto siete de las bases del I Certamen de Microrrelatos ‘Aldaia Cuenta’, publicamos a continuación la obra ganadora, ‘Entran, de todos modos’, de la escritora canadiense Anita Haas junto con los otros cuatro microrrelatos finalistas pertenecientes a: Gema Bocardo Clavijo (‘Malas pulgas’), Rosendo Gallego Menárguez (‘Genio y figura’), María Josefa Lafuente Benaches (‘Adaptación al medio’) y Roberto Migoya Romos (‘Sabor a sal’)
Los miembros del jurado, compuesto por don José Carlos Morenilla Rocher, analista literario; doña Carmen Payá Ferrando, escritora y periodista; y doña Aurora Luna Villanueva, profesora de escritura creativa y responsable de la iniciativa ‘Libro, vuela libre’, decidieron de forma unánime conceder el premio a ‘Entran, de todos modos’ por su “originalidad, tensión, intensidad, significación y alta calidad literaria”, según reza el Acta.
De igual modo, los componentes del jurado destacaron “la calidad” de los otros cuatro microrrelatos finalistas así como el “buen nivel’ de los escritos presentados y la “altísima participación” de autores y autoras que enviaron sus microrrelatos desde los más diversos puntos de España.
Microrrelato ganador:
Entran, de todos modos
Andando de puntillas hacia la puerta de mi piso, abro los tres pestillos y entro. En efecto, tengo tres, pero ni aun así bastan. Entran, de todos modos. Por las ventanas, desde el tejado, como sea. Entran.
Dejo las bolsas de la compra con cuidado. Antes tenía miedo de entrar, por si estaban aquí. Ahora sé que disponen de espías para decirles cuándo vuelvo a casa. Por tanto, me relajo. Relativamente.
Voy a la cocina, abro la nevera. Han estado. Es evidente. Una zanahoria roza la botella de zumo. Entre la verdura, sobresale un muslo de pollo que yo había puesto en el congelador. Ahora está ablandándose. Menos mal que lo encontré, iba a estropearse.
Me quito el chaquetón y los zapatos. No encuentro las zapatillas de andar por casa, y al fin resulta que están en la bañera. Y el cepillo de dientes entre los cubiertos.
Cuando cuento estas cosas a la gente, piensan que estoy loca. Lo leo en sus ojos. Les entiendo, porque yo pensaría lo mismo. Pero yo sé lo que sucede.
Entran, de todos modos. Ya solo me falta saber para qué.
Autora: Anita Haas.
Relatos Finalistas:
Malas pulgas
Tras una dosis de Zotal y un buen baño, mi perro quedó desparasitado. No daba crédito cuando me detuvieron, unos días después, por asesinato:
¿Cómo iba a saber que era una troupe circense en su día de descanso?
Autora: Gema Bocardo Clavijo.
Genio y figura
Un anciano se estaba muriendo en su lecho y olió de pronto el aroma de sus buñuelos favoritos: los de calabaza. Reunió sus escasas fuerzas, se dejó caer de la cama y, poquito a poco, apoyándose en la pared, salió de la habitación. Redoblados sus esfuerzos, reptando como un indio, alcanzó, jadeante, la cocina. Si no hubiera sido por su delicada situación, le habría parecido llegar al cielo: en la mesa había una montaña de buñuelos de calabaza. ¿Sería un detalle final de su abnegada esposa para que él dejara feliz este mundo? Con un esfuerzo supremo, se abalanzó sobre los buñuelos, alargó su mano temblorosa, y ya estaba a punto de comerse uno, cuando apareció su mujer por la puerta y le sujetó el brazo diciendo:
―¡Fuera de aquí, que son para el funeral!
Autor: Rosendo Gallego Menárguez.
Adaptación al medio
Bella, inteligente e infiel, tres afrentas para la Santa Inquisición. La hoguera no prendía. La arrojaron al mar. Le creció cola de sirena.
Autora: María Josefa Lafuente Benaches.
Sabor a sal
Mi diminuto hogar estaba situado en un ático, era verano y el dormitorio ardía como una maldita sauna. Y allí estaba yo, con la sábana por dermis, con el éxtasis sobre la cama, bajo las embestidas de aquella señora casada, formal, hermética y de férreas negaciones ilícitas, aquella madre enamorada del sinsentido rutinario de las crónicas rosas, aquella rea soñadora, tan distinta de mí, tan alejada de los intereses artísticos que removían mis entrañas. Desde el vistazo inicial, hice coincidir nuestros horarios en el súper. Primero una ojeada, un flirteo, un roce de manos al recoger las mismas manzanas. Luego un café, una conversación, un paseo furtivo. Y hoy, nuestros apetitos: el mío quince años más joven que aquella dama de hábitos aburridos, de mirada encarcelada. Al principio ella fue una incógnita, una mujer sellada, tímida ante el placer y miedosa del escándalo. Y ahora, una diva, saltando sobre su anónimo con vehemencia, desatada: el pelo pegado a la frente, la boca jadeando timorata, la vergüenza del gozo adúltero cerrando los ojos, quebrando el alma, y con cada resbaladiza gota de sudor prodigada saboreando la sal del otro, la sal de la vida.
Autor: Roberto Migoya Romos.
El relato ganador obtiene un premio dotado económicamente con 500 euros, una estatuilla conmemorativa y un diploma acreditativo.
También obtienen un diploma acreditativo y serán publicados en las páginas oficiales del certamen los otros cuatro microrrelatos finalistas.