“Este documento carece de prudencia”, “estamos abriendo una brecha”, “texto irresponsable”. Las duras críticas internas vienen, sobre todo, de EEUU, Polonia y países africanos. ¿Habrá marcha atrás?
Si bien la relatio post disceptationem dada a conocer el lunes 13 es un documento intermedio, cuya función es comunicar los temas tratados en el Sínodo, muchos de los obispos participantes en la asamblea reunida desde hace más de una semana cuestionan el modo equívoco en que fue presentado a la prensa –como si se tratase de conclusiones y anuncios de inminentes cambios doctrinales– y aseguran que ni siquiera refleja correctamente lo tratado.
La piedra de la discordia son, fundamentalmente, los párrafos dedicados a la homosexualidad y a las uniones gay [ver la transcripción al pie de esta nota]. “Parece que la Iglesia se somete a un lobby”, apuntan algunos.
Para la opinión pública, el documento fue el preanuncio de un cambio radical de algunas reglas morales básicas del catolicismo. Pero hacia adentro, sembró un gran desconcierto y hasta desató un conato de sublevación, cuyas consecuencias todavía no pueden medirse.
EN FRANCIA, LOS PROTAGONISTAS DE LAS MULTITUDINARIAS MARCHAS CONTRA EL MATRIMONIO GAY SE SIENTEN DEFRAUDADOS
Las reacciones vinieron fundamentalmente de los representantes de Estados Unidos, Polonia y de los países africanos. Jean-Marie Guénois, vaticanista del diario francés Le Figaro, lo explica así: “La onda expansiva que partió de Roma vuelve como un bumerán desde los Estados Unidos,donde los católicos están muy organizados para la defensa de la vida; de África, donde estas preocupaciones occidentales aparecen como surrealistas [N.de la R.: en referencia a la uniones gays y los divorciados vueltos a casar]; pero también de bastiones católicos como Polonia, que no admite semejante vuelta de campana romana después de tres decenios de enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI”.
También en Francia, los protagonistas de las multitudinarias marchas contra el matrimonio gay se sienten defraudados. El entusiasmo que el documento provocó entre los cristianos progresistas y, sobre todo, entre los creyentes que no practican fue la contracara de la estupefacción, cuando no indignación, que causó en los ambientes católicos más clásicos.
La redacción y la comunicación, en la picota
La reacción adversa fue tal que la Santa Sede intentó desactivar la bomba mediante la convocatoria a una conferencia de prensa para aclarar que se trataba sólo de “un documento de trabajo”, para nada definitivo, que será “corregido” y luego remitido al Papa, en cuyas manos está la decisión final. El vocero vaticano, padre Federico Lombardi, recordó además que el Sínodo no concluye en 2014, sino que tendrá una segunda sesión el año próximo y que, por otra parte, había que esperar al fin de esta semana para tener “una idea completa” de las “conclusiones” de esta primera sesión.
En efecto, terminado el plenario, los participantes del Sínodo están ahora reunidos en grupos según su idioma para analizar y corregir el documento.
Sin embargo, pese a estas aclaraciones, queda en muchos la impresión de que aquí no hubo errores o apresuramiento, sino una metodología de comunicación que buscaba precisamente provocar este efecto. El “daño” está hecho y cualquier rectificación será vista como un retroceso.
Estas dudas se ven alimentadas por la decisión de Francisco de crear, la semana pasada, una comisión para la redacción de la síntesis final. La composición del grupo, seis prelados cercanos al Papa, entre los que figura el argentino Víctor Manuel Fernández –rector de la UCA– y el jefe de los jesuitas a nivel mundial, monseñor Adolfo Nicolás, es vista como sesgada.
El cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cargo que ocupaba Benedicto XVI en el pontificado de Juan Pablo II, hizo públicas sus críticas a la propia Santa Sede por “manipular la información sobre el Sínodo para dar relieve a una sola tesis en vez de reportar fielmente las diferentes posiciones”.
También denuncia la manipulación informativa el cardenal estadounidense Raymond Burke, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. “Esto me preocupa mucho –dijo en entrevista con el diario italiano Il Foglio– porque un número consistente de obispos no acepta las ideas de apertura”, pero la gente no lo sabe. “Todo esto debe terminar porque provoca un grave daño a la fe“, afirmó en referencia a este modo de comunicación.
Burke también recordó que el Papa todavía no se ha pronunciado sobre estos temas. “Yo estoy esperando un pronunciamiento suyo, que sólo podrá estar en continuidad con la enseñanza que la Iglesia ha dado durante toda su historia”, agregó.
Por su parte, monseñor Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, consideró “inaceptable” este informe intermedio “porque se aleja, en particular, de la enseñanza de Juan Pablo II”.
Cómo sigue
Algunos consideran que la homilía de la misa del lunes pasado en Santa Marta fue una réplica de Francisco a estos cuestionamientos, considerando que el Papa señaló a “quienes no comprenden los signos del tiempo porque están demasiado encerrados en un sistema”.Recordó que Jesús aparecía a muchos como “peligroso”, porque ponía “en peligro” la doctrina. “Dios es el Dios de la ley, pero también es el Dios de las sorpresas. Nunca reniega de sí mismo, nunca dice que lo que había dicho era falso, pero nos sorprende siempre”, agregó, y concluyó preguntando: “¿Estoy atado a mis ideas, estoy cerrado? ¿O estoy abierto al Dios de las sorpresas?”.
La pregunta sería si el documento refleja lo que dijeron los obispos en el Sínodo. “(La relatio) fue muy criticada durante su presentación en la Asamblea General y no cuenta con la unanimidad de los padres”, dijo monseñor Tony Anatrella a la agencia Zenit. Después de la lectura del informe ante los padres sinodiales, más de 40 de entre ellos tomaron la palabra y una gran mayoría lo hizo para declarar su perplejidad y desconcierto ante el modo en que habían sido reflejados los debates de toda una semana.
Muchos consideran que la relatio no pone suficiente énfasis en otros temas tratados. El grupo africano, por ejemplo, concentró sus intervenciones en la cuestión de la poligamia, la pobreza, los matrimonios mixtos, y no en los divorciados vueltos a casar y los gays, una problemática que consideran “occidental”.
El informe, por lo tanto, reflejaría lo que se habló, pero no en la justa proporción acordada a cada tema.
La otra gran objeción al texto la expresó el cardenal sudafricano Wilfrid Napier, que copreside con el cardenal Burke el grupo de trabajo anglófono, y es que éste da la impresión de que ciertos puntos fueron discutidos y convalidados por los padres sinodiales, cuando no fue así. Según él, el párrafo sobre la homosexualidad, por ejemplo, no reflejaba “en absoluto” el tenor de lo dicho en el grupo de trabajo.
Siempre se hicieron públicos estos resúmenes intermedios en los sínodos de la Iglesia, pero al parecer los redactores se excedieron en sus funciones o no pusieron el suficiente cuidado para evitar ambigüedades.
De todos modos, el documento está en debate y los obispos ya le han hecho comentarios y modificaciones. Algunos proponen directamente eliminar párrafos enteros. Otros piden que se ponga más acento en la revalorización de la familia y el matrimonio y que principios fundamentales, como la indisolubilidad del matrimonio, sean reafirmados.
Inevitablemente, esto sería visto como una marcha atrás por parte de una opinión pública mundial, inducida al error de creer que se vienen grandes cambios en la doctrina de la Iglesia, debido a la metodología de comunicación escogida.
LOS PÁRRAFOS DE LA DISCORDIA
Estos son los 3 puntos de la relatio que más enojo causaron:
- Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?
- La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realistas de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas a la ideología gender.
- Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que, en primer lugar, se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños.