Salir de vacaciones y llegar cansado: frustrante. Estar en viaje de negocios y desembarcar en destino agotado: más frustrante aún, además de un atentado contra la productividad. Sí, viajar es maravilloso, ya sea por placer como por negocios. Pero la combinación entre demasiadas horas arriba de un medio de transporte –sobre todo micros y aviones–, el cambio de huso horario y la ruptura de las rutinas no favorecen un buen sueño.
Sin embargo, hay formas de dormir mejor, tanto durante el tiempo que se pasa en un transporte como en el lugar de destino. Para que, si se trata de business, el cuerpo y el cerebro rindan al máximo. Y, si son vacaciones, que sean disfrutables a pleno.
Estos consejos sirven para que el sueño no sea un problema.
(1) Mantener la rutina
El cuerpo tiene su propio reloj interno. Y su tic-tac permanente pide –necesita– regularidad. Por eso, cuando no se duerme razonablemente siempre la misma cantidad de horas y en el mismo horario, el cuerpo deja de responder. La
Asociación Americana del Sueño recomienda, aun estando de vacaciones, buscar los primeros días mantener la rutina.
Un juguete favorito ayuda a los chicos a dormir bien, aún lejos de casa.
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(2) Sentirse como en casa
Todos tienen sus propios rituales para dormir: lo que hacen antes de ir a la cama, la ropa para dormir, las luces, los sonidos. Acostarse en un lugar extraño –un cuarto de hotel, una casa alquilada, el sofá en la casa de un amigo, una bolsa de dormir– rompe con esa familiaridad. Replicar los movimientos, el orden de las cosas, predispone a la mente para el descanso. Si se viaja con chicos, llevar una almohada favorita o un juguete los ayuda a entregarse más rápido a los brazos de Morfeo.
Bajarse de un avión en otra zona horaria, enemigo del buen dormir.
(3) Adaptarse al “jet lag”… ¡comiendo!
El mayor trastorno del sueño relacionado a los viajes es consecuencia del cambio de husos horarios. Un estudio del departamento de neurología de la
Universidad de Harvard recomienda “engañar” al cuerpo para que se sincronice con la hora local utilizando la comida. Por mucho que se haya bajado del avión hambriento, lo idea es comer según la hora local y, de ser necesario el sacrificio, saltearse una comida. A oscuras, cuando sea, donde sea.
(4) Manipular la luz
Según la NASA –expertos en manejar la fatiga de sus astronautas– la luz es un factor fundamental para el descanso (y todo un problema en el espacio, por cierto). En un avión, apagar las luces de la cabina, bajar la persiana para que no entre el sol e inclusive usar un antifaz sirve para mantener una “noche” constante durante varias horas seguidas y evitarse los sobresaltos de dormir mientras se vuela.
Inclusive en vacaciones, mantener una vida ordenada.
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(5) Evitar los excesos
Una de las mayores tentaciones a la hora de viajar es comer y beber en exceso (inclusive en viajes de negocios, que muchas veces involucran un grado inusitado de vida social). Salvo para los más jóvenes, que tienen una mayor resistencia, es preferible mantener los límites. Si el destino involucra comidas exóticas, es preferible concentrar el riesgo de excederse durante el día, para que haya tiempo para digerir y un “estómago pesado” no afecte el buen dormir.