La actual situación del Valencia CF, con la oferta de compra por parte de Peter Lim en tejado desconocido y con todo por decidir, ha provocado un vacío que nunca, nunca, debería haber afectado a algo tan importante como el entrenador, el conductor del proyecto deportivo, si es que se tiene alguno. En este particular, hay un perjudicado principal que en el caso del Valencia tiene nombre, apellidos y adjetivo: Juan Antonio Pizzi, un caballero.
Llegó con el equipo desahuciado, sin carácter, sin amor propio. Y lo hizo sabiendo lo que se dejaba atrás: todo un campeón de la liga argentina, siendo un auténtico ídolo. Levantó un equipo que, no habiendo tenido la oportunidad de intervenir en su confección, era el que era… Y devolvió a Mestalla la ilusión, el amor a sus colores y lo más difícil, a sus jugadores.
Y llegó a donde pudo llegar, o a donde le dejaron las circunstancias, que distaron mucho de lo que podríamos calificar como normales. Para lo que había, mucho más de lo que se esperaba. Cabe recordar gestas como la victoria en el Camp Nou, dejando herido de muerte a un FC Barcelona que, en su propio feudo, veía a los Edu Vargas, Piatti, Parejo y compañía pasarles por encima.
No se merecía Pizzi este final. Pero este es el futuro que acepta el valencianismo: se va porque el posible dueño del club -que todavía está por ver, habida cuenta del ‘tuya, mía’ entre Bankia y la Fundación- tiene preferencia por un desconocido Nuno Espirito Santo que pasó de barman a entrenador por aquello del “probemos”. Y nadie tiene el debido respeto no solo a un profesional como Juan Antonio Pizzi, sino siquiera de reconocer el trabajo que ha realizado en un equipo roto, hundido en el mar embravecido de un club en plena fase de autodestrucción, sin piel como el terreno de juego de Mestalla, cuyo césped ha desaparecido estos días para ser replantado de cara a la próxima temporada.
Pizzi se va, harto de la inacción, de la indefinición valencianista, con pena de no haber tenido la oportunidad de armar un proyecto desde cero tras haber hecho poco menos que milagros con una ‘pantomima’ de equipo heredado. El comunicado del club lo dice todo:
“Ante la dilatación del proceso de venta del Valencia CF, por motivos ajenos a la gestión del Club, y con el fin de poder dotar de estabilidad al futuro proyecto deportivo, el Consejo de Administración del Valencia CF, analizadas todas las posibilidades en este complejo y crucial momento accionarial, ha tomado la decisión de prescindir de los servicios de Juan Antonio Pizzi como entrenador.”
“El Valencia Club de Fútbol le desea la mejor de las suertes a Pizzi y a su cuerpo técnico, que han desarrollado con profesionalidad e implicación su trabajo en la entidad.”
En pocas palabras, que no saben lo que va a pasar, pero el club prefiere huir hacia adelante. Apuesta arriesgada, sin duda. Por su parte, Juan Antonio Pizzi, un Señor con mayúsculas, se va… Algo nos dice que se le echará de menos.
VLC Noticias | Javier Furió