Juan Eslava Galán nos concede una entrevista en su visita a Valencia para hablarnos de su último libro, ‘La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos’ (Planeta, 2015). Doctor en Letras, entre los ensayos de Eslava Galán destacan: ‘Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie’ (2005), ‘Los años del miedo’ (2008), ‘Historia de España contada para escépticos’ (2010), ‘La década que nos dejó sin aliento’ (2011), ‘Historia del mundo contada para escépticos’ (2012), o ‘La Primera Guerra Mundial contada para escépticos’ (2014). También es autor de novelas como: ‘En busca del unicornio’, ‘El comedido hidalgo’, ‘Señorita’, ‘La mula’, ‘Rey lobo’ o ‘Últimas pasiones del caballero Almafiera’.
El Péndulo: Quizá estemos un poco saturados de tanta tristeza y agradecemos la ironía y el humor inteligente a la hora de que nos cuenten la Historia, como ya ha hecho anteriormente con otras obras, y que parece atraer a los lectores.
Juan Eslava Galán: Yo creo que en cualquier tema que se esté tratando siempre tiene entrada la ironía y el humor y muchas veces, precisamente hacer la cosa con esa dosis de ironía, puede incluso explicar mejor los acontecimientos y lo que está ocurriendo.
Por poner un ejemplo, una de las causas conocidas de que Alemania pierda la guerra evidentemente, es el exceso de ingeniería; de pronto se pusieron a inventar armas del futuro sin ver que la guerra era cosa de años y no había tiempo de desarrollar eso.
E.P.: La aviación ligera en vez de una de largo alcance, más estratégica.
J.E.G.: Muchas cosas, no solo la aviación, que es claro. Hay paginas de diseños futuristas que no sirvieron para nada, esto se puede poner así en varias páginas o poner un ejemplo para explicarlo y si es cachondo para el lector, mucho mejor.
Este es el caso, los alemanes hacen varias clases de submarinos durante la guerra, la última es la clase 7C. Uno de ellos el submarino U-206 estaba equipado incluso con un retrete que se podía usar en altas profundidades, porque los submarinos de la época solo usaban el retrete en superficie o cerca de la superficie por el tema de la presión. Este no, este tenía un sistema de válvulas, etc. El comandante del submarino está usando del retreta, tira de la cadena, hay un defecto en este largo sistema de engranajes, con toda la fuerza de las profundidades y la prensión, entra un chorro de agua que inunda, a continuación, las baterías que estaban en la planta de abajo; las baterías, al mojarse, empiezan a soltar gas cloro, que al ser venenoso les fuerza a subir a la superficie, se pierde el submarino por exceso de tecnología.
E.P.: Adolf Hitler, al parecer, era un pintor mediocre que supo decirle a los alemanes lo que querían escuchar. La historia del siglo XX ¿hubiera sido radicalmente distinta si hubiese tenido talento?
J.E.G.: Pues sí, pero también tenemos que preocuparnos pensando que podía haber surgido otro, más inteligente quizás, o más centrado, no tan loco y habernos puesto entonces en la eventualidad de que con este otro Alemania hubiera ganado la guerra y esto hubiera sido terrible.
E.P.: Precisamente eso de que los alemanes estaban predispuestos a escuchar el discurso y las propuestas de Hitler me ha recordado un poco a los discursos populistas actuales, por ejemplo, en Grecia y Francia. La Historia siempre se repite…
La Historia siempre se repite y nunca aprendemos de ella. La primera guerra mundial se cerró muy en falso, porque Alemania tuvo que soportar una situación terriblemente abusiva para los alemanes; esto se juntó con la crisis del 29, que repercutió en todos los países industrializados, pero en especial en Alemania, que además ya venía tocada del ala y que tenía que pagar las responsabilidades de la guerra. El terreno estaba abonado para que saliera este tipo, que era un don nadie, a los treinta años no tiene ni oficio ni beneficio, con la pandilla de nazis que son todos gente rarísima, toda la gente que los rodea; estaba abonado para que mediante este discurso violento que cita arrastra al pueblo alemán al que, por otra parte, le dice lo que quiere oír: somos la raza superior, algo que ellos han pensado siempre y lo siguen pensando, y esta injusticia la podemos resolver arrebatándoles los territorios que necesitamos a las razas inferiores. Claro, creer que los rusos son una raza inferior es otro grave error, porque los rusos a lo largo de la guerra han demostrado primero, que saben aprender de sus errores, cosa que los alemanes no saben, y segundo, las armas que producen los rusos son infinitamente mejor que las de los alemanes a pesar de la tecnología. ¿Quién va a ganar la guerra?, pues los rusos.
E.P.: ‘Como suele ocurrir en todos los conflictos humanos, se apoyan y son consecuencia de causas remotas…’, leo en el introito de este libro en el que ha querido contar ‘no los tiros, sino la causa de los tiros’.
J.E.G.: Para mí la segunda guerra mundial es la segunda parte de una misma guerra que es la primera, primera que tiene un descanso y viene en la segunda, y es la misma tragedia: el suicidio de Europa a lo largo del siglo XX. Dicho esto, siempre hay variantes de una a otra, pero hay muchas líneas comunes entre la primera y la segunda.
E.P.: Hay, al parecer, ciertas casualidades por no llamarlo teorías conspiratorias sobre lo que sucedió en Pearl Harbor.
J.E.G.: Bueno, no hay nada que se pueda probar. Efectivamente, ellos supieron a última hora que iba a haber un ataque japonés contra una base americana, pero no tenían datos concretos si seria en Pearl Harbor. Por otra parte esta la tremenda casualidad de que los barcos más valiosos, los portaviones, ese día no estaban allí, lo que había eran barcos viejos que son los que hundieron, que además, como los hundieron cerca de los muelles, algunos los pudieron reflotar. Esa coincidencia es mosqueante, pero realmente para abonar la teoría de la conspiración harían falta más datos y no los tenemos. Lo que si podemos decir es que los ingleses y los americanos forzaron a Japón a entrar en la guerra al cortarle el grifo del petróleo. Ahí Japón, sin petróleo, no se podía mantener más de un mes o dos como país industrializado; de alguna manera lo forzaron, eso está demostrado.
E.P.: Mientras Alemania e Italia intentaban imponer el fascismo a la fuerza en Europa, Franco jugaba al despiste, ya que dependíamos en parte de Francia y de Inglaterra.
J.E.G.: En Franco hay que ver distintas actitudes, al principio de la guerra, cuando Alemania está derrotando Francia, él tiene mucha prisa por entrar en la guerra, porque cree que la guerra va a durar un mes y él quiere engancharse ahí. Entonces él le propone a Hitler que él quiere entrar en la guerra. Hitler, que cree que la tiene ganada, desprecia totalmente a Franco y a España porque cree que no está en condiciones de hacer una guerra ni ayudar. Pero después del verano del 40, cuando la batalla de Inglaterra no la ganan los alemanes sino que la ganan los ingleses, Hitler tiene que pensar en un plan B, y el plan B es estrangular la economía inglesa cortando la principal vía que tienen de comunicación con su imperio, que es a través del canal de Suez, el Mediterráneo y el estrecho de Gibraltar. Para cortarla, en el canal de Suez no puede; en el Mediterráneo, tampoco, porque ve que los italianos son poco operativos; pero piensa en Gibraltar: si domino el estrecho por ahí no pasa un barco inglés. Por mar no puede dominar Gibraltar porque el mar lo dominan los ingleses, por tierra necesita la alianza con Franco. Cuando vienen a Hendaya le viene a decir a Franco que sí, que vale. Pero aquí Franco ya ve que Inglaterra no esta tan derrotada como unos meses antes y se ha vuelto más cauto, ya no le interesa.
Hay dos etapas en Franco, una en la que quieren entrar y Hitler no le deja, y otra en la que Hitler quiere y él no se deja, a pesar de lo cual estuvo completamente volcado, a los alemanes les daba el wolframio, la división azul, todo eso. Claro, cuando ya ve que Alemania va perdiendo la guerra, lo primero que hace es guardar la fotografía de Hitler dedicada en el cajón y empieza a tomar un perfil más aliadófilo ya que ve que estos van a ganar la guerra: luego estos van a meterme mano a mí, piensa. Se salvó por Churchill, porque Stalin sí que quería; cito aquí las actas de Postdamm donde Stalin dice que cuando acabemos con Alemania continuamos con España, con Franco, pero Churchill dijo que no: eso va a ser un desprestigio, para usted no, porque usted no tiene trato con España, pero para mí sí. Churchilll realmente le agradecía a Franco, le defendió y defendió a España incluso en la Cámara de los Comunes, porque él sabía que si, que Franco había estado con Hitler, pero también había estado con ellos; fue realista.
E.P.: Un pie de página me ha parecido especialmente atroz, dentro de todo lo atroz que supuso esta contienda de inicio a final, una que tiene que ver con la cubierta del Yamato japonés.
J.E.G.: Fue una suerte que pusieran cerdos y no prisioneros, porque los japonenses son así de expeditivos, también se entrenaban con la bayoneta con prisioneros; menos mal que en el Yamato pusieron cerdos para comprobar que el rebufo de un cañón de gran calibre reduce cualquier ser vivo que haya cerca.
E.P.: Aparece en su libro un curioso personaje con una historia de novela, me refiero a Klaus, Oscar o Sam.
J.E.G.: Yo quería contar esa batalla a través de los ojos de un gato, después de escribirla pensé que el lector pensaría que estaba inventando una bella historia, de ahí que ponga la foto de Churchill acariciando a este minino. No sabemos bien si el gato al final ha tenido mucha suerte y dijeron vamos a reservarlo a un sitio donde este cómodo y tal, o dijeron: este gato es gafe, mejor es no meterlo en otro barco no vaya ser que lo hunda.
El Péndulo de VLCNoticias/Ginés J. Vera