Valencia noticias | Redacción. Según nos comunica AUGC .El Gobierno recula ante el temor de que una pasarela para pasarse a la Policía provoque una desbandada de guardias civiles
El pasado 12 de febrero, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, anunciaba en el Pleno del Congreso al defender el proyecto de Ley de Personal de la Policía Nacional que los guardias civiles que lo desearan y cumplieran determinados requisitos podrían ingresar en la Policía Nacional, como también los miembros de las policías autonómicas -Mossos d’Esquadra, Ertzaintza y Policía Foral- y de las locales.
Ante esta afirmación, lanzada de improviso y sin contar previamente con las asociaciones profesionales de la Guardia Civil, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) quiso preguntar a sus afiliados acerca de su postura ante la posibilidad de utilizar esa “pasarela” profesional hacia la Policía Nacional.
En la encuesta lanzada por AUGC se preguntaba a los guardias civiles si se plantearían la posibilidad de pasar a pertenecer a la Policía Nacional si tuviese la oportunidad. A esta cuestión respondieron afirmativamente 982 agentes, por 314 que no contemplaban dicha opción. Es decir, que el 75,77% de los guardias civiles (tres de cada cuatro) preferirían dejar de serlo para convertirse en agentes de la Policía Nacional.
Probablemente el resultado de esta encuesta haya provocado el pánico en el Generalato de la Guardia Civil, de tal manera que finalmente el Ministerio del Interior ha decidido dejar fuera de la nueva Ley de Personal de la Policía Nacional la pasarela que iba a permitir a los guardias civiles cambiarse de cuerpo.
Es de suponer que los sudores fríos que habrán sentido el Ministro y los integrantes del lobby de los generales –que, como siempre, sólo buscan perpetuar sus privilegios- les habrán hecho recular de inmediato ante tal posibilidad. Les hubiera sido difícil explicar a los ciudadanos que la institución mejor valorada por estos sufriera una desbandada de trabajadores en busca de un mejor trato.
Y es que, preguntados por las razones por las que considerarían pasarse a la Policía Nacional, los guardias civiles designaron el Régimen Disciplinario y el carácter militar del Cuerpo como los dos principales argumentos para el cambio. En tercer y cuarto lugar, casi a la par, los guardias civiles citaron las diferencias entre el Régimen de Personal de la Guardia Civil y la Policía y el derecho de sindicación (del que sí disfrutan los policías, pero no los guardias civiles) como razones muy importantes para cambiar de uniforme.
Cuestiones como el reciente ingreso en el penal militar de Alcalá Meco de un joven guardia civil condenado por mantener una simple discusión con un superior, y la amenaza de que en próximas fechas otros compañeros corran la misma suerte, al aplicárseles el Código Penal Militar, resultan fundamentales a la hora de que entre los trabajadores del Cuerpo cunda cada vez más el desánimo.
No es extraño, por lo tanto, que en un colectivo de trabajadores amenazado por la represión militarista, privado de derechos laborales básicos como es el de sindicación, sometido a un fuerte estrés al tener que trabajar con una creciente carencia de medios (falta de chalecos antibalas, vehículos con más de 400.000 kilómetros y deficiente mantenimiento e instalaciones cochambrosas) la mayoría de sus integrantes se planteen un futuro laboral donde se les trate con más respeto y consideración.
Llama la atención, por el contrario, que frente a los anteriores argumentos, la cuestión retributiva, en la que los guardias civiles también salen claramente malparados respecto al resto de cuerpos policiales, quedase relegado al séptimo lugar en cuanto a su consideración de máxima importancia a la hora de decantarse por el cambio. Queda claro, por tanto, que pese a ser la Cenicienta de las policías españolas en cuanto a salario, para los guardias civiles el dinero no es la cuestión más importante a la hora de sentirse valorados por su trabajo.
No resulta, por tanto, difícil entender que tras el alegre anuncio de Fernández Díaz, la difusión en los medios de comunicación de los resultados de la encuesta de AUGC supusieran toda una bofetada contra la soberbia de los altos mandos del Cuerpo, que se consideran intocables. Frente esto, y ante el bochorno que les hubiera supuesto ver a docenas de miles de guardias civiles solicitando el cambio, no les quedaba otra solución que recular y, una vez más, mirar para otro lado ante la tozuda realidad.
Con más de 30.000 afiliados, AUGC es la decana de las asociaciones profesionales y la mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil. Cuenta con representación en todo el territorio español, en cada una de las unidades y especialidades del Cuerpo y viene liderando el movimiento asociativo desde la llegada de la democracia, cuando nació como un sindicato clandestino. Su lucha por la democratización y la desmilitarización de la institución le valió en 2010 el Premio Nacional de Derechos Humanos que concede la Asociación Pro Derechos Humanos de España (apdhe).