Valencia Noticias | Agencias.- El control de más del 50% del territorio sirio por parte del Estado Islámico está suponiendo una verdadera tragedia para la humanidad. Los yihadistas radicales vienen destruyendo, sistemáticamente, todo lo que suponga una referencia cultural distinta a sus postulados religiosos a sangre y fuego.
Desde hace cuatro años Siria vive una guerra civil que ya dejó más de 215.000 muertos.
Los últimos avances del Estado Islámico impresionan no sólo por la cantidad de muertos y las estruendosas ejecuciones, sino por la enorme destrucción que está dejando en el país. La última conquista de los yihadistas fue la ciudad de Palmira. La entrada a la región hace peligrar su sitio arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Sin embargo, en Siria, el régimen dictatorial de Bashar al Assad no se queda atrás respecto a lo que es destrucción de patrimonio histórico o mundial. Más aún, parece estar siguiendo el camino del Estado Islámico y arrasa con monumentos históricos y todo lo que suponga un obstáculo a su lucha contra los rebeldes sirios.
“La destrucción del patrimonio de la humanidad en Palmira es un crimen de guerra”, aseguró la ONU. Pero este no es el único caso.
Tiempo atrás, el Estado Islámico destruyó Hatra, una ciudad preislámica de 2.300 años en Irak que, desde 1985, también era Patrimonio de la Humanidad según la Unesco. En marzo de este año, el Estado Islámico arruinó asimismo los símbolos cristianos del monasterio de San Jorge en Siria, que databan del siglo VI en el noroeste del país. En el mismo mes, arrasó con la ciudad iraquí de Dur Sharrukin, capital de Asiria durante parte del reinado de Sargón II (722 – 705 a.C.).
Entre 2012 y 2013, el histórico castillo medieval conocido como Crac de los Caballeros, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y uno de los principales atractivos turísticos del país antes del comienzo de los enfrentamientos y la violencia, estuvo dominado por los rebeldes.
Para recuperarlo, el régimen de Bashar al Assad lanzó morteros, cohetes y armas automáticas contra los yihadistas. El emblemático edificio sufrió grandes deterioros. Dado en a lo largo de 2013 los terroristas los opositores a Al Assad lo utilizaron como base militar, los potentes bombardeos del gobierno devastaron el lugar y lo dejaron en ruinas.
La Mezquita de los Omeyas, construida en el siglo VIII, de tres naves y un minarete de cinco pisos de altura, famosa por albergar los restos del profeta Zacarías, quedó reducida a escombros el 24 de abril de 2013 por los bombardeos.
Al igual que la de los Omeyas, la Gran Mezquita Omari de la ciudad de Daraa también fue destruida por tanques del ejército durante los enfrentamientos con los rebeldes.
Bosra, ciudad del sur de Siria, alguna vez fue la capital de la provincia romana de Arabia. Un magnífico teatro romano del siglo II, ruinas romanas y bizantinas, así como varias mezquitas, se encuentran dentro de sus murallas. Muchos edificios circundantes a las históricas construcciones ya fueron colapsados por los ataques.
Los ejemplos de arquitecturas destruidas o seriamente dañadas son interminables: la Mezquita de Idlib Sermin, la de Al-Tekkiyeh Ariha, y el Monasterio de Nuestra Señora de Saydnaya son otras de las construcciones dañadas durante la guerra civil a causa de los bombardeos del régimen sirio.
Arrasar con construcciones históricas parece más que una guerra cultural dentro del enfrentamiento civil. La destrucción de arquitecturas emblemáticas, o bien su cooptación para ejercicios de propaganda, son dos tácticas utilizadas por el régimen. El desprecio por el patrimonio de la humanidad representa más que un culto a la dictadura.
Es la proclama de que la familia Assad y el patrimonio cultural deben ser vistos como si fueran una y la misma cosa.