Sociólogo e historiador y Profesor Titular del Departament de Sociologia i Antropologia Social de la Universitat de València.
En 2015 se puso en marcha el Carnval Project, un ambicioso proyecto auspiciado por la Unión Europea a partir de una iniciativa del Instituto de Restauración del Patrimonio de la Universitat Politècnica de València. Una iniciativa apoyada por diversos países europeos y desarrollada también por otras organizaciones valencianas, como la Universitat de València, la Associació d’Estudis Fallers o el Centro UNESCO de Valencia.
El proyecto pretende impulsar la constitución de una red estable de ciudades europeas que destacan por haber conservado unas fiestas de Carnaval potentes y singulares, que constituyen una muestra y un testimonio patrimonializado de lo que en las sociedades europeas tradicionales fueron las celebraciones carnavalescas. Dichas celebraciones, que se concentraban fundamentalmente entre febrero y marzo, enlazando con los rituales de tránsito estacional del invierno a la primavera, experimentaron el impacto de la modernidad a partir de mediados del siglo XIX, lo que motivó tanto la reconfiguración del viejo Carnaval como su transformación en un conjunto de festividades caracterizadas por una alta ocupación ritual del espacio público, la rememoración histórica, una intensa sociabilidad festiva, la proliferación de representaciones satíricas de la realidad social y un progresivo desarrollo y afianzamiento de las dimensiones artísticas de la fiesta.
En la actualidad, las fiestas de Carnaval en Europa presentan una interesante diversidad de modelos, si bien en todos ellos es posible destacar una serie de aspectos comunes que permiten no solo la comparación entre celebraciones sino la posibilidad de planear estrategias comunes de promoción. El aspecto más relevante es, sin duda alguna, que en todas las celebraciones carnavalescas europeas se ha ido desarrollando el llamado arte efímero popular, que implica un interesante abanico de actividades creativas y constructivas, buena parte de las cuales han logrado convertirse en industrias creativas singulares que concentran diversas artes plásticas, como es el caso de la construcción de monumentos, escenas o figuras satíricas, carrozas, ornamentos diversos, arquitectura efímera y luminotecnia.
Este arte ha comportado la creación de todo una industria creativa de artistas y artesanos, que también incluye a actividades como la pirotecnia, la indumentaria, la orfebrería, la gastronomía, la música o el teatro callejero. Pero además del arte efímero, lo popular y lo tradicional adaptado a la modernidad se revelan en una intensa sociabilidad festiva, plasmada en redes consolidadas de asociaciones con una amplia trayectoria histórica y arraigada en territorios festivos que forman ya parte de la memoria sentimental de las ciudades carnavalescas. Dicha sociabilidad también ha comportado la implementación de sólidas organizaciones festivas vinculadas no solo a las instituciones públicas sino al tejido social, empresarial e intelectual de dichas ciudades. Por ello mismo las celebraciones carnavalescas, además de constituir hoy en día un patrimonio etnológico característico, que suscita ya el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y que se traduce incluso en la configuración de museos festivos específicos, se han convertido en atractivos de primer orden para el turismo, capaces de activar sinergias con otras modalidades turísticas como el turismo cultural o el turismo de la experiencia.
En cualquier caso, las celebraciones festivas del Carnaval evidencian un legado cultural compartido por los pueblos europeos, en la medida que la cultura carnavalesca se articula en el propio calendario ritual común, inherente a la herencia recibida del mundo antiguo y cristiano. Sabido es que este representa un tiempo de fiesta excepcional, de derroche ritual, de transgresión y subversión de las formas establecidas en el tiempo ordinario, un tiempo festivo de mascaradas e inversión del orden cotidiano, un tiempo de excesos y de sátira, de corrosión paródica del poder y de cuestionamiento de las estructuras culturales convencionales. Un tiempo, el carnavalesco, que sirve a su vez de matriz para otras fiestas que quedarán definitivamente impregnadas del espíritu del Carnaval.
El Carnval Project persigue el conocimiento, la gestión cultural, la difusión y promoción del Carnaval europeo, a partir de cuatro grandes ejemplos que podríamos considerar como paradigmáticos. El primero de ellos es la fiesta de las Fallas de Valencia, que bien se pueden considerar como un producto evolucionado del antiguo Carnaval mediterráneo. Dentro de este mismo modelo, pero sin haber mutado hasta el extremo de las Fallas, se sitúan los Carnavales de Putignano (Puglia) y Viarregio (Toscana), en Italia, en el cual las carrozas satíricas son las protagonistas. Además deben añadirse tanto el modelo nórdico del Carnaval de Maguncia, en Alemania como el modelo atlántico del Carnaval de Tomar, en Portugal. En suma, el Carnval Project se revela como un trabajo colectivo cuyo principal objetivo consiste en comparar y poner a dialogar las cuatro festividades mencionadas, con el fin no solo de encontrar y trabajar los elementos comunes, sino de destacar las diferencias y así poder ir construyendo un mapa riguroso, exhaustivo y diverso del Carnaval europeo que muestre que este constituye uno de los elementos vertebradores de la identidad común de los pueblos de Europa.