Jesús Peris Llorca.
Profesor de Literatura.
He estado viendo con estupefacción y horror las imágenes de “patriotas españoles” despidiendo con profusión de banderas del reino de España a las aguerridas tropas de guardias civiles -esos que según sus tuits son la tormenta[1]– que parten, henchidos sus pechos de ardor guerrero, a la rebelde Catalunya que pretende votar. Las imágenes tienen un aire familiar: recuerdan fotos en blanco y negro de multitudes brazo en alto despidiendo a la División Azul, y sobre todo recuerdan a quienes despedían a los soldados de las guerras coloniales. Muy 98 todo, pero del clima prebélico, del de antes del “desastre”. Parece que los guardias civiles parten a luchar contra los “mambises”. Se cierra el ciclo y por un momento ambas esteladas parecen una.
Ese episodio chusco de fascismo rojigualda viene a resumir de manera gráfica el momento histórico en el que vivimos. El nacionalismo español, ese que según El Roto y demás propagandistas de guerra no es nacionalismo, se enfrenta ante todo al enemigo interior, y especialmente a Catalunya. Y tanto se enfrenta a ella, que termina por expulsarla y convertirla en enemigo exterior. España se define hoy por oposición a Catalunya. Se imagina -y por tanto se define- como una nación homogénea, sin diversidad interior, y las burlas a los inmigrantes e hijos de inmigrantes que defienden la independencia demuestran por el reverso su propia condición etnicista. La famosa entrevista de Slvia Jato a Miriam Jatibi no dejó lugar a dudas sobre esto: no basta nacer en España para ser español[2].
Y, por supuesto, no se puede ser español más que hablando castellano. Ofende por eso que los catalanes hablen en catalán. Ofende que el castellano no sea la lengua única de uso y de cultura porque su identidad lingüística reposa en el supremacismo. El castellano es la lengua normal y de cultura para todo el estado, las otras, “lenguas territoriales”, se consideran apenas rasgo folklórico de consumo interno. Y eso fue evidente en el ataque desaforado contra los tuits en catalán de los Mossos informando del atentado del 17 de agosto. Daba igual que todos los tuits aparecieran también en castellano y en inglés. Lo que molestaba es que se usara el catalán, que se hablara de temas serios en catalán. Porque como decía la propaganda franquista “si eres Español, habla español”. “Estamos en España” gritaba escanzalizada este mismo verano una madrileña al pleno del ayuntamiento de Bellreguard ante el hecho inaudito para ella de que este se celebrara en valenciano[3].
Esa es la paradoja. Los independentistas catalanes y los nacionalistas españoles están de acuerdo en una cosa: los catalanes no son españoles. El ejercicio de la catalanidad ofende a los definidores y custodios de las esencias patrias. Y entonces, es obvio. Si no son españoles pero España no está dispuesta no ya a concederles la independencia, sino a permitirles convertirse en pueblo soberano capaz de decidir si se queda en esa España o no, entonces el imaginario que aparece inmediatamente es el colonial. Como una colonia les trata el gobierno de España, como una colonia se les trató cuando el PP se movilizó para desatar la catalanofobia en todo el estado, sacarle rédito electoral y boicotear la reforma del estatuto en 2006. Como una colonia les trata cuando envía las tropas españolas en un barco atracado en su puerto, y les acusa de sedición y les interviene las cuentas y su propia policía autonómica. Y eso, la alegre muchachada nostálgica de las rutas imperiales lo detecta muy bien. Y sale a despedir como se merecen a los nietos del león español y todas esas cosas decimonónicas, que parten al extranjero bajo la bandera de su rey a someter a otros pueblos a sus plantas.
El único consuelo que encuentro es que la respuesta a estos comportamientos fascistas no sólo se ha producido en Catalunya. Parece que en España todavía hay gente que resiste a ese virus nacionalista autodestructivo, aunque dispersa y desorientada. Mientras, el PSOE canta su propia versión de “prietas las filas”, Pedro Sanchez balbucea no se qué cosa de naciones sin soberanía mientras se pone a las órdenes de Rajoy como un sargento chusquero y la televisión pública llama manifestantes a favor la unidad de España[4] a los nazis que cercan a una asamblea de los únicos políticos que de verdad están haciendo algo -o pensando en hacer algo- para que Catalunya se quede y por lo tanto para que España no se rompa, por decirlo en el lenguaje cursi patrio.
Como valenciano, en realidad me gustaría que Catalunya no se independizara. Porque no quiero pensar en la involución que sufriremos, en la persecución de nuestra lengua y nuestra cultura, en la intensificación del saqueo de nuestra economía, que las circunvalaciones de Madrid y la casa real no se pagan solas. Pero tengo muy claro que si fuera catalán votaría el domingo, y votaría sí.
Deseo de manera irracional que no sea demasiado tarde. Y que en España, esas gentes a las que les horroriza como a mí el espectáculo de esos fascistas cerriles y fanatizados y sus cánticos, esas gentes que saben que España es un estado compuesto por naciones diversas, que solo en el respeto a sus identidades, a sus lenguas y soberanías pueden permanecer unidas, que saben que hay mucha más España afuera de la M40, den un paso adelante y se manifiesten. Y que los catalanes voten. Y que decidan quedarse porque España ya no es la patética caricatura de un imperio colonial que es hoy, con su rey bisnieto de Alfonso XIII y heredero de la encomienda de Franco, con su corte, y su oligarquía y su apestosa corrupción estructural, sino un estado plurinacional, un verdadero estado federal, una república federal de naciones soberanas.
Porque si no, Catalunya se independizará. Ahora o en el futuro. Porque son un pueblo digno, y cívico. Porque su nacionalismo es el de una nación de ciudadanos que abarca a quien allí trabaja y a quien allí nace. Y las naciones dignas, y cívicas y de ciudadanos, con sociedades civiles fuertes y estructuradas, no se conforman con ser colonias de quien las desprecia y acaban consiguiendo, más tarde o más temprano, su libertad.
Veremos cuando eso suceda qué nos pasa a los valencianos. Qué decidimos que nos pase.
[1] https://twitter.com/guardiacivil/status/911700556841930753
[2] https://www.youtube.com/watch?v=GIAdI1FBveU
[3] https://www.youtube.com/watch?v=kA-whzYBPuo
[4] http://vertele.eldiario.es/noticias/TVE-manifestantes-Espana-Podemos-Zaragoza_0_1942905700.html