Técnicos del Instituto Valenciano de Restauración de CulturArts de la Generalitat han atribuido al pintor valenciano Vicente López un cuadro desconocido de la Virgen de los Desamparados que ha permanecido oculto durante 200 años en el monasterio de Santa Ana de Sagunto.
La atribución ha recibido la confirmación de historiadores del Museo del Prado. El lienzo esta expuesto en el Museo de la Basílica durante estos meses y después volverá a su lugar original en la capital del Camp de Morvedre. La consellera de Cultura, María José Català, lo ha presentado en el Museo de la Basílica.
El lienzo de gran formato ha permanecido oculto durante 200 años en el Monasterio de Santa Ana de Sagunto y ha sido la Unidad de Restauración y Conservación de CulturArts Generalitat la encargada de autentificar su autoría, y de proceder a su restauración.
A pesar de que el lienzo no estaba firmado, presentaba el estilo y el colorido inconfundible de la paleta del pintor valenciano, que fue primer pintor de la Cámara tanto de Fernando VII como de Isabel II.
Para proceder a su reconocimiento, técnicos del IVC+R buscaron la confirmación de historiadores del Museo del Prado, donde se encuentran varias obras de Vicente López. Durante los próximos meses, el cuadro permanecerá expuesto en el Museo de la Basílica y más tarde volverá al convento de donde procede.
El proceso de restauración ha durado seis meses y, a pesar de que no se encontraba muy deteriorado, el soporte en la zona superior izquierda presentaba un desgarro vertical en el lienzo de unos 50 centímetros con pérdida de soporte.
Además, sobre el barniz que cubría la obra aparecía una gran acumulación de suciedad medioambiental, manchas de humedad, hollín, excrementos de insecto y abundantes gotas de cera acumuladas en la zona inferior.
Este lienzo de gran formato muestra a la Virgen de los Desamparados tal como se la veneraba a principios del siglo XIX en su camarín. La imagen de la patrona de Valencia se encuentra en el interior de una capilla hornacina de estilo neoclásico, ordenada por pilastras que sujetan un curvado entablamento decorado con metopas y triglifos, que da paso a una bóveda de horno.
Desde lo alto, una luz cenital se proyecta gradualmente sobre la sagrada imagen e ilumina el espacio arquitectónico, que queda descubierto por unos cortinajes aterciopelados de color carmesí con amplios flecos, que son recogidos, en los ángulos superiores, por unos escorzados angelitos en vuelo.
La venerada imagen mariana está glorificada y se halla sobre un trono de nubes portado por angelitos. A su alrededor, un coro de ángeles mancebos músicos, que tañen una guitarra y laúd e interpretan partituras musicales, ensalzan la gloria de la Madre de Dios.
VLC Ciudad/Redacción