Las mascotas valencianas han recibido este viernes la tradicional bendición de animales con motivo de la festividad de san Antonio Abad. Perros, gatos, tortugas y peces han acudido con sus dueños a la procesión, a la que tampoco han faltado las unidades caninas de las fuerzas se seguridad y los caballos de la Policía montada.
El barrio valenciano de Sagunto ha acogido la tradicional bendición de animales y la misa solemne en honor a san Antonio Abad, patrón de los ganaderos y protector de los animales, que se celebra en más de un centenar de localidades de la diócesis con misas, procesiones y bendiciones de animales.
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La celebración más multitudinaria ha comenzado en la parroquia de san Antonio Abad de València, ubicada en la calle Sagunto, con una misa mayor presidida por el inspector provincial de los salesianos, Ángel Asurmendi, según ha explicado el Arzobispado.
Posteriormente, ha tenido lugar la bendición de animales con una procesión que ha contado con la presencia de las Falleras Mayores de València, y en la que han participado centenares de personas con sus mascotas, así como la Policía Local montada, y unidades de caballería y caninas de distintos Cuerpos de las Fuerzas de Seguridad.
Entre las numerosas localidades que celebran a San Antonio hay algunas que tienen parroquias dedicadas a él como Alcublas, Alginet, Canals, Casas de Moya, Casas de Pradas, Cerdá, Cullera, Gilet, Los Isidros, Quesa, Rafelbunyol, San Antonio de Benagéber y Sumacàrcer.
La fiesta estuvo precedida durante la víspera por el encendido en numerosas localidades de las tradicionales ‘f’gueres de Sant Antoni”, que en el caso de Valencia se celebró el pasado sábado 11 de enero por la noche.
https://youtu.be/HRQEkbrXZkE
SAN ANTONIO ABAD
San Antonio Abad nació en el seno de una acomodada familia de Egipto en el año 250 y optó por el consejo evangélico del desprendimiento y entrega de todos los bienes a los pobres, retirándose al desierto. A pesar de ello muchos intentaron seguirlo, por lo que introdujo una nueva etapa en la vida religiosa organizada de forma comunitaria, en lugar del aislamiento individual, ha relatado el Arzobispado.
El pequeño cerdo que tradicionalmente la iconografía sitúa junto a San Antonio no representaba inicialmente al patronazgo del santo sobre los animales, en contra de la creencia popular, sino que “simboliza la tentación de que fue objeto por el demonio cuando permaneció en el desierto, absteniéndose de comer carne”.