La Real Señera de Valencia es una bandera con una historia única y un protocolo aún más singular: es la única bandera en el mundo que no se inclina ante nadie. Este distintivo privilegio no es casualidad, sino fruto de siglos de tradición y reconocimiento por parte de los reyes del pasado. La historia de la Real Señera, su estatus como estandarte “real” y su tratamiento especial son parte esencial de la identidad y orgullo del pueblo valenciano. Pero, ¿qué ha hecho que esta bandera se mantenga siempre erguida y por qué su tratamiento es tan distinto al de otras banderas?
Un título concedido por Pedro II el Ceremonioso
El origen del estatus único de la Real Señera se remonta al siglo XIV, bajo el reinado de Pedro II el Ceremonioso. Este monarca de la Corona de Aragón otorgó a la Señera el título de “Real” en 1377, un gesto que la convertía en una bandera de categoría excepcional. A partir de ese momento, la bandera no solo representaba al Reino de Valencia, sino que adquiría el mismo estatus que un monarca, lo que la colocaba por encima de cualquier otra insignia.
Pedro II estableció, además, un protocolo que sigue vigente hasta el día de hoy: la Real Señera no debe inclinarse ni hacer reverencias ante ninguna otra bandera o autoridad. Su estatus de “real” le concede una autonomía y dignidad propia que la convierte en un símbolo único en el mundo.
El Protocolo que Protege la Dignidad de la Bandera
El tratamiento de la Real Señera está cuidadosamente regulado para asegurar que nunca pierda su estatus privilegiado. A diferencia de otras banderas, que se inclinan en señal de respeto hacia monarcas, jefes de estado o incluso en desfiles militares, la Real Señera permanece siempre en posición vertical. Durante actos oficiales, especialmente en el 9 de Octubre, Día de la Comunidad Valenciana, la bandera no se saca por una puerta común. En su lugar, es bajada solemnemente desde el balcón del Ayuntamiento de Valencia. Este ritual subraya su estatus real y la distancia que debe mantenerse respecto a cualquier subordinación.
La bandera recibe honores militares al mismo nivel que los reyes: 21 salvas de cañón se disparan en su honor, una tradición que normalmente se reserva solo a los monarcas. Este tipo de tratamiento no tiene precedentes en ninguna otra bandera del mundo, lo que destaca aún más la importancia histórica y simbólica de la Real Señera.
El Maestre Racional y el Centenar de la Ploma: Custodios de la Señera
El cuidado y la custodia de la Real Señera no estaban al azar. Desde el siglo XIV, la responsabilidad de proteger la bandera recaía en el Maestre Racional, un alto cargo encargado de los asuntos financieros y administrativos del Reino de Valencia. Durante las ceremonias, la bandera era entregada al Justicia de lo Criminal, quien la portaba en los actos oficiales. Pero si el Reino de Valencia entraba en conflicto o había que defender sus derechos, el mando de la Real Señera pasaba al jefe del Centenar de la Ploma, una unidad militar especial encargada de defender el estandarte y la soberanía del reino.
Este sistema de custodia era un reflejo del respeto y la solemnidad que rodeaban a la Señera. No era una simple bandera más, sino un símbolo profundamente arraigado en las estructuras políticas y militares del reino.
Simbolismo y Orgullo Valenciano
El estatus de la Real Señera como bandera que no se inclina ante nadie no es solo un protocolo antiguo; también es una declaración de orgullo e identidad. Durante siglos, la Señera ha sido un símbolo de la autonomía del pueblo valenciano, de su resistencia frente a la subordinación y de su capacidad para preservar su historia y cultura.
Durante la Edad Media, el Reino de Valencia mantuvo un grado considerable de autogobierno dentro de la Corona de Aragón, y la Real Señera se convirtió en el estandarte de esa soberanía. Cada vez que la bandera se desplegaba, representaba no solo a la monarquía, sino también a un reino que tenía sus propias leyes, derechos y tradiciones.
Este significado sigue vivo hoy. Cada 9 de Octubre, los valencianos celebran su Día de la Comunidad bajo la sombra de la Real Señera, cuyo despliegue desde el Ayuntamiento de Valencia recuerda la independencia histórica y la dignidad de su región. Para muchos, la bandera es un símbolo de resistencia y un recordatorio de que, a lo largo de los siglos, el pueblo valenciano ha mantenido su identidad frente a diversas adversidades.
La Real Señera en el Siglo XXI: Un Estandarte Vivo
Aunque el Reino de Valencia ya no existe como entidad política independiente, la Real Señera sigue siendo un símbolo vivo de su pasado. El hecho de que no se incline ante ninguna otra bandera refleja no solo una vieja tradición, sino una creencia moderna: los valencianos continúan viendo en su bandera un símbolo de orgullo, autonomía y resistencia. Este estandarte representa siglos de historia, pero también es un recordatorio constante de los valores que han perdurado a lo largo del tiempo.
La Real Señera sigue recibiendo el mismo trato solemne que se le concedió en el siglo XIV. Durante eventos oficiales, es tratada con la misma dignidad que un monarca, y su despliegue es un acto cuidadosamente coreografiado para asegurar que se mantenga en lo más alto, sin inclinarse nunca.
En conclusión, la Real Señera es mucho más que una bandera. Es un estandarte que, desde su creación, ha simbolizado la soberanía y el orgullo del pueblo valenciano. Su estatus único como bandera “real” y el hecho de que no se incline ante nadie son testimonio de una historia rica y compleja que sigue viva en el presente. Al mantenerse siempre erguida, la Real Señera no solo preserva su pasado, sino que también sigue inspirando a las generaciones actuales y futuras con los valores de independencia y dignidad.