La revista satírica vuelve a la carga con una portada que no deja títere con cabeza, colocando a Mazón como protagonista junto a figuras internacionales y nacionales como Trump, Milei y Ayuso.
La revista satírica El Jueves ha encendido las redes sociales con su última portada, en la que destaca un nada sutil titular: “Gilipollas del año 2024”. Entre los personajes caricaturizados, Carlos Mazón, presidente de la Generalitat de valencia, ocupa el lugar de honor, sosteniendo un trofeo similar a la Champions League con la inscripción “Gilipollas Nº1”.
La ilustración, que incluye a una lista ecléctica de figuras políticas y mediáticas, no ha tardado en generar miles de comentarios, desde el aplauso más entusiasta hasta la crítica más feroz.
Una galería de “protagonistas”
La portada no se queda únicamente con Mazón. Compartiendo el dudoso “honor” aparecen nombres como Javier Milei, recién elegido presidente de Argentina, Donald Trump, quien regresa como presidente de Estados Unidos, Isabel Díaz Ayuso y su pareja Alberto González Amador. Completan la escena el diputado José Luis Ábalos, el exdiputado Íñigo Errejón y el presentador de El Hormiguero, Pablo Motos.
Con esta lista, la revista ha tejido un mosaico de personalidades que, según ellos, destacan en la vida pública por sus “méritos cuestionables”. Sin embargo, como suele ocurrir con las portadas de El Jueves, no todos están encantados con el tono ni con los “seleccionados”.
Reacciones en cadena
Las redes sociales se han convertido en un auténtico campo de batalla. Algunos aplauden el humor ácido de la revista y lo consideran un soplo de aire fresco en un panorama político demasiado solemne. Otros critican duramente lo que perciben como un ataque injusto y tendencioso.
Entre los comentarios, destacan frases como: “Esto es humor en estado puro, una tradición que nunca se debe perder.” Frente a este tipo de opiniones, también se leen críticas como: “Lo de siempre, un panfleto para atacar solo a la derecha. ¿Dónde están los ‘gilipollas’ del PSOE?”
Algunos han llegado a lanzar peticiones de boicot contra la publicación, argumentando que se ha cruzado una línea ética. A pesar de ello, El Jueves ha conseguido lo que buscaba: estar en boca de todos.
Mazón en el ojo del huracán
Para Carlos Mazón, esta polémica llega en un momento delicado, con múltiples frentes abiertos en la Generalitat y un clima político que no da tregua. Aunque hasta el momento no se ha pronunciado sobre la portada, es evidente que el líder valenciano es uno de los objetivos principales de la sátira, algo que podría no sentar bien entre sus seguidores.
En Valencia, la figura de Mazón polariza opiniones, y este tipo de representaciones no hacen más que reforzar esa división. Mientras tanto, en las calles y en los bares, el tema ha generado desde risas nerviosas hasta debates acalorados.
¿Libertad de expresión o provocación gratuita?
La portada plantea nuevamente el eterno dilema sobre la función de la sátira en el panorama político. ¿Es este tipo de humor una herramienta necesaria para criticar el poder, o simplemente una provocación diseñada para generar polémica y vender más ejemplares?
Por un lado, defensores del humor satírico recuerdan que este género tiene una larga tradición en España, siendo un pilar de la libertad de expresión. Por otro, algunos consideran que portadas como esta no aportan valor al debate público y solo sirven para alimentar la confrontación.
Lo de siempre: El Jueves y la polémica
No es la primera vez que la revista se encuentra en el centro de una controversia. Desde su portada retirada en 2007 que parodiaba a los entonces príncipes de Asturias, hasta otras que han generado demandas y boicots, El Jueves parece haber encontrado en la polémica su zona de confort.
Sin embargo, en un mundo donde las redes sociales amplifican todo, este tipo de estrategias tienen un impacto mucho mayor que en el pasado.
¿El límite del humor?
La sátira es un arte complicado. ¿Debe El Jueves seguir empujando los límites de lo que es aceptable, o sería mejor que reconsideraran su enfoque? Quizás el verdadero debate no esté en la portada, sino en cómo reaccionamos ante ella.
¿Qué opinas? ¿Es esta portada una crítica legítima o un ataque desproporcionado? ¿Debería haber límites en el humor político?