Subtítulo: Tras la gestión cuestionada de la dana de 2024, la figura de Carlos Mazón queda debilitada dentro del PP, aunque Génova no moverá ficha hasta acercarse el calendario electoral.
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El silencio de Génova suena más que los aplausos
No lo dirán en público, claro. Nadie va a salir a una rueda de prensa a decir: “Hola, soy del PP y creo que Carlos Mazón está políticamente amortizado”. Pero el runrún interno es cada vez más ensordecedor. Y cuando un partido empieza a hablar de ti en pasado, aunque aún ocupes el despacho principal de la Generalitat Valenciana, es que algo huele a fin de ciclo.
Carlos Mazón, presidente de la Generalitat desde 2023, está perdiendo apoyos a ojos vista tras la desastrosa gestión (o desgestión) de la dana del 29 de octubre de 2024, que dejó 229 víctimas mortales en la provincia de Valencia. Una cifra que no solo es trágica: es política.
Y aunque desde Génova aseguran que Alberto Núñez Feijóo no forzará su salida inmediata, ya suena a estrategia de retaguardia: dejar que Mazón “termine la legislatura como pueda”, desgastado, rodeado de críticas y con las encuestas mirándolo de reojo.
Porque sí, en el PP ya hay quien resume la situación con frialdad quirúrgica:
“Mazón está ganando tiempo… y ahora Feijóo no se lo puede cargar.”
¿Qué ha pasado para que Mazón pase de activo a pasivo político?
Una palabra: dana.
La borrasca, que dejó 229 muertos, arrasó la confianza en una administración que, a ojos de la ciudadanía, no estuvo donde tenía que estar. Y lo peor: mientras la tragedia golpeaba, Mazón estaba —literalmente— comiendo en un restaurante, acompañado entre otros por la periodista Maribel Vilaplana, que ahora deberá declarar como testigo en la causa judicial abierta por la catástrofe.
Ese dato, amplificado por redes, medios y asociaciones de víctimas, se convirtió en un símbolo de la desconexión entre el president y la ciudadanía en uno de los peores días de la historia reciente de la Comunitat Valenciana.
Desde entonces, la gestión de la reconstrucción ha sido lenta, burocrática y mediáticamente tóxica. Y aunque Mazón ha dicho que “une su futuro político” al éxito de esa recuperación, lo cierto es que ni las calles ni el partido parecen dispuestos a seguir esperando.
Feijóo mira para otro lado (por ahora)
En público, el líder del PP mantiene el tipo. Sabe que mover ahora ficha podría:
- Parecer una asunción de culpabilidad.
- Romper el frágil acuerdo de gobierno con Vox en la Generalitat.
- Desviar la atención de los casos de corrupción que afectan al PSOE, que ahora mismo son su gran baza política.
Por eso, Feijóo prefiere dejar que el tiempo haga el trabajo sucio. Porque en política, como en la fruta madura, a veces solo hay que esperar a que caiga del árbol por sí sola.
Y el árbol de Mazón… está temblando.
¿Qué se dice dentro del PP valenciano?
Nada en público. Pero en privado, todo.
Hay dirigentes que ya afirman abiertamente que Mazón no debería ser candidato en las próximas elecciones. ¿El argumento? “Hay que preservar la marca PP”. Traducción: si sigue él, perdemos votos.
Otros se muestran más prudentes, pero también asumen que su figura no tiene margen de recuperación, por más que intente vincular su suerte a la reconstrucción o consiga sacar adelante los Presupuestos con el apoyo de Vox.
Y luego está la opción más probable: que el propio Mazón “dé un paso atrás” cuando se acerquen las elecciones, maquillando su salida como una “decisión personal” para no desgastar al partido. El clásico movimiento de “no me echan, me voy”.
La oposición aprieta, las víctimas también
Mientras tanto, la oposición política no da tregua. Y con razón. Porque más allá de la tragedia, hay falta de respuestas, opacidad informativa y una sensación general de abandono institucional.
- La comisión parlamentaria del Congreso ya ha citado a Mazón a declarar el 17 de noviembre, después de escuchar a las víctimas.
- La Asociación de Víctimas de la Dana ha pedido explícitamente que Mazón no asista al funeral de Estado del próximo miércoles.
“Puede tener la deferencia de no ir”, han dicho.
Sí, han tenido que pedirle que ni se acerque a saludar.
Y en la calle, las protestas siguen. La última, este mismo sábado: manifestación en el centro de Valencia, pancartas, gritos, exigencias de dimisión.
¿Y quién vendría después?
Aquí es donde el silencio se vuelve incómodo. Porque el PP no ha soltado todavía ningún nombre. No se habla de sucesores. No se filtran “tapados”. Pero sí se sabe que Feijóo buscaría un perfil nuevo, sin mácula, capaz de contener a Vox pero también de recuperar voto moderado, especialmente en zonas urbanas donde la gestión de la dana ha pasado una factura emocional y electoral altísima.
¿Y Vox? Mientras sumen en la aritmética parlamentaria, aceptarán casi cualquier cabeza visible.
Conclusión: cronología de un desgaste anunciado
Carlos Mazón llegó con fuerza, apoyado por Génova, pactando con Vox, prometiendo gestión eficaz y cercanía. Pero una mala gestión, una ausencia imperdonable en plena tragedia y una recuperación torpe lo han dejado políticamente amortizado.
Feijóo no lo va a empujar por la escalera. Pero ya ha dejado de sostenerlo con fuerza. Solo espera que llegue el momento adecuado para decir, con cara de circunstancias, eso de:
“Carlos ha tomado una decisión personal. Le agradecemos los servicios prestados.”
Y en ese momento, todo el partido respirará aliviado.
¿Puede un presidente regional reconstruir su imagen después de desaparecer en mitad de una tragedia? ¿O hay errores que ni la política, ni la ciudadanía, ni la memoria perdonan?