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El alicantino que recorrió 1.141 kilómetros solo hasta Santiago: la aventura extrema de Richard
Valencia | 1 diciembre 2025
Un reto nacido de una señal en el camino
Richard, un joven de Benidorm de 24 años, llevaba años recorriendo rutas de montaña cuando, haciendo el Camino Francés, vio un cartel que le cambió los planes: el inicio del Camino del Sureste, una de las rutas más largas, solitarias y exigentes del Camino de Santiago. Desde ese momento se propuso una meta que pocos se atreven a iniciar: salir desde la puerta de su casa, caminar 1.141 kilómetros y llegar, paso a paso, a la plaza del Obradoiro.
Comenzó el 2 de octubre, confiado en que sus entrenamientos previos —diez kilómetros diarios durante dos semanas— le bastarían. Pero pronto descubrió que nada se parecía a la realidad. “No tiene nada que ver. Hasta que no vas con la mochila, sin descanso y sin casa, no te das cuenta de lo duro que es”, explica.
El desafío mental: un camino para veteranos
La soledad fue su compañera durante casi todo el trayecto. “Hasta el día 20 no vi a otros peregrinos”, cuenta. En comparación con el Camino Francés, donde la compañía y el apoyo mutuo son constantes, el Sureste exige fortaleza mental: horas sin cruzarse con nadie, largos tramos de llanuras castellanas y decisiones que solo depende de uno mismo.
“Este es un camino para veteranos por la parte mental. Muchas horas contigo mismo. Tienes que aprender a escucharte y a soportarte”, reconoce.
Un alojamiento incierto cada noche
Richard afrontaba cada etapa sin garantías de encontrar cama. “Al llegar al pueblo preguntaba por albergues o casas donde dormir. Me obligaba a hablar con la gente, y gracias a eso conocí a personas maravillosas”.
Su experiencia más especial ocurrió en El Toboso, donde un vecino al que no había visto nunca lo invitó a dormir en su casa: “No me conocía, pero me abrió su puerta. Esa generosidad te marca”.
Otros días, sin embargo, tuvo que dormir en la calle o montar la tienda de campaña.
La montaña, parte esencial del viaje
Antes de entrar en Galicia decidió añadir un desafío más: coronar la Peña Trevinca, el punto más alto de Galicia, tras desviarse hacia el Parque Natural del Lago de Sanabria. “Fue muy duro, pero mereció la pena. La montaña es lo mío”, afirma.
La llegada más íntima a Santiago
Tras más de un mes de caminata, el 11 de noviembre alcanzó su objetivo. Llegó de noche, bajo la lluvia, y con la plaza del Obradoiro casi vacía. “Fue una llegada acorde a mi camino: silenciosa, solo conmigo. No había gente celebrando, no había fotos… solo yo después de 41 días”.
La emoción fue intensa: “Orgullo, tristeza, satisfacción… Todo junto. Había terminado, pero ya echaba de menos el día a día del camino”.
Una sorpresa para su madre y un nuevo proyecto
Al llegar antes de lo previsto decidió volver a Benidorm sin avisar y sorprender a su madre el día de su cumpleaños. “Ella pensaba que aún estaba caminando. Fue precioso”.
Su siguiente meta ya está en marcha: subir los picos más altos de cada comunidad autónoma. Después de coronar Trevinca, le quedan 11, y el próximo será el Pico de San Lorenzo, en La Rioja.
La aventura continúa.
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