El ingeniero Alin Albu-Schäffer (Timisoara-Rumanía, 1967), director del Instituto de Robótica y Mecatrónica del Centro Aeroespacial Alemán (DLR), ha estado esta semana en el congreso internacional Humanoids 2014 que se ha celebrado en Madrid. El experto ha hablado sobre el diseño y control de los robots humanoides para interactuar con las personas, uno de los grandes desafíos de la robótica.
¿Qué es lo más difícil a la hora de crear robots humanoides de asistencia a las personas?
Uno de los mayores retos es diseñar un cuerpo que sea tan eficiente como el de cualquier ser humano. Un robot necesita una energía unas 20 veces mayor para realizar la misma tarea, además de ser capaz de caminar, moverse y mantenerse en equilibrio. Detrás de cada tarea cotidiana que realizamos las personas hay un complicado proceso de aprendizaje. Para funcionar tenemos que saber para qué sirve cada objeto, su material y su estructura. Por ejemplo, que el vaso se puede romper, que los cuchillos son peligrosos o cómo hacer funcionar las máquinas. Crear robots muestra lo complejo que es el funcionamiento del ser humano.
¿No hay formas más eficientes que la humana a la hora de copiar?
Una máquina destinada a una tarea concreta, como es el caso de las actividades industriales, es más eficiente, pero necesitamos crear un sistema más flexible. Para limpiar la mesa o preparar el desayuno hace falta más de una habilidad y esto no se puede conseguir con una máquina específica. En las tareas domésticas raramente se repite una acción determinada. Para manipular 50 objetos al día no es rentable tener 100 herramientas.
“Los robots se usan cotidianamente en industria, medicina y en el espacio”
¿Los humanoides imitan a las personas por eso?
Desde el momento en el que el robot necesite montar algo, o realizar tareas más complicadas o más delicadas, necesita dos brazos. Y para agarrar cosas que tienen una forma muy irregular u objetos diferentes hacen falta más de dos dedos. Normalmente las máquinas tienen cuatro, que son los necesarios para manejar objetos de cualquier tamaño y material. Para una adecuada visión espacial tridimensional, se necesitan al menos dos cámaras, situadas en la parte superior de la máquina, del mismo modo en el que lo están los ojos. Y un robot puede moverse con ruedas, pero hay lugares, como las escaleras, en los que este tipo de movilidad es imposible. También para ayudar en desastres como el de Fukushima, por ejemplo, se necesitan robots con dos piernas que, además, ocupan menos espacio. Los robots no tienen por qué parecerse a los seres humanos, pero reproducir las características humanas resulta útil. No copiamos al ser humano en vano, hay razones importantes por las que la biología ha evolucionado en esta dirección.
¿Qué claves del aprendizaje humano intenta también emular la robótica?
La manera en la que las personas manejamos a la vez cientos de percepciones que nos llegan por los sentidos. La mayoría no son útiles por sí solas pero el ser humano ha conseguido una sinergia en sus percepciones que es lo que más ansiamos imitar. Por ejemplo, pese a no saber si la mesa está a 60 o a 55 centímetros, sé cuánto tengo que alargar la mano para llegar a ella. En esto tienen lugar mi vista y mi tacto. Por ahora se trabaja con patrones generales. Ante un vaso, el humanoide tiene que reconocer que es un recipiente, que puede poner líquido dentro, que no puede meter los dedos o que tiene que mantenerlo recto. Además no puede confundirlo con otro similar como un componente cilíndrico de un motor.
“Una apariencia similar puede ayudar a una buena relación entre humanos y robots”
¿Qué actividades cotidianas pueden hacer los robots hoy en día?
El entorno doméstico es muy complicado, Aquí no existen tareas repetitivas y el precio de estos robots no permite todavía un uso masivo. Pero en industria, medicina o en el espacio, se usan cotidianamente. En estos entornos prestablecidos los robots están preparados para realizar eficientemente una tarea repetitiva, sin agotamiento ni fallos. En cirugía es destacable el robot Da Vinci, que lleva años en funcionamiento con excelentes resultados. Existen también exoesqueletos robóticos que permiten a las personas realizar fácilmente algunas tareas pesadas como cargar peso y hay otros robots muy útiles en labores de rehabilitación, una tarea en la que irán mejorando en el futuro. Los robots ayudarán a que muchas personas tengan una vida lo más autónoma y de la mayor calidad posible. Mi mayor motivación es entender cómo funciona el ser humano, entender su percepción, sus movimientos y sus reacciones.
¿Qué problemas éticos conlleva tener a nuestro servicio robots parecidos a nosotros?
La diferencia principal es que los robots no tienen conciencia, y que probablemente no la tendrán en mucho tiempo. Siguen siendo máquinas pese a su apariencia antropomórfica. Este problema pertenece más a la psicología humana que al desarrollo de la robótica. Por supuesto, cuanto más se desarrolla el sistema, más problemas éticos surgirán, y estos se han abordado ampliamente en literatura, ciencia ficción o en filosofía. Desde mi punto de vista, los problemas se resuelven creando una buena relación entre los humanos y los robots, y para ello, una apariencia similar puede ayudar.
“En cinco años los robots serán algo cotidiano en nuestras vidas”
¿Veremos en este siglo un verdadero humanoide?
Eso es muy difícil de decir. Creo que en 20 o 30 años tendremos resultados muy interesantes. Sin embargo, yo diría que dentro de cinco años los robots serán algo cotidiano en nuestras vidas. Un ejemplo lo tenemos en los coches autónomos, que no tardarán en ser algo habitual y que son robots en el sentido clásico.
El instituto de robótica que dirige pertenece al DLR, más enfocado al sector aeroespacial ¿no?
Si. Se dedica principalmente a la investigación espacial. El espacio es un entorno peligroso para los humanos, por lo que los robots resultan muy útiles, pero también hemos transferido muchos de nuestros conocimientos a la industria y la cirugía; además de crear robots que ayuden en casos de catástrofe natural como tsunamis y terremotos.