Pastores, maestros, policías y doctores son algunos de los condenados por abuso sexual y enviados a rehabilitación en Whatton, en el centro de Inglaterra. “Lo importante es que aquí no hay jerarquías”, contó una autoridad
“Aquí tenemos todo tipo de gente imaginable”, dice Lynn Saunders, directora de HMP Whatton, la mayor prisión para hombres condenados por crímenes sexuales en toda Europa. “Pastores, maestros, pilotos de avión, policías, doctores, personas con problemas de aprendizaje, con bajos coeficientes de inteligencia y problemas mentales complejos. Whatton es un gran nivelador”.
La cárcel fue construida en los años 60, en Nottinghamshire, en el centro de Inglaterra, con una capacidad para 841 reclusos de todas las edades. Un 70% de estos ha cometido ofensas contra menores, el resto contra adultos. Los vecinos apodan la cárcel “el palacio de los pedófilos”.
Por primera vez, la cadena británica BBC tuvo acceso sin precedentes a Whatton para averiguar qué es lo que se está haciendo para rehabilitar a algunas de las personas más despreciadas y temidas por la sociedad.
Aproximadamente la mitad de los presos cumplen sentencias de tiempo determinado, así que conocen la fecha de su liberación. Los otros no. Whatton es un centro de tratamiento especializado en rehabilitación, que ofrece una amplia gama de programas para abusadores sexuales, más que cualquier otra prisión en Reino Unido.
La mayoría de los reclusos en Whatton han reconocido sus crímenes y están trabajando para abordar sus problemas. La gama de ofensas por las cuales están presos varía considerablemente. Incluyen crímenes de contacto físico, como el manoseo, penetración, incesto, violencia relacionada con el sexo y hasta asesinato. Hay ofensas que se consideran de no contacto, como descargar ilegalmente imágenes sexuales de menores.
A partir de las revelaciones sobre figuras de alto perfil del mundo del entretenimiento, como el presentador de televisión Jimmy Savile, y la investigación subsiguiente que generó, conocida como Operación Yewtree, hay más criminales sexuales en el sistema penitenciario que nunca antes. Hay aproximadamente 11.700, de una población total penitenciaria de 85.000 en Inglaterra y Gales, con un aumento del 8% en 2014.
Dave Potter, uno de los coordinadores de los programas terapéuticos más experimentados, dice que tanto abusadores de menores como de adultos están mezclados para evitar que haya complicidad entre ellos sobre sus crímenes. “No tratamos a los violadores mejor que a la gente que ha abusado de menores, o los culpables de ofensas en internet, porque cada ofensa sexual ha dejado víctimas y ha destruido vidas, no importa contra quién haya sido, lo importante es que aquí no hay jerarquías”.
“Lo que hacemos en Whatton -dice Potter- es tratar de hacerles entender el daño que le han hecho a otros, el daño a ellos mismos, y de ver o identificar las señales de alerta, cuando queden libres, de que podrían estar tomando el camino hacia ofender de nuevo”.
Un caso fuerte es el de Steve, que acaba de llegar a Whatton después de abusar de su hijastra. Llora conmocionado cuando es entrevistado. “Para mí personalmente, cada día es un infierno. Hablamos del remordimiento y la culpabilidad y la humillación por lo que he hecho, no sólo contra mi víctima, sino contra mi familia y la comunidad en general, y todo lo que estaba haciendo antes y después”.
“No me queda nada. No tengo dónde caerme muerto. La pérdida es abrumadora y constante todo el tiempo”. Steve es un preso típico de Whatton, en el sentido de que la mayoría de las ofensas sexuales no son perpetradas por extraños, sino por miembros de la familia, en la casa, o por personas conocidas por la víctima.
“Estamos tratando con personas que no son monstruos”, dice la directora, Lynn Saunders. “Se trata del padre de alguien, un hijo, un hermano, un vecino, un tío. Cuando hablamos con la gente al respecto y preguntamos: ‘¿Cómo les gustaría que tratemos a estas personas? ¿Qué les gustaría que suceda con ellas? La gente responde de manera sorpresivamente compasiva. Estamos lidiando con personas con daños severos”.
Sin embargo, las emociones negativas como la humillación y la culpa manifestadas por presos como Steve son, según el personal de Whatton, un inmenso obstáculo en el proceso terapéutico. En cambio, se concentran en las cualidades y fortalezas de los reclusos como una manera para evitar que vuelvan a ofender en el futuro.
Eventualmente, la mayoría de los abusadores sexuales en Whatton regresará a la comunidad. De acuerdo con Saunders, la tasa de reincidencia es sorpresivamente baja; un 6% comparada con el 50% de la población general de reclusos. Pero, al fin de cuentas, la protección del público es primordial, ellos deben garantizar la seguridad de la gente. El problema del riesgo es la principal preocupación de la mayoría del público.
Potter reconoce que no hay garantías que un preso liberado no vuelva a ofender otra vez, pero señala: “Con el trabajo que hacemos, creo profundamente que les damos las herramientas para manejar sus riesgos. Estoy muy seguro de que si no hacemos nada con ellos, si no les ofrecemos algún tipo de ayuda, ¿que evitará que vuelvan a cometer un crimen?”.