Carles-Andreu Fernández Piñero
Economista
Por si no teníamos bastante con el sector público, a los escándalos económicos que ya tenemos en España se une el de Gowex, la empresa de wifi considerada la joya del Mercado Alternativo Bursátil (MAB). Esta entidad ha solicitado el concurso de acreedores después de que una consultora a cuyos creadores les gusta mucho Batman (se llama Gotham City Research), publicara que sus cuentas escondían mentiras tan gordas como la cifra de ventas, de las que estimaban que el 90% no eran reales. Tan mal veían la situación de la empresa española que no daban ni un céntimo por sus acciones (literalmente, porque las valoraban a cero euros). El presidente de Gowex, Jenaro García, automáticamente dijo que eso era “manifiestamente falso”, pero aún así las acciones cayeron un 45% el día en que se supo la noticia, el 1 de julio. Ahora bien, parece que no era tan “falso” el informe, pues pocos días después García admitió que las cuentas de los últimos cuatro años estaban “maquilladas”, dimitió, pidió perdón por Twitter y solicitó el concurso de acreedores porque la empresa no podía hacer frente a sus deudas.
Claro, al pasar esto se ha armado una monumental que ha salpicado hasta a la Comisión Nacional del Mercado de Valores, el organismo público que supervisa e inspecciona dichos mercados y a los que intervienen en los mismos. Muchos se preguntan: ¿esta entidad cómo inspecciona? Y aunque no cotizara en bolsa, ¿las empresas grandes no tienen que pasar una auditoría externa obligatoria?
En teoría, sí. Para el que no lo sepa, una auditoría sirve para comprobar que realmente, la contabilidad de una empresa dé la “imagen fiel” de la misma, o sea, que marque lo que realmente ha ingresado, lo que realmente ha gastado, lo que realmente debe (pasivo), lo que realmente le deben (activo) y lo que realmente tiene (más activo). En la práctica, consiste en que hay que contratar una empresa auditora que envía uno o más señores al departamento de contabilidad, con la sana intención de dar la paliza pidiendo balances, libros mayores (extractos de cuentas, para entendernos) y papeles y más papeles (facturas, comprobantes varios…). Después de una temporada teniéndolos rondando por la oficina, emiten un informe donde dicen que las cuentas están bien hechas, o por el contrario lo que hay que modificar.
Ahora bien, la comentada es la dinámica habitual y como deben hacerse las cosas. Pero en ocasiones pasa que cuando una empresa tiene toda la vida a los mismos auditores, a veces pasa que se hacen coleguitas y quien tiene que revisar las cuentas se fía de su cliente, limitándose a repasar cuatro cosas importantes y a almorzar con el jefe de contabilidad. Firma como que todo está bien, confiado en que la empresa lo ha hecho todo bien y no ha colado ninguna trola, y punto. No tiene por qué haber sido esto lo que pasó en Gowex, porque -aunque sea más difícil- pueden haber tenido un malabarista de la contabilidad y haber engañado a los auditores, aunque si ha sido esto, no estaría muy bien hecha la trampa cuando unos analistas que ni siquiera han puesto un pie en Gowex (los de la ciudad de Batman) las hayan encontrado.
En resumidas cuentas, ya tenemos otro caso que aumenta la fama de los chorizos españoles, aunque por el mundo ya tienen claro que son buenos.