Hasta el próximo 8 de noviembre la artista plástica Carmen Grau expone su nueva trabajo individual ‘8 dípticos y 1 políptico’ en el Centro Obrapropia Cultural (C/Puerto Rico nº 40, Valencia). La oportunidad de hablar con una de las referencias más importantes del arte valenciano sirvió para un nuevo encuentro de la sección ‘¿Quién pasa por Obrapropia?’ y reunirnos con la artista para conocer de cerca su nuevo trabajo y charlar con ella de, forma informal, del porqué de su prolongada ausencia de las salas y museos valencianos.
‘8 dípticos y 1 políptico’ es el regreso de Carmen Grau, tras 10 años sin exponer de forma personal, al panorama de la escena plástica valenciana. Un retorno que supone una alegría para esta ciudad y para quienes siguen su excelente trayectoria. La exposición, que en palabras de Grau podría ser una ‘retrospectiva’, contó con el comisariado de la pintora Karina Vagranova y la coordinación del pintor Vicente Dobón.
El encuentro tuvo lugar en la propia sede de la exposición contando con la colaboración del gerente del Centro Obrapropia Cultural, Vicente Vercher y el periodista gráfico Javier Furió.
Carmen Grau se presentó puntual y rompió el protocolo habitual del frío saludo con la mano por el cercano beso en la mejilla. Habilita con su gesto, y sus sonrisas, el inicio de un entrevista próxima y abierta.
El Péndulo: Nos alegramos de su regreso a una sala de exposiciones tras una ausencia de diez años sin ver su obra de forma individual.
Carmen Grau: (con una sonrisa) Bueno, de forma individual no he estado presente pero sí que he expuesto en muchas exposiciones colectivas. Desde mis últimas exposiciones en el Almudín, en el 2001, y en el Palau de la Música en… 2003, si no recuerdo mal, siempre he participado en varias exposiciones colectivas pero de forma individual llevaba bastante tiempo sin mostrar mis trabajos.
E.P.: Para quienes conocen su trabajo y su obra resultaba llamativo no verla con sus obras más actuales o más próximas en el tiempo.
C.G.: ¿Quizás porque no me llaman? Yo sigo trabajando en mi estudio y sigo desarrollando mi obra. Sinceramente no lo sé. En estos momentos tengo elaboradas tres exposiciones que siguen esperando su turno. No sé cuál es el motivo para que mi trabajo no pueda estar presente en un museo público o en un espacio público. No sé si es algo personal o profesional pero no soy una creadora problemática ni conflictiva (realiza este comentario con una leve sonrisa y subiendo levemente sus hombros). No debe ser por mí que lleve tanto tiempo sin mostrar mi trabajo. Expuse en Barcelona hace unos años pero en Valencia todavía no recibí ninguna llamada, tal vez sea una cuestión de tiempos, no lo sé, pero no ha habido interés en contar conmigo. Puede que sea tema de comunicación (y sonríe).
No sé cuál es el motivo para que mi trabajo no pueda estar presente en un museo público o en un espacio público.
E.P.: Recientemente acaba de publicar ‘Azul ultramar’ que recoge diversos textos sobre personajes y territorios muy de su gusto. Hay pensamientos y reflexiones, ¿siente la vocación de escribir tanto como la de pintar?
C.G.: A mí me gusta la poesía y soy muy lectora. Escribí un libro de poesía (‘Escenarios’, 2011) porque veo que la poesía tiene una fuerza enorme en sus imágenes. Encuentro una asociación que me atrae y casi siempre suelo pintar y escribir y…, voy tomando notas y apuntes de lo que hago, de las obras, y cojo un lápiz para ir escribiendo lo que se me ocurre, lo que pienso.
E.P.: ¿Vocación literaria?
C.G.: (sonríe y sus ojos avivan la mirada) En realidad son emociones y pensamientos pero me gusta tomar apuntes con lápiz porque me recuerda a mi padre y porque lo aprendí de él.
‘Mujeres’: Es como un pequeño tributo a mujeres de distintas épocas y de espacios muy distintos pero que tienen muchas cosas en común y que, yo también, siento que tienen algo en común conmigo.
E.P.: Ese gran políptico titulado ‘Mujeres’ atrapa a muchas creadoras y autoras. Vemos a Violeta Parra, a Maruja Torres, a Billie Holiday…
C.G.: Y a La Maga y a La Pasionaria… Sí, es un trabajo compuesto por 150 pequeños cuadros, aunque aquí hay 117. Es como un pequeño tributo a mujeres de distintas épocas y de espacios muy distintos pero que tienen muchas cosas en común y que, yo también, siento que tienen algo en común conmigo. Es un políptico que he estado realizando desde el ’97 y, como puedes ver, son piezas pequeñas que forman una gran paisaje femenino.
E.P.: ‘8 dípticos y 1 políptico’ forman una muestra muy interesante de lo que ha estado haciendo en los últimos años: grandes formatos y una presencia donde la forma y hasta la palabra parecen encontrar su hueco entre el color.
C.G.: Bueno, aquí hay obras que he realizado desde 1985 hasta la actualidad, es casi una visión amplia, como los cuadros (dice sonriendo), de lo que he estado haciendo en los últimos 30 años. No sé si llamarlo retrospectiva pero es lo más parecido. Es verdad lo que dices de la palabra, debe ser algo que va asociado a mi manera de entender el arte y creo que hay una correspondencia entre palabra y pintura. Casi siempre alguna expresión de la poesía, alguna imagen poética, algo de un texto poético me sirve de punto de partida. Es como la necesidad de expresar, en el campo visual, la poesía, lo poético…, es algo que quiero expresar en el espacio de la obra…, y a veces toda esa combinación sale bien.
Hay que indicar que una de las piezas que componen la exposición parte de un texto de Thomas S. Eliot, ‘El entierro de los muertos’, que manifiesta la comunión que la artista tiene con la literatura y su expresión plástica.
El barrio de Russafa tiene una interesante actividad cultural donde puedes encontrar desde pequeñas exposiciones hasta locales musicales.
E.P.: Este espacio es perfecto para una exposición de gran formato. Fuera de los espacios públicos es difícil encontrar salas que permitan albergar una exposición como esta.
C.G.: El espacio me pareció muy interesante y lo suficientemente amplio y diáfano como traer aquí los cuadros. Ya que no había un espacio público para mí (y sonríe ladeando su mirada), Obrapropia me pareció el más idóneo ya que tiene una sala enorme que permitía colgar cuadros de gran tamaño. Además, el barrio de Russafa tiene una interesante actividad cultural donde puedes encontrar desde pequeñas exposiciones hasta locales musicales.
E.P.: Russafa se muestra como un barrio alternativo pero también la crisis ha hecho que se reinvente.
C.G.: El mundo del arte no funciona bien en esta ciudad. No es nuevo. Precisamente en el apartado del mundo artístico y de la plástica Valencia funciona con altibajos, es…, irregular (y gesticula con la mano). Aquí no suele haber un relación estrecha entre las propuestas artísticas y el resto de la sociedad, hay demasiado espacio entre la sociedad y lo que muestran los creadores. Quizás porque falta una labor de más apoyo, de acercamiento, desde otros sectores. La crisis está y puede estar mucho tiempo pero se necesita voluntad para aproximar la obra plástica a la sociedad.
Mi acción sobre el cuadro (…) muestra la idea que atrapa la obra, mi mirada sobre la sociedad y mi propio compromiso con lo que hago y lo que expreso.
E.P.: El artista, el pintor, el creador, ¿debe tener una actitud de compromiso?
C.G.: Debe tener un compromiso con él mismo y por lo tanto lo tendrá con la obra y con la sociedad. Debe haber una actitud de compromiso, de manifestar su expresión. Es muy importante el componente de exigencia y crítica con lo que uno hace y el resultado de ese trabajo se verá en la obra. Mi acción sobre el cuadro, y lo puedes ver en ‘Mujeres’, muestra la idea que atrapa la obra, mi mirada sobre la sociedad y mi propio compromiso con lo que hago y lo que expreso.
E.P.: También en el gran díptico que titula ‘Autorretrato’ se ve su recorrido y ese compromiso personal
C.G.: (sonríe) Bueno allí hay de todo. Sí, creo que mirándolo bien se puede encontrar toda esa evolución. Están los libros, la niña, la creadora… También ese compromiso personal y vital está atrapado, supongo que sí.
Mi pasión por la lectura viene de mi padre,José Grau(Hernández. Valencia 1914-1998), que fue ilustrador y dibujante de cómics.
E.P.: Y la lectura. Otro de los dípticos representa una gran cantidad de libros abiertos como una biblioteca por descubrir.
C.G.: Sí, están abiertos y con las hojas centrales hacia arriba… Mi pasión por la lectura viene de mi padre, José Grau (Hernández. Valencia 1914-1998), que fue ilustrador y dibujante de cómics. Él trabajaba para la revista ‘Paturuzito’ (revista semanal de cómics publicada en Argentina desde 1945, actualmente mensual, bajo dirección de Dante Quinterno, que reunía las aventuras del personaje homónimo junto a otros personajes del cómic mundial), y en mi casa siempre leíamos las aventuras de aquel personaje. Además también dibujaban ilustradores como Alex Reymond, Alberto Breccia…, y nos divertíamos muchísimo.
E.P.: Es sorprendente que su padre haya dibujado en una revista clásica del cómic en Argentina.
C.G.: Sí, sí. A casa llegan los paquetes con las revistas, que tenían formato de revista grande y…
E.P.: En la década de los ’60 el formato pasó a ser apaisado.
C.G.: Pues en aquellos años era como una revista normal y nosotros leímos las aventuras del indiecito Paturuzito y aprovechábamos para leer todos los cómics que le llegaban y así conocimos a los grandes nombres del cómic mundial que también dibujaban allí.
Mi padre debía cobrar el trabajo que estaba realizando para ‘Paturuzito’ y entonces tuvo que ir a Madrid para recibir su dinero (…) y volvió a casa(…)con una maleta llena de billetes…
E.P.: ¿Y hasta qué edad publico su padre sus historietas en ‘Paturuzito’?
C.G.: Pues, supongo que hasta finales de los ’50 o principios de los ’60 porque después él comienza a trabajar para editoriales británicas. Hay una anécdota muy divertida en la que mi padre debía cobrar el trabajo que estaba realizando para ‘Paturuzito’ y entonces tuvo que ir a Madrid para recibir su dinero y allí le pagaron en efectivo y volvió a casa (comenta sonriendo) con una maleta llena de billetes y mi madre, y todos, quedamos sorprendidos por aquella cantidad de billetes que había transportado.
E.P.: ¿Y cómo le dieron un cheque?
C.G.: No lo sé. Posiblemente no existían los cheques, no lo sé, así que mi padre cogió la maleta y volvió a casa con un montón de dinero.
E.P.: Es una anécdota estupenda. Dante Quinterno gozó de mucho éxito con sus personajes y con sus publicaciones así que su padre estaba en una revista muy apreciada.
C.G.: Sí, el era un dibujante muy apreciado. Yo, en algunas ocasiones, me acercaba a su mesa de dibujo y lo veía mover el lápiz sobre la hoja y me queda maravillada. Ponía mis manos sobre la mesa y me queda muy quieta. A veces él me decía “no muevas la mesa” y yo no había movido ni un solo dedo (dice con una sonrisa y abriendo sus ojos). Era muy, muy meticuloso con su trabajo.
E.P.: Quizás por eso tiene la costumbre de tomar un lápiz para sus notas.
C.G.: Si, me recuerda a mi padre y su trabajo.
E.P.: Muchas gracias por atender nuestro medio y bienvenida por su nuevo trabajo. Deseamos que tarde en volver con una nueva exposición.
C.G.: Gracias a vosotros y…, vamos a desear que podamos ofrecer un nuevo trabajo aquí en Valencia.
VLC Noticias /Jimmy Entraigües-Fotografía: Javier Furió