La Fundación Valenciana de Estudios Avanzados ha celebrado la cuarta sesión del ciclo de conferencias Arquitectura Cósmica: Materia y Energía en el Universo. Bajo el título ‘Telescopios de neutrinos: otra forma de mirar el cielo’, Juan Zúñiga, profesor del departamento de Física Atómica Molecular y Nuclear de la Universitat de València, ha explicado cómo los telescopios de neutrinos, sumergidos en el fondo del Mar Mediterráneo y en las profundidades del hielo ártico, son capaces de detectar estas partículas procedentes de los fenómenos más violentos del Universo.
Zúñiga ha explicado que “cuando pensamos en un telescopio, imaginamos una gran construcción sobre una montaña mirando hacia el cielo. Los telescopios de neutrinos, en cambio, se encuentran sumergidos a 2.500 metros bajo el nivel del mar y mirando hacia el suelo”. “Al ser una partícula neutra, los neutrinos no son desviados ni absorbidos por el campo magnético de la Tierra, por lo que su detección permite observar el horizonte más lejano del cosmos”, ha continuado.
Durante la conferencia, Zúñiga también ha destacado que “el estudio de los neutrinos también puede servir para predecir la existencia de la materia oscura. Se cree que este tipo de partículas, que no somos capaces de medir ni de interactuar con ellas, se concentran en grandes cuerpos como una estrella o nuestro Sol. Su desintegración puede crear neutrinos y la detección de estos puede ser la evidencia indirecta de su existencia”.
Zúñiga ha continuado explicando la razón por la que los telescopios de neutrinos se encuentran sumergidos en las profundidades marinas. “Los neutrinos provenientes del cosmos atraviesan la tierra debido a su carga de energía y a su enorme aceleración. Los telescopios de neutrinos situados en el hemisferio norte miran al suelo, precisamente, para estudiar la bóveda celeste del hemisferio sur, utilizando el propio planeta como escudo protector”.
Durante el transcurso de la conferencia, el profesor Zúñiga ha profundizado en el proyecto Antares, un telescopio de neutrinos situado en la costa de Marsella en una sima a 2.500 metros de profundidad cuya construcción ha contado con la colaboración de ocho países, entre ellos España, con la Universitat de València. “La precisión de estos telescopios es enorme, llegando incluso a medir la posición exacta de la luna en el otro hemisferio, únicamente observando el hueco que deja su masa en los haces de partículas que atraviesan la tierra”. En los últimos cuatro años, se han detectado 3.000 neutrinos y ahora se necesita diferenciar si son neutrinos atmosféricos o procedentes del cosmos.
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