21 de noviembre de 2025
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Colapso exprés en la Antártida: el glaciar Hektoria pierde la mitad de su hielo en solo dos meses






Colapso exprés en la Antártida: el glaciar Hektoria pierde la mitad de su hielo en solo dos meses

Un estudio científico documenta cómo el glaciar Hektoria, en la península de Graham, perdió alrededor del 50% de su superficie y retrocedió más de ocho kilómetros en apenas ocho semanas, un derrumbe súbito que refuerza las alarmas sobre la estabilidad del hielo antártico y la futura subida del nivel del mar.

Redacción | 20 de noviembre de 2025

El glaciar Hektoria, en la costa oriental de la península de Graham, muestra un retroceso brusco y fracturas masivas en su frente helado.

Un glaciar que se rompe en semanas, no en siglos

El glaciar Hektoria, situado en la costa oriental de la península de Graham, en la Antártida, se ha convertido en el último símbolo del deshielo acelerado del planeta. Según una investigación publicada en la revista Nature Geoscience por un equipo de la Universidad de Colorado en Boulder, la lengua de hielo perdió alrededor del 50% de su superficie en tan solo dos meses, entre noviembre y diciembre de 2022, con un retroceso de 8,2 kilómetros.

Los autores del trabajo califican el episodio de insólito por su rapidez. Los glaciares que reposan sobre el lecho marino suelen desplazarse unos cientos de metros al año, pero Hektoria avanzó hacia el interior casi diez kilómetros en cuestión de semanas, dejando al descubierto una enorme área antes ocupada por hielo compacto.

La investigadora Naomi Ochwat, del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales (CIRES), recuerda el impacto del primer reconocimiento aéreo tras el derrumbe: al sobrevolar la zona en 2024, describió como “inmensa” la superficie colapsada. El fenómeno se detectó inicialmente a partir de imágenes de satélite de alta resolución, que mostraron un cambio abrupto en la morfología del glaciar, acompañado de señales sísmicas asociadas a la fractura del hielo.

Un lecho marino inestable y océanos más cálidos

El estudio señala que el comportamiento de Hektoria no puede entenderse sin mirar bajo el hielo. A diferencia de otros glaciares asentados sobre roca firme por encima del nivel del mar, gran parte de este manto helado reposaba sobre una llanura de roca y hielo por debajo del nivel marino. El calentamiento del océano circundante y la pérdida del hielo marino que actuaba como “talud” natural añadieron inestabilidad a todo el sistema.

Con la llegada de aguas más templadas, la base del glaciar comenzó a fundirse y a desprenderse del lecho rocoso, hasta flotar parcialmente. Esa pérdida de anclaje facilitó la aparición de grietas profundas desde la base, que terminaron conectando con las fracturas superficiales visibles en las imágenes de satélite. El resultado fue un colapso estructural del frente glaciar, con enormes bloques de hielo desprendiéndose en cadena.

Los investigadores subrayan que este proceso refleja el doble impacto del calentamiento global sobre la criosfera: por un lado, el aumento de la temperatura del océano socava el hielo desde abajo; por otro, una atmósfera más cálida favorece la fusión superficial y la formación de fisuras que debilitan aún más la estructura del glaciar.

Una advertencia para glaciares mucho más grandes

Para los científicos, Hektoria es algo más que un caso extremo. Es un aviso de lo que podría ocurrir en otros glaciares antárticos de tamaño muy superior si se reproducen las mismas condiciones de calentamiento oceánico y pérdida de apoyo en el lecho marino.

El coautor del estudio, Ted Scambos, advierte de que un colapso tan rápido obliga a revisar las expectativas sobre la velocidad a la que pueden responder otros sistemas helados al calentamiento global. Lo que hasta hace poco se consideraba un proceso de décadas o siglos, en este caso se ha desencadenado en cuestión de semanas.

La Antártida alberga suficiente hielo como para elevar el nivel medio del mar en unos 58 metros si se derritiera en su totalidad. Aunque nadie contempla ese escenario en el corto plazo, cada episodio de desintegración glaciar aporta nuevas pistas sobre la vulnerabilidad de regiones clave y sobre la posible aceleración de la subida del nivel del mar en las próximas décadas.

Más presión sobre las ciudades costeras

Los investigadores recuerdan que el destino del hielo antártico está directamente vinculado a la seguridad de millones de personas que viven en zonas litorales. Incluso incrementos aparentemente moderados del nivel del mar, de entre medio metro y un metro, pueden multiplicar el riesgo de inundaciones, agravar temporales costeros y forzar costosas obras de protección o desplazamientos de población.

En este contexto, el colapso de Hektoria se lee como un nuevo capítulo de un mismo relato: el de un océano que se calienta y erosiona desde abajo las plataformas de hielo, mientras la atmósfera altera su estabilidad desde arriba. Cada glaciar que se rompe más rápido de lo previsto estrecha los márgenes de tiempo para adaptarse.

Un llamamiento a la acción climática

El equipo firmante del estudio insiste en que la evidencia científica es cada vez más contundente. El calentamiento provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero está modificando los equilibrios físicos que mantenían relativamente estable el hielo de la Antártida. Y las consecuencias, tarde o temprano, se harán sentir en todas las costas del planeta.

Los autores reclaman una reducción drástica y sostenida de las emisiones, así como una planificación más ambiciosa de la adaptación en las zonas costeras. A su juicio, lo que está ocurriendo en lugares remotos como la península de Graham no es una curiosidad científica, sino un indicador adelantado de los riesgos que afrontan ciudades y comunidades que hoy viven de espaldas a la evolución del hielo antártico.

El derrumbe del glaciar Hektoria se suma así a una lista creciente de señales de alerta. Para la comunidad científica, el mensaje es claro: el margen de maniobra para limitar la subida del nivel del mar sigue existiendo, pero se reduce cada vez que un glaciar se rompe más rápido de lo que preveían los modelos.

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