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Cómo se cuidaban los dientes en la Edad Media: el secreto de una sonrisa sin azúcar
En los tiempos de castillos y caballeros, una sonrisa blanca y un aliento fresco eran símbolos de belleza y estatus. Aunque solemos imaginar a los medievales con los dientes ennegrecidos y una higiene descuidada, la realidad fue mucho más refinada. En la Edad Media, la limpieza bucal formaba parte de la vida cotidiana.
Un mundo sin azúcar ni caries
El azúcar era un lujo reservado para reyes y nobles. La mayoría de la población apenas lo probaba, y esa diferencia marcó su salud dental. Estudios arqueológicos han revelado que solo un 20% de los dientes medievales tenía caries, frente al 90% en el siglo XX. El verdadero enemigo no era el azúcar, sino la arenilla del pan molido en molinos de piedra, que erosionaba poco a poco el esmalte dental.
Hierbas, vino y lino: el ritual de limpieza
Los manuales de medicina medieval recomendaban frotar los dientes con paños de lino humedecidos en agua o vino para eliminar impurezas. También se usaban mezclas de hierbas y sales para blanquear y refrescar el aliento: salvia con sal, carbón de romero, o una pasta hecha con pimienta, menta y sal de roca.
Los enjuagues bucales solían elaborarse con vino o vinagre infusionado con hierbas como menta, mejorana o canela. Y para disimular el mal aliento, nada mejor que masticar semillas de hinojo, perejil o clavo. Estos métodos naturales eran sencillos, pero efectivos.
Los barberos-cirujanos: dentistas del medievo
Cuando un diente se dañaba, las soluciones eran dolorosas. No existían empastes ni anestesia: la extracción era la única opción. Los barberos-cirujanos —que cortaban el pelo, sangraban y operaban— se encargaban también de arrancar dientes con tenazas de hierro. A veces, aplicaban ungüentos de hierbas o vino caliente para calmar el dolor.
Las clases altas podían permitirse dentaduras postizas fabricadas con hueso de vaca, marfil o incluso dientes humanos, aunque resultaban incómodas y poco duraderas. Pese a ello, eran un símbolo de estatus entre nobles y cortesanos.
El legado de una sonrisa medieval
Aunque los métodos eran rudimentarios, la higiene dental medieval era sorprendentemente eficaz. Una dieta sin azúcares refinados, combinada con el uso de hierbas aromáticas y técnicas de limpieza simples, mantuvo durante siglos las sonrisas más sanas de Europa. Paradójicamente, el auge del azúcar en la Edad Moderna trajo consigo lo que la Edad Media había evitado: la decadencia dental.
Así, detrás de los muros de piedra y las velas encendidas, la gente medieval sonreía más de lo que creemos… y con mejor aliento.
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