El Péndulo | J. Entraigües.- El origen de ‘Después del ensayo’ es una película rodada para la televisión sueca que Ingmar Bergman realizó en 1984. El dramaturgo había escrito la pieza cuatro años antes (con idea de ser llevada a la escena) y en él presentaba a un viejo director de teatro, él mismo sin ninguna duda, a quien tras un ensayo (‘El sueño’, de Strindberg) se le aparecen dos mujeres: una de ellas es una joven actriz dispuesta a sacrificarlo todo por el arte y su carrera; y la otra, una antigua actriz y amante del director, madre de la joven promesa, que irrumpe para poner en solfa los pilares del viejo director.
Bajo estos mimbres Bergman teje un complejo retrato donde desnuda, a través de sus personajes, un sincero tapiz autocrítico en el que el teatro (representación) y realidad (otro representación) trasmutan y conviven dejando al descubierto la debilidad humana y en la que la vejez, la juventud, la pasión, la mentira, los roles, el amor y el sexo se exponen en toda su crudeza. Así llegó al Teatro Talía la versión que el director Juan José Alfonso ha propuesto de ‘Después del ensayo’, desnuda, limpia de artificios. Bajo la versión, que no adaptación, de Joaquín Hinojosa el texto se revela profundo y sincero. Su dramaturgia transpira toda la esencia bergmaniana dejando que público la reciba como una potente confesión.
En Bergman el texto es por y para el actor/actriz, la palabra es revelación y requiere de los intérpretes una involucración plena y disciplinada y Alfonso, con acertada mano, pone el trío protagonista en manos de tres eficaces nombres: Emilio Gutiérrez Caba, Chusa Barbero y Rocío Peláez.
El triángulo de acciones funciona ordenadamente, después de todo la pieza es una cirugía sobre el binomio hombre/mujeres (o mujeres), la pasión sobre la escena y sus máscaras y el choque entre la realidad y la ficción y…, el trío artístico responde con eficacia a las tramas establecidas. Se agradecen las transiciones escénicas con el bello ‘Sarabande’ de Bach y el ajustado uso del espacio escénico, la fluidez de la obra hace que el espectador pegue su mirada a cuanto pasa. Siempre es un gusto disfrutar del teatro de Bergman y si la propuesta nace con la solidez y el respeto que ‘Después del ensayo’ trajo a Valencia, ¡bienvenida sea! Deseamos que muy pronto vuelva al Talía.