El Péndulo | Jimmy Entraigües.- David Trashumante es en realidad David Moreno Hernández, un logroñés radicado en Valencia que aúna, en todas sus facetas, la condición de poeta, agitador cultural, creador multidisciplinar, performer… Un espíritu libre y rebelde dispuesto a participar y colaborar en toda propuesta cultural que suponga una bocanada de aire fresco.
Autor de ‘Parole, parole y otras palabras’ (2006), ‘El amor de los peces’ (2014) y ‘Tacto de texto’ (2014), Trashumante acaba de publicar, a través de Baile de Sol ediciones, un poemario titulado ‘A viva muerte’.
Con la disidencia y la desconformidad por bandera David Trashumante nos propone adentrarnos en los territorios de la parca desde varios puntos de vista y desde diversas aproximaciones. Para hablar de la muerte, la disidencia y la poesía, nos reunimos con el autor para conocer hasta qué punto su poemario nos acerca o nos separa del suspiro final
El Péndulo: El título de la obra, ‘A viva muerte’, ya juega con un oxímoron que más que un metáfora sobre términos opuestos invoca a la plena vitalidad de la muerte, ¿qué esconden los poemas de este trabajo?
David Trashumante: Es un grito muy vital nacido desde la mayor de las oscuridades. Por un lado, la primera parte del libro que aborda el miedo a la muerte, es donde voy intentando llevarme, a través de la poesía, a ese momento, intento conjeturar cuáles son las sensaciones físicas, fisiológicas, emocionales…, de una persona que fallece y voy pasando de ese punto de ancla por varios aspectos tanto de cómo se muere uno, cómo se mueren los demás hasta echar mano de mi pobre biografía en cuanto a la muerte hasta intentar hablar de ese limbo, de esa zona oscura, de ese punto de no retorno que no sabemos que hay y…, luego ya empiezo a abordar el tema de la muerte desde un plano más político y social. Es decir, cómo concebimos la muerte en la sociedad, como esta sociedad nos impone una muerte en vida…, empiezo a tocar el tema de la eutanasia, la pena de muerte, el aborto…, en fin, voy tocando todos aquellos temas susceptibles que se refieren a la muerte.
E.P.: Pero el simbolismo de la muerte también va asociado al tema de la resurrección y el renacer.
D.T.: Es ese sentido el libro no es nada vital. No hay un consuelo en el que vayamos a desaparecer o no desaparecer o…, no desaparecemos porque somos energía, no hay ninguna pregunta sobre otra salida, no hay solución de continuidad. Aborda la muerte desde un punto más trágico que es la pérdida de la conciencia. Lo que tienes que cogerlo ahora, tienes que empezar desde ya, no creo tanto en ese crecimiento que nos habla del espíritu y…, no, no, no. Tienes que cogerlo ahora, ahora es cuando existen los problemas, ahora es cuando tienes que hacer tu revolución interior, ahora es cuando hay que hacer las cosas. El tema está tratado desde ese punto de vista. De aprovechar el ahora porque luego vas a desaparecer.
E.P.: Incluyes, antes de cada poema, la cita de un poeta o una poeta vinculada a la muerte, un especie de homenaje ante el hecho de la muerte. Citas a Buñuel, Pizarnik, Miguel Hernández…
D.T.: Sí, hay como un juego. Pizarnik, en concreto, es una poeta muy potente en ese sentido. He intentado buscar poetas que hayan tratado el tema de la muerte desde su obra o…, su coqueteo con la muerte. Luego hay un juego muy interesante y es que hay un montón de ‘últimas palabras’, de gente conocida, y esas citas me parecían muy interesantes sobre qué se dice en el último momento. Hay una de un poeta alemán…, Heideberg, creo (en realidad se refiere al poeta Jakob Haringer que dijo “Me cago en el mundo”, página 94 del libro) que…, manda un poco a la mierda a la vida en sus últimas palabras. Sus últimas palabras son para decir ‘qué asco’ y…, ese último instante, lo que cada uno dice, me pareció muy, muy interesante de explorar dentro de los poemas.
E.P.: También juegas a un efecto visual, con los textos, muy potente. Variando los tipos de letra, cambiando las reglas visuales de la lectura, incluyendo lecturas forzadas o generando muchos espacios en blanco.
D.T.: Sí, sí. Tienes toda la razón. El poema propuesta tiene una clara connotación antiimperialista ya que el libro está muy marcado por una ideología como la mía que es anticolonial, anticapitalista y sobre todo antineoliberal y contra la cultura yanqui que tanto daño ha hecho a la nuestra y a Sudamérica y…, esa colonización que nos ha metido el cementerio de Arlington hasta la sopa como esa cosa del patriotismo como si fuera nuestro y…, digo ‘yo también tengo mi patria’ y ‘tengo mis caídos’. Me pareció interesante el proponer al lector que haga una lectura distinta que la de izquierda a derecha… Pusimos los nombres muy chiquititos y…., aunque sean famosos, es la memoria lo que nos puede quedar a la disidencia que es amplia y es global.
E.P.: Pero la poesía puede tener un valor de disidencia y de unión, sea de un signo u otro; también los disidentes se unen y se reúnen, ¿no?
D.T.: Sí, claro, por supuesto. Englobo este libro, en concreto, dentro de una corriente poética que se llama ‘la poesía de la conciencia crítica’ que muchos de los poetas que han firmado el libro de condolencias que hay dentro de ‘A viva muerte’, forman parte de ella. Y, prácticamente, sus postulados vienen a contar es: dejamos espacio, es decir el lugar que debe ocupar la poesía lírica, en estos momentos, se puede llegar a entender que mira para otro lado, a lo que está sucediendo en el día a día real. Que la poesía debe estar un poco más pegada a los problemas y sobre todo a las injusticias, a todo lo que está sucediendo y que el poeta vale para ser un vocero de ese tipo de cosas. Casi me atrevería a asegurar que vivimos tiempos de guerra a nivel dialectal, cientos de palabras se meten en nuestro discurso, está a la orden del día comentarios como ‘pagos en diferido’ y todo este léxico tóxico que nos meten y…, entonces es un momento en que la poesía se pueda posicionar en ese sentido.
E.P.: Pero en la lengua castellana siempre hemos tenido una poesía combativa y no solo en Latinoamérica como Neruda, Benedetti o Gabriela Mistral sino aquí, en España, con Miguel Hernández, Lorca, Pepe Hierro…, siempre hubo una poesía contestataria al poder, ¿vosotros recogéis el testigo de esos poetas?
D.T.: A ver, yo coincido contigo, nunca ha desaparecido la poesía combativa porque el combate existe y luego…, los poetas y las poetas creo que somos profundamente humanistas. Al margen de los partidismos creo que todo ese tipo de energías contestatarias siempre han terminado siendo negativas, que han sido absorbidas por algún tipo de partido, siempre se han politizado y…, ha habido reflotes a lo largo de la historia pero, de un tiempo a esta parte, sobre todo a raíz del nacimiento de la poesía de la conciencia crítica, cogen toda esta poesía y la cosa empezó a banalizarse y la propia experiencia se ha utilizado, salvando excepciones como el poeta Fernando Beltrán dentro de la poesía de la experiencia, y…, esa banalización la estamos viendo a diario. Se usa ‘el rojeras’, ese ‘rojeras’ simpático pero no se usan nombres y apellidos y la ignominia tiene nombres y apellidos y ahí es donde creo que la frontalidad de la poesía de la conciencia crítica da un paso más allá aparte de que, en lo general, propone postulados más libertarios, ácratas, está más a la urgencia de lo que sucede. Creo que es un palo natural del poeta ser crítico y por eso ahonda mucho ‘A viva muerte’. Vivimos en una sociedad que vive un sistema de muerte y creo que el poeta es un glosador de la existencia…, incluso ya sea la tristeza, ya sea el dolor pero lo hace desde esa vitalidad de ‘estamos vivos’. Sin embargo estamos llegando a un punto social en el que la vida, con lo bueno y lo malo, está como abolida, lo único que quieren es gente sumisa, que entregue su libertad por seguridad, estabilidad, que no pase nunca nada, que todo lo que pase, emocionalmente, este controlado por los mass media o…, toda experiencia emocionalmente potente en la vida está relegada ya a espacios espectaculares nada más.
E.P.: Es una poesía que rechaza la homogenización del pensamiento.
D.T.: Totalmente. Desde los años 90’, con el auge de la globalización, que es lo que se pretende. Es decir, abolir la pluralidad cultural. ¿Por qué? Porque cientos de miles de pequeñas culturas son incontrolables y sobre todo cómo se relacionan entre sí y cómo van a evolucionar, sin embargo una sola es mucho más fácil de controlar y…, se ha notado mucho esa manera de apropiarse de todos los espacios, de no dejar de achicar los huecos, de dejarnos relacionarnos desde la pluralidad y desde la libertad.
E.P.: y desde la disidencia según proclama ‘A viva muerte’.
D.T.: Por supuesto, tiene que ser así, desde la disidencia más radical. De hecho, comentaba con un amigo que estamos en un espacio de resistencia. Realmente vivimos en una línea de dificultad y lo único que podemos hacer es resistir y…, contra esa resistencia también se revela este libro, intenta morder y alterar a lo poético y a los poetas. Creo que también tienen gran parte de culpa sobre lo mucho que nos pasa en cuanto que la gente le ha dado la espalda a la poesía.
E.P.: David, muchas gracias por atendernos y que ‘A viva muerte’ abra su espacio entre los lectores de poesía y que otros nuevos también se sumen a tu propuesta.
D.T.: Gracias, de verdad. Mira, es un momento de ir a por las personas. Hay lectores cómplices y busco mucho los espacios de confrontación y si voy a un mercado, una plaza o una calle a leer poesía encuentro que, de las veinte personas que asisten, quince me odian, pero diez están dispuestas a conectar y eso para mí es suficiente, así que…, gracias a vosotros por abrir esta ventana.