Valencia Noticias| Manon Campos.– El fabricante Foxconn, el mayor fabricante del mundo, tiene factorías de las que salen los Iphones, las Playstations, los Kindle y otros productos muy comercializados, y sus trabajadores se ven amenazados por el plan de la compañía de sustituir un 80% de ellos por robots.
Foxconn cuenta con un millón y medio de empleados, y su primer ejecutivo Terry Gou, prevé liderar un plan para automatizar su actividad con fin de “resolver la escasez de mano de obra cualificada”, y ha adelantado también que de aquí a cinco años usará robots para fabricar a otros robots.
Pero los empleados de esta empresa no deberían ser los únicos que están preocupados por esta medida, ya que si a esta empresa le compensa adquirir y programar robots para sustituir a las personas en un país como China, donde la mano de obra es mucho más barata que en Occidente, es lógico pensar que le compensará aún más en Occidente.
“Llevamos 40 años oyendo lo mismo sobre la llegada de los robots a las casas y a las empresas”, reconoce el director del Museo de los Robots de Madrid, Pablo Medrano, “sin embargo, es cierto que vivimos un momento idóneo para su popularización y esa realidad está cada vez más cerca al abaratarse de forma sustancial los costes de estas máquinas. Esa realidad también se acerca por gracias al código abierto y a que se compartan desarrollos nos acercamos a esa realidad. Digamos que ahora confluye todo lo necesario para conseguir esa convivencia con los autómatas”.
Un equipo de investigación de la Universidad de Oxford ha estudiado un total de 702 empleos y los ha clasificado según sean más o menos susceptibles de ser realizados por máquinas. Cada uno de esos trabajos recibe un porcentaje: cuanto mayor es ese dato, más probabilidades existen de que se vea afectado por esa próxima revolución.
Los resultados de esta investigación presentan las cosas así: los médicos serían los que estarían más a salvo, a contrario, otros oficios con funciones bien compartimentadas y que no requieren de demasiada cualificación estarían más que en la cuerda floja, por ejemplo los camareros tendrían un 96,3% de papeletas para ser sustituidos, y los operarios de fábrica un 98%, lo máximo.
Para el technology evangelist Javier Sirvent, “estamos en una cuarta revolución industrial. (…) Cuando llegaron la primera y la segunda, se pensó que las máquinas iban a sustituir al hombre. Después se comprobó cómo, simplemente, surgieron otras ocupaciones. De hecho, en estos momentos, por cada empleo tradicional que se destruye se crean otros 2,6 nuevos relacionados con entornos digitales. (…) El futuro va a cambiar. (…) Los Gobiernos están empezando a tener conciencia de esta nueva situación y están buscando nuevas reglas”.
En este sentido, Daniel Bayón, el CEO de Juguetrónica, tienda especializada en robots, considera que “se va a generar muchísimo empleo fabricando estas máquinas, desarrollando nuevas aplicaciones para ellos y también en otros sectores”.
A priori, los profesionales que más difícil tienen ser replicados por robots serían aquellos que llevan a cabo una actividad creativa. Roger Penrose ya dejó claro en su libro de 1989 ‘La nueva mente del emperador’, que la creatividad del ser humano no es de naturaleza algorítmica y que, por lo tanto, no se puede replicar.
La paradoja de Moravec indica que la inteligencia artificial y la robótica necesitan de poca computación para resolver complejísimas operaciones, pero en cambio son incapaces de llevar a cabo sencillas tareas manuales y habilidades sensoriales y motoras que el hombre realiza de forma casi espontánea. Pero no pueden crear de manera artística, como lo demostrado el experimento del director Lars von Trier con cámaras robotizadas, que “daba como resultado un trabajo frío, incapaz de conectar emocionalmente con el público”.
La ley de Moore, según la cual cada 18 meses se duplica la capacidad de los procesadores y se reduce a la mitad el espacio que ocupan, indica que en 2045 la inteligencia artificial superaría la suma de todos los cerebros humanos.
Para Sirvent, el cambio más importante y cerca será en la conducción autónoma, “en 10 años, los vehículos serán mucho más inteligentes y además nadie se va a resistir a que un coche provoque menos accidentes, a que consuma mucho menos… Una marca alemana ya permite que le digas al coche que quieres parar a tomar algo y no solo detectará qué estación de servicio con cafetería es la próxima, sino que te llevará hasta ella mientras lees el periódico”.