La Guardia Civil ha detenido a tres personas en Torrent que retenían a víctimas vulnerables para extorsionarlas y mantener un elevado nivel de vida. Las víctimas, en condiciones inhumanas, eran obligadas a ceder su documentación para obtener beneficios financieros.
En un operativo llevado a cabo en la localidad de Torrent, Valencia, la Guardia Civil ha desmantelado una organización criminal que retenía a personas vulnerables en condiciones infrahumanas para explotarlas económicamente. Esta red delictiva, acusada de extorsión, blanqueo de capitales y pertenencia a una organización criminal, había convertido dos viviendas en auténticas “granjas humanas”, donde mantenían controladas a siete personas. Los detenidos, dos hombres y una mujer, se valían de la situación precaria de sus víctimas para beneficiarse de manera desmedida, manteniendo un lujoso estilo de vida a costa de su sufrimiento.
El modus operandi de la organización
La trama criminal, que operaba principalmente en las comarcas valencianas de L’Horta y La Ribera, se dedicaba a captar a personas en situación de extrema vulnerabilidad. El perfil de las víctimas era siempre el mismo: personas con graves problemas de adicción, discapacidades psíquicas o en riesgo de exclusión social. La mayoría no contaban con redes familiares o se encontraban alejados de ellas, lo que las hacía especialmente propensas a caer en manos de los delincuentes.
Tras identificarlas, los miembros de la organización les arrebataban la documentación personal y las mantenían retenidas bajo amenazas y golpes. Utilizando estas identidades robadas, suscribían préstamos bancarios a nombre de las víctimas y adquirían vehículos e inmuebles de lujo. Estas propiedades eran luego utilizadas o alquiladas para seguir generando ingresos ilegales, mientras que las víctimas vivían en condiciones de absoluto desamparo.
Condiciones de las víctimas: Retención y explotación económica
Las investigaciones policiales revelaron un panorama de terror y sometimiento en el que se mantenía a las víctimas. Los detenidos mantenían un control absoluto sobre sus vidas, asegurándose de que no pudieran escapar o pedir ayuda. Además de quitarles sus documentos personales, los criminales les obligaban a firmar documentos de autorización y representación, con los que lograban un acceso total a sus cuentas bancarias y prestaciones sociales.
La violencia era una constante en el trato hacia las víctimas. El cabecilla de la banda, identificado como un hombre de 35 años, utilizaba un arma de fuego para intimidar y someter a quienes intentaban resistirse. Su esposa, también detenida, era la encargada de gestionar el flujo del dinero entre varias cuentas bancarias para blanquear las ganancias obtenidas. Mientras tanto, las víctimas eran mantenidas en condiciones infrahumanas, sin acceso a una atención adecuada ni al más mínimo nivel de bienestar.
El descubrimiento: Desalojo en Monserrat
La investigación que llevó al desmantelamiento de esta red criminal comenzó de manera fortuita durante el desalojo de unas viviendas ocupadas en la localidad de Monserrat, también en Valencia. En una de las viviendas, los agentes encontraron a varias personas en un estado de vulnerabilidad extrema, lo que llamó la atención de los cuerpos de seguridad. Tras tomar declaración a estas personas, la Guardia Civil empezó a investigar más a fondo, descubriendo así el funcionamiento de esta organización.
Los agentes fueron trazando la ruta del dinero y las propiedades adquiridas, lo que finalmente les llevó a las viviendas de Torrent, donde se mantenía cautivas a las víctimas. Fue entonces cuando las autoridades planificaron y ejecutaron el operativo que permitió liberar a las personas retenidas y detener a los tres implicados.
Desmantelamiento de las “granjas humanas” en Torrent
El operativo, llevado a cabo por agentes de Seguridad Ciudadana y el Grupo de Reserva y Seguridad, contó con el apoyo de un perro del Servicio Cinológico de la Guardia Civil. Durante los registros en dos viviendas de Torrent, los agentes encontraron pruebas clave del control que la organización ejercía sobre sus víctimas, incluida numerosa documentación relacionada con los préstamos y adquisiciones que se realizaban a nombre de las personas retenidas.
Además, se encontró un arma de fuego corta, que según la investigación, era utilizada para intimidar y coaccionar a las víctimas. La gravedad de la situación quedó evidenciada al liberar a siete personas que vivían en condiciones precarias, algunas de ellas con evidentes signos de maltrato físico y psicológico. Estas personas fueron trasladadas a los servicios sociales del Ayuntamiento de Torrent, donde recibieron las primeras asistencias médicas y atención especializada.
Las víctimas requerían una atención urgente debido a su estado de abandono y las condiciones en las que habían sido obligadas a vivir. El equipo médico y de servicios sociales constató que las personas liberadas no solo presentaban síntomas de desnutrición, sino también secuelas psicológicas derivadas del largo periodo de abuso y confinamiento.
El perfil de los detenidos
Los tres detenidos, dos hombres de 30 y 35 años y una mujer de 30 años, han sido acusados de delitos graves como extorsión, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal. El cabecilla de la organización, el hombre de 35 años, era el encargado de seleccionar a las víctimas, asegurándose de que se tratara de personas sin una red de apoyo que pudiera intervenir en su favor.
Su cónyuge, también detenida, jugaba un papel fundamental en el manejo del dinero, moviéndolo entre cuentas bancarias para blanquear las ganancias obtenidas de los préstamos y adquisiciones ilícitas realizadas a nombre de las víctimas. El otro miembro de la banda, un hombre de 30 años, actuaba como ejecutor, asegurándose de mantener el control físico sobre las personas retenidas, a menudo mediante el uso de la violencia.
Impacto y reacciones sociales
El caso ha provocado una gran conmoción en la comunidad valenciana, especialmente por la naturaleza cruel y calculadora de la explotación a la que se sometió a las víctimas. Las organizaciones de derechos humanos y asociaciones que trabajan con personas en situación de vulnerabilidad han expresado su consternación, señalando que este tipo de abusos son una forma moderna de esclavitud que no debe tener cabida en una sociedad democrática.
Por su parte, las autoridades han subrayado la importancia de este desmantelamiento y el impacto que ha tenido en la protección de personas en riesgo de exclusión social. Desde el Ayuntamiento de Torrent, se ha hecho hincapié en la necesidad de reforzar los servicios sociales y la coordinación con las fuerzas de seguridad para evitar que situaciones similares puedan repetirse.
Conclusión: Un caso de esclavitud moderna
El desmantelamiento de las “granjas humanas” en Torrent y la liberación de las víctimas es un recordatorio escalofriante de que la explotación y el abuso siguen existiendo en formas menos visibles en nuestra sociedad. La explotación de personas vulnerables para mantener un estilo de vida de lujo evidencia las profundas desigualdades y las fallas en los mecanismos de protección social.
Este caso plantea una pregunta preocupante: ¿cómo puede una sociedad moderna detectar y prevenir este tipo de abusos hacia los más vulnerables? ¿Qué medidas deben reforzarse para que ningún ser humano vuelva a caer en una situación de esclavitud encubierta?