Una semana de lágrimas y veinte días durmiendo en el bar
Todavía hay quienes recuerdan el establecimiento como Tasca Fina, tras cinco décadas de trayectoria, pero hace tres años, Ángel Mestre, tras asumir el negocio, le cambió el nombre a Tasca Horta Sud. Con el nuevo cartel, también renovó el concepto y la carta del local, convirtiéndolo en un punto de encuentro culinario importante. Natural de Forn d’Alcedo, Mestre se reinventó tras la pandemia con esta apertura. “Todo costó muchísimo, como cualquier negocio. Y estamos levantándolo; incluso ganamos el segundo premio de la Ruta del Almuerzo en julio pasado. Eso nos dio mucha fama, junto con nuestras tapas de pata de jamón, que son míticas aquí. La gente nos fue conociendo y ha estado apoyándonos durante mucho tiempo”, explica.
El 29 de octubre, “afortunadamente nos fuimos a las seis de la tarde. Normalmente, cerramos a las diez, pero nos anularon el campeonato de dardos que acogemos los martes y miércoles, así que decidimos irnos a casa. Somos una familia humilde, una pareja con dos trabajadoras, de las cuales una estaba de baja, y lo pasamos mal”. “Desde la ventana vimos cómo las calles se llenaban y nos quedamos sin los dos coches y la moto”, recuerda Ángel. Al día siguiente intentó llegar al bar, pero fue imposible. “Me dijeron que fuera cuanto antes porque estaban saqueando los negocios. Ahí me puse nervioso y el jueves me vine andando. Rezo todo el camino para que no hubiera pasado nada, pero al llegar la puerta estaba dañada porque un coche se había estrellado contra ella. Abriéndola, encontré un desorden total: café descafeinado, dardos, copas de licor incluso dentro del baño, una bombona de butano sobre una mesa. Un metro quince de destrucción. No me saquearon, gracias a Dios, pero tuve que quedarme aquí diecinueve días durmiendo”.
“Pasé una semana llorando. Lo he pasado muy mal. Pero luego llegó la ayuda. Hacíamos comida para los voluntarios, porque el amor con amor se paga. Me ayudaron mucho y nosotros intentamos ayudar en lo que pudimos”. Así comenzó la limpieza y reconstrucción del local, esperando las ayudas de la Generalitat, el Estado y el Consorcio. “Gracias a Juan Roig estoy aquí. También recibimos otras ayudas: una vecina holandesa creó un banco de donaciones, bomberos de Valencia nos regalaron lavavajillas, y bomberos de Córdoba recaudaron 800 euros para nosotros y vinieron personalmente a entregárnoslos”.
Finalmente, Tasca Horta Sud volvió a la actividad con almuerzos y cenas. “A mediodía cerramos para descansar. Abrimos todos los días de la semana, cerrando las tardes de domingo y lunes. Nuestro almuerzo estrella es el bocadillo de jamón o de jamón y queso. Eso se ha hecho durante 40 años. Seguimos esa tradición: buen pan, buen almuerzo y buen jamón. Es un éxito asegurado”. “El 50% de los almuerzos son de jamón, gastamos tres jamones a la semana. Antes de la dana, llegamos a gastar hasta cuatro jamones y medio en una semana. Ahora estamos en tres semanales”. “También ofrecemos bocadillos de sepionet, calamar rebozado, patitas de calamar, los torreznos de Soria y la oreja a la plancha”, detalla Mestre.
En las cenas, el concepto cambia. “Tenemos una carta donde, aunque sigue el bocadillo de jamón, ofrecemos opciones más elaboradas, acompañadas de tapas”, platos preparados con agradecimiento a las personas que han permitido reabrir sus puertas y dedicación a la cocina, ingredientes esenciales en la Tasca Horta Sud de Albal.