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La cisne que murió de pena en Viveros
La cisne blanca del parque Viveros experimentó una profunda tristeza tras la muerte de su compañera. Ambas habían compartido su vida en el parque durante casi siete años, llegando al lago juntas y formando un vínculo estrecho desde el primer momento. Aunque nunca tuvieron familia, por elección o circunstancia desconocida, se convirtieron en familia la una para la otra. La cisne negra falleció debido a una insuficiencia hepática, y tan solo ocho días después, el 5 de mayo, la cisne blanca la siguió, dejando entrever que la tristeza pudo haber influido en su partida.
Este hecho no busca romantizar la naturaleza, sino reflejar lo que el informe del veterinario municipal señaló tras realizar la necropsia al ave. En el informe se revela que, aunque se descartaron graves enfermedades aviares como la influenza o la enfermedad de Newcastle, la cisne presentaba bacterias comunes como Escherichia coli y Enterococcus faecium, que en condiciones normales no representan un peligro, pero que tras la muerte de su compañera y su avanzada edad (más de 20 años) causaron una infección generalizada imposible de superar.
La historia de estas dos cisnes ha conmovido a quienes frecuentan el parque Viveros, y desde la alerta de una pareja amante de los animales hace diez días, las investigaciones sobre las causas de su muerte han estado en manos de Sanidad Animal del Ayuntamiento. También se reportó la muerte de un pato y otros dos en semanas anteriores, aunque las pruebas ratifican que no hubo enfermedades infecciosas involucradas. Ante esta situación, Parques y Jardines ya ha comenzado el proceso para incorporar cuatro nuevos cisnes al lago, con el objetivo de mantener la presencia de estas elegantes aves en el emblemático espacio de Valencia.