Jimmy Entraigües.
Director de Valencia Noticias.
En 1907 la compañía White Star decide diseñar los transatlánticos más fiables, cómodos y lujosos del planeta para el floreciente mercado de pasajeros que cruzaban el océano. Su prioridad ya no es la velocidad y el deseo de unir Europa con América en el menor tiempo posible. La idea es disfrutar y vivir la experiencia del lujo, el confort y las prestaciones que sus naves ofrecerían durante la travesía. Un trío de naves, como jamás se habían conocido, harían realidad el sueño de la empresa: el Olympic, el Titanic y el Gigant (poco después rebautizado Britannic).
El Olympic inició su singladura en 1910, cargado de esplendor y pasajeros, con un viaje inaugural a Nueva York que fue todo un éxito. Tanto los viajeros (especialmente aquellos que se alojaron en las clases más selectas), como la prensa, destacaron el lujo del barco y las comodidades de disponer de gimnasio, cafés al estilo parisino, baños turcos, solárium, biblioteca…, y un sinfín de atenciones que el servicio de empleados daba sus viajeros.
Tras el Olympic, el 10 de abril de 1012, comenzaba su viaje el Titanic. Considerado el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo las personalidades más ricas y pudientes reservaron sus billetes con antelación. Precisamente muchos de estos influyentes viajeros, que ya habían realizado trayectos en el Olympic, solicitaron a la compañía disponer de mismo personal de servicio que atendieron sus viajes anteriores, por lo que la empresa tomó a varios de sus trabajadores del Olympic y los trasladó al Titanic.
Así, por solo citar alguno de ellos, el capitán Edward John Smith, el tercer oficial Henry Pitman, el oficial Henry Wilde y varios empleados del servicio de camareras, limpieza y comedor ocuparon sus puestos en el nuevo barco para reencontrarse con sus clientes más conocidos. En este punto hay que recordar la figura de la camarera argentina Violet Jessop, que de forma insólita sobrevivió a un violento choque del Olympic, fue rescatada del Titanic y años más tarde logró escapar con vida del hundimiento del Britannic.
El nuevo coloso del mar, tras salir del puerto de Queenstown (Irlanda) el 11 de abril, puso rumbo a la ciudad de Nueva York. La historia del Titanic es ampliamente conocida. El 14 de abril de 1912 toda su grandeza y esplendor se fracturó como un juguete al chocar contra un enorme iceberg y acabar hundido en menos de tres horas.
También el Olympic zarpó de Nueva York, el 10 de abril, rumbo a Europa en uno de sus viajes regulares. Fue una de las primeras naves en recibir las llamadas de socorro y ayuda de su gemelo ultraoceánico. Era imposible que el Olympic llegara a tiempo a prestar servicios de auxilio, se encontraba a 750 kilómetros del Titanic. Aunque puso sus máquinas a toda potencia, el Olympic no llegó tiempo.
La tragedia del Titanic puso en alerta a la compañía y retiró el transatlántico para introducirle mejoras. El Olympic dispuso de más botes salvavidas, accesos de salida más anchos y posibilidades de llegar a cubierta por espacios más amplios. Para desgracia del buque los acontecimientos mundiales le tenían reservado otro destino. La llega de la Primera Guerra Mundial hizo que la Marina británica requisara los barcos de pasajeros y el Olympic, con su lujo y esplendor, pasó a convertirse en una barco de transporte de enfermos y heridos. Camas, material quirúrgico, sillas de ruedas, insumos ortopédicos y paquetes medicinales colmaron las salas junto a los delicados muebles y valiosas piezas que decoraban sus estancias. El Olympic sobrevivió a la guerra y estuvo en activo hasta 1934, fecha en la que por culpa de una espesa niebla, en su entrada al puerto de Nueva York, chocaba contra el Nantucket, un barco faro que servía de guía a las naves que llegaban. Ese 15 de mayo el Olympic rompió por la mitad al buque farero y provocó la muerte de siete de sus tripulantes. La tragedia puso fin a las navegaciones del Olympic tras 257 viajes. Alguien de la compañía recordó que un 14 de abril se hundió el Titanic y que 22 años más tarde, y justo un mes después, ya nadie podía socorrer el final del Olympic.