El pasado fin de semana, y por primera vez en muchos años, un “congresillo de listas” del PSPV se ha convertido en acontecimiento político, de consumo interno y también externo por mucho que se quiera disimular, por el resultado, tan cierto como esperado y previsto.
El comportamiento infantil de Jorge Alarte el día de después, para los lectores dos días después, está mas allá de toda sospecha o discusión. Él no tiene la responsabilidad de nada, eso es cosa de Carmen Martínez, que pierde en Valencia, como si él no hubiera perdido en las tres provincias. Si ese es el criterio de asignación de responsabilidades, puede que Martínez tenga una, personalmente pienso que tiene muchas, pero para Alarte parece que esa es una coartada suficiente.
Alarte no pudo presentar lista en Castellón con garantías de éxito, la abstención como divisa de su ganadería tampoco superó el 20%, con Tena y Clara Tirado remando juntos.
En Valencia con su derrota ha arrastrado a Abalos y no se si a Rubio. Si fuera así, su 35% lo tiene en almoneda. Desde Luego la situación de Pepe Ruiz, Luis Andrés Chavarrías, José María Ángel, Carmen Ninet, Alcaína y tantos otros, está en el alero, muy cerca de la caída. Habían formado un núcleo tan radical, excluyente y sectario como los primeros politburó del Partido Comunista de Rusia (bolchevique) antecedente del PCUS. Ahora, como El Directorio Francés todo el mundo correrá para desentenderse y algunos de ellos a apuntarse al Consulado y después al Imperio. Ya lo hemos visto antes.
En Alicante la cosa es aún peor. La mayoría obtuvo 15 delegados, y la minoría 13, pero ocho y cinco, según relatan las crónicas. Cinco Alarte y ocho Romeu, que tuvo de sus seguidores un seguimiento parcial.
Si no fuera porque una gestora rompería el encanto que ha hecho que todo el mundo converja contra Alarte, sería el primero en volverle a pedir que dimitiera ya. Él lo debe estar pensando incluso considerando, solo hay una cosa que le obliga, de momento, a continuar en el barco, la gente que él embarcó. Una responsabilidad que excede tanto de su capacidad como de su obligación, ninguno de los ahora en peligro movió un dedo para modular sus desvaríos y los de la dirección que ahora se tambalea, tal vez todo lo contrario, los jalearon.
No es el partido contra Alarte el que hace perder el tiempo y oportunidades al PSPV, eso es tan lineal, lo que hace que los diputados y concejales de las listas de Alarte no puedan hacer oposición es el sentimiento de falta de apoyo, respaldo, cariño … Lo cierto es que Alarte diseñó un escenario temporal para ser oposición durante ocho años, la regla de “no mayores de 42”, solo era la aplicación práctica de “gobernaremos con 50”. Pero el escaso margen de su victoria, sus concesiones para obtener el respaldo de Leire Pajín, recuérdese el anuncio antes de las votaciones que condicionaba a la ejecutiva entrante si él ganaba al imponer a la Secretaria de Organización, por cierto ahora fuera de su esfera de influencia y contra él. Solo este hecho merece o bien la defenestración de una o la renuncia del otro. No conozco situación semejante desde la crisis provincial de la FSP en mayo de 1985.
Alarte hizo una ejecutiva casi monocolor que además él sabía que estaba en minoría. Solo su gestión económica del patrimonio del PSPV es tan desastrosa como la gestión política de sus veinte votos de ventaja. Esa es la encrucijada que determina quien tiene la responsabilidad de ser oposición efectiva o no. El resto excusas infantiles.
El gran error de Rubalcaba ha sido dejarse enredar por el personaje mas odiado del PSPV hoy, por el propio PSPV. Seguramente si no se hubiera identificado con Alarte ahora tendría mas delegados. La edad y la astucia no corren ni paralelos ni proporcionales, en este caso Rubalcaba y Alarte son una prueba de la aserción.
Romeu tampoco se puede confiar. Su estrategia de no pactar, en principio correcta, muy correcta, le ha dado buen resultado, pero solo en Valencia. Manifiesta su debilidad en Castellón y sobre todo, deja al descubierto el escaso liderazgo que mantiene sobre sus partidarios de Alicante. Si no puede influir suficientemente para que los ocho delegados que se suponen suyos lo sean nítidamente, porque se sumergen en la lista del Secretario General, solo puede significar dos cosas: que en una votación no tendrían ocho, iban de farol, o, lo que es peor, no llegaban al 20%. El razonamiento sirve también para Luna y los delegados proalartistas: si aceptan cinco, ¿que hubieran sacado si van solos?. El pánico de Romeu por sacar menos de ocho corre paralelo al pánico de Luna y Alarte por sacar menos de cinco.
En fin, que Alarte irrumpió en la vida del PSPV y la izquierda valenciana con un mensaje y una promesas que incumplió en cuanto acabó el discurso de proclamación como Secretario General. Solo fue beligerante con las familias instituidas hasta que él, que quería hacerse un hueco al sol y ser una mas, lo fue. Arremetió contra Lerma, Ciscar, Asunción y Alborch por ser el pasado, pero ahora está dispuesto, si eso le salva el cuello, a defender lo mas parecido a una gerontocracia, no sin mérito, pero poco respetó el mérito ni en aquella declaración ni en las listas que organizó. Manchó las primeras primarias que pudo, como manoseó las segundas que tuvo a su alcance (Valencia) y todas las que pueda y se le dejen cerca. Encumbró a compañeros que él ha convertido en personajes y que finalmente, no pudieron confeccionar una lista en su propia agrupación el pasado día 19. Algunos le prestaron auxilio (Ciutat Vella es el paradigma). Ni se me ocurre intentar adivinar el precio que se pagó, a bote pronto, cuatro delegados a cambio de uno, pero eso si, “representativo” y que se dejó caer el mismo día 21. Con el resultado había obtenido tampoco se justificaba mas.
Como en el antiguo Egipto, el embalsamamiento no está al alcance de cualquiera y menos si los sacerdotes no quieren practicarlo. En el caso de Alarte, el cadáver ha estado pendiente del embalsamamiento desde el 23 de mayo, tanto como ha sido posible, así lo han querido los sacerdotes, ahora ni ellos pueden mantenerlo incólume.