El Hospital de La Fe, un macro edificio bien estructurado por la parte exterior y de un impresionante aspecto que costó decenas de millones de euros, fuera de las partes que quedan por construir, nos deja una realidad realidad distinta en su interior.
Sin dudar de la profesionalidad, de los componentes de la plantilla de este macro complejo, en el interior del mismo nos encontramos imágenes y situaciones que no corresponden con la realidad exterior.
Enormes pasillos e interminables laberínticos, salas de espera pequeñas, que no atienden al volumen de gente que tiene, después de que la Conselleria de Sanitat cerrara en horario de tardes los Centros de Salud de la Comunitat Valenciana durante los meses de julio y agosto, dentro del contexto de recortes que está aplicando Sanidad con el “objetivo de ahorrarse las sustituciones por vacaciones del personal sanitario”.
Lo que supone una demanda asistencial y la repercusión en las puertas de urgencias hospitalarias que asumen esa demanda y una merma en la calidad asistencia y personal ya que menos personal debe atender a mayor población.
Ayer se denunciaba por Valencia Ciudad el abandono deenfermos en los pasillos de urgencias.
Hoy mostramos las imágenes grotescas, extravagantes e irregulares, de mal gusto a la vista, que se producen en su interior.
Empezando por los anuncios de “silencio por favor “, fotocopias de un cartel de más de 25 años, que colgaban en consultas y hospitales, cómo cuelgan de pilares y paredes, a la vez que indicaciones para el paciente.
Y no deja de chocar el hecho de ver incluso las indicaciones a las consultas en papel dina 3, esta vez en impresora de color.
Pero lo que más llama la atención, es ver cómo a un paciente, después de cinco horas de espera , por la tardanza de alguna analítica y el retardo de las 22 horas, cuando se hacen los relevos, era atendido en los mismos pasillos, ahora “box”, anglicismo con el que se denomina al espacio en que se atienden pacientes, nunca mejor descrito, por que en ese espacio es donde fue atendido de pie tras una espera de largos minutos, dándole las indicaciones oportunas, mientras otros enfermos que pasaban, escuchaban las indicaciones pertinentes, sin ningún tipo de privacidad para el paciente.