Trapman Bermagui, también conocido como Jason, descubrió el 28 de marzo un enorme tiburón con la cabeza mordida en aguas frente a las costas de Sídney, Australia, sin saber qué monstruo se comió el resto del cuerpo. Jason estaba pescando tiburones en la costa de Bermagui, una ciudad de Nueva Gales del Sur, cuando hayó la cabeza de tiburón mako, que pesaba aproximadamente 100 kg. Un tiburón mako puede crecer hasta 3,8 metros de largo y pesar hasta 570 kg y son los tiburones más rápidos, nadando hasta 74 kilómetros por hora.
“Así que esto fue todo lo que recuperamos de este monstruo mako”, escribió Jason en Facebook junto a una imagen de la enorme cabeza mordida. “Desafortunadamente, no vimos lo que se lo comió, ¡pero debe haber sido impresionante! 100kg. Fue una loca mañana de pesca de tiburones. Con la esperanza de atrapar tiburones más pequeños, pero solo enganché tiburones grandes que fueron devorados por tiburones más grandes de nuevo.”
Comido por un monstruo
Un animal de este tamaño habría sido comido por una criatura mucho más grande. Entonces, ¿qué hay en las aguas del sur de Australia lo suficientemente grande como para morder todo el cuerpo de un tiburón mako? Un hallazgo como este podría plantear cuestiones sobre la existencia del Megalodón, que la ciencia dice que se extinguió hace 2.6 millones de años.
Sin embargo, algunos expertos en la materia creen que un gran tiburón blanco, con una longitud de 6 metros, podría haber mordido el mako que Jason encontró. Al parecer en la imagen de Jason, se puede ver los dientes más pequeños y las marcas de mordeduras principales. Además, la criatura que se comió a este mako no sería una orca, ya que tienden a comer solo el hígado de los grandes tiburones y dejan que el resto caiga al fondo del océano. Aunque hay que decir que los expertos no se ponen de acuerdo, ya que otros sugieren que el causante podría haber sido un gran tiburón tigre.
Otros casos similares
Sin embargo, esta no es la primera vez que ocurren un incidente similar en Australia. En 2014, científicos australianos etiquetaron a un gran tiburón blanco de unos tres metros como parte del programa de seguimiento. Cuatro meses después, el dispositivo de rastreo apareció varado en una playa. Después de revisar los datos, descubrieron algo realmente aterrador, el dispositivo había sido arrastrado a 1.900 metros de profundidad y luego fue engullido por algo.
Los investigadores concluyeron que un enorme depredador engulló al tiburón, y luego nadó hacia las profundidades a gran velocidad. La temperatura registrada por el dispositivo de rastreo indicó que estuvo en el interior del sistema digestivo de una misteriosa criatura hasta que lo expulsó.
Sin duda alguna, tanto el hallazgo de Jason como los otros casos parecen demostrar que existe una gran criatura marina acechando en aguas australianas. Tal vez los científicos sepan de su existencia y tal vez querían ocultarlo para no crear un pánico entre la población y así no afectar al turismo. Aunque también cabe la posibilidad de que quieran mantener en secreto la existencia del Megalodón para evitar que sea capturado o sea extinguido definitivamente.
