El Péndulo | Redacción.- El Museo de Bellas Artes ha incorporado a su colección permanente la obra recién restaurada del pintor alicantino José López Tomás (Alicante, 1869-Valencia, 1939), ‘La muerte de don Quijote’, con la que quiere homenajear a Miguel de Cervantes en el IV centenario de su muerte.
La directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, y el director del Museo de Bellas Artes, José Ignacio Casar, han presentado el cuadro que se mostrará a los visitantes del museo.
La obra, de grandes dimensiones (226×299 cm), ha sido expuesta en la sala P de la colección permanente, junto con un ejemplar de la edición de 1865 de ‘El Quijote’ procedente de la Casa Museo Pinazo (Godella), abierto por la escena en la que se inspira el artista para realizar su obra, y un retrato de José López Tomás (ca. 1900), pintado por su amigo Lorenzo Pericás Ferrer.
El título original era ‘En los nidos de antaño no hay pájaros hogaño’ y se centra en el capítulo donde a don Quijote le vuelve la cordura tras sus aventuras de caballería. En la escena aparecen todos los personajes relevantes de la obra: don Quijote, enfermo en la cama, adoptando su acostumbrado dramatismo y severidad en su discurso; Sancho Panza, arrodillado y afectado, y el capellán, sentado, que asiste al hidalgo; las dos figuras masculinas a los pies de la cama, sin duda, son el barbero (que porta la bacía en la mano derecha) y el licenciado con la beca roja. En el otro lateral, la sobrina de pie y llorando desconsoladamente, y el ama con las manos sobre el pecho en señal de dolor.
La obra fue donada al museo en el año 2004 por Rafael López Álvarez, hijo del pintor, y tras permanecer unos años en los almacenes protegida y enrollada, ha sido restaurada por técnicos del IVC+R en el departamento de restauración del Museo de Bellas Artes. Por otra parte, el retrato del pintor López Tomás que también se exhibe procede de la colección de José Manuel López Lita, nieto también del artista, que se ha querido sumar de esta manera a esta pequeña muestra.
El Museo de Bellas Artes quiere contribuir al homenaje a Miguel de Cervantes, un escritor que tuvo vinculación con la ciudad de Valencia. Al final del cautiverio en Argel, en 1580, el escritor tocará tierra española en el puerto de Dénia y luego seguirá camino hasta Valencia, donde peregrinará en acción de gracias y pasará sus primeras semanas de libertad.
La directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, ha indicado que “la cultura no vive en compartimentos estancos y literatura y pintura son dos disciplinas artísticas vinculadas históricamente que se complementan”, puesto que muchos pintores han usado muchas veces a la literatura como fuente de inspiración.
Por su parte, el director del Museo de Bellas Artes, José Ignacio Casar, ha agradecido a los familiares del pintor, presentes en la presentación de la obra, la generosa donación que contribuye a aumentar la riqueza pictórica del museo y que, en esta ocasión, ha permitido poder sumarse al homenaje del escritor español más universal.
El pintor José López Tomás fue discípulo de Lorenzo Casanova y contemporáneo de Pericás, Hernández y Bañuls, y supo compaginar su carrera artística con su trabajo en el Banco Castellano, del que llegó a ser subdirector general. Un hombre verdaderamente polifacético puesto que, junto a su taller de pintura en Valladolid (también se dedicó a la escultura), ganó la cátedra de inglés en la Escuela de Comercio de esa misma ciudad e incluso realizó traducciones de Shakespeare y Molière. También escribió obras sobre el arte con un marcado carácter didáctico y teórico. Su pintura es plenamente académica, con un estudio profundo de la composición para lo que realiza diferentes estudios y dibujos previos, y donde el equilibrio de las partes con el todo es el rasgo principal, tal y como se percibe en este soberbio lienzo.