José María Llanos
Pdte. Provincial de VOX Valencia
En el inicio del segundo debate de investidura del Sr. Rajoy, entre otras opiniones de nuestros representantes políticos en el hemiciclo, oigo la respuesta de Pedro Sánchez, Exsecretario General del PSOE, no sustituido, mientras gobierna el partido una gestora: “mañana, junto con el resto de compañeros, votaré no … El sábado será otro día, y ya lo sabréis”. Esas han sido sus palabras. Lo primero que me ha venido a la mente es que va a cumplir lo decidido “democráticamente” por su partido, que era votar “no” en primera vuelta, pero que se hacía el interesante respecto a su decisión final ante la segunda votación. Pero a renglón seguido me ha entrado un “cabreo” monumental. Vaya por delante mi firme convicción de que un nuevo gobierno del Partido Popular es nefasto para España; que ciertamente peor lo sería, un gobierno que fuera fruto de la unión de la izquierda; y que, en todo caso, un PP socialdemócrata, más un Ciudadanos socialdemócrata, más un PSOE socialdemócrata, no es más que los mismos perros con diferentes collares.
Pero mi enfado se debe a pensar en nuestra pobre España, y en la precariedad moral y la mediocridad de los políticos que ocupan los escaños del Parlamento. La respuesta de Sánchez me hace reflexionar sobre algunas cuestiones: ¿cómo un líder del mayor partido de la oposición, que ha sido gobierno muchos años, puede dejar abierta la posibilidad al incumplimiento de una decisión aprobada democráticamente por su partido? Si aún su escaño se debiera a unas listas abiertas, podría entenderse que basase un eventual incumplimiento, en el hecho de que él se debe estrictamente a los votantes de su circunscripción electoral; pero con listas cerradas, no parece que esa desobediencia tenga mucho sentido. O de igual forma: ¿cómo es posible que quien pretende –según dicen- volver a la primera línea en unas eventuales primarias futuras, pueda llegar a incumplir un acuerdo votado y aprobado en el seno de su partido?; ¿es que cuando era Secretario General aceptó algún desacato?; ¿es que si vuelve a serlo, aceptará que un diputado se mueva un ápice de su sitio?
De ahí mi cabreo: la coherencia no existe en nuestros políticos; o vale la decisión del partido, o no vale; pero si después de la decisión, algunos se mueven de su sitio, ¿qué seguridad, qué garantías, podemos esperar de nuestros políticos?
La Sra. Armengol, “sanchista” reconocida, ha dicho claramente que va a incumplir la decisión adoptada por el PSOE, de abstenerse en segunda ronda; y añade que el partido debe permitir la Objeción de Conciencia. ¡Vamos, anda! Ahora sí que o me enfado más, o mejor me parto de risa. ¿Cómo se atreve esta señora a apelar al principio de la “Objeción de Conciencia”, cuando ha sido precisamente su partido –es decir, ella también-, el que ha negado sistemáticamente esa objeción a médicos, farmacéuticos, enfermeros, jueces, profesores, colegios, padres, niños, etc. O el mundo se ha vuelto loco, o estamos ante un “circo” de incoherencias y de intereses creados, bastante vomitivo.
¡Sr. Sánchez, Sra. Armengol, Sr. Iceta, y compañía! Hagan ustedes lo que quieran; sean o no infieles a su partido; desobedezcan o sométanse a su órgano directivo; pero al menos digan la verdad: están aquí por su exclusivo interés personal, y no por España. Ya lo sabíamos; pero se empeñan en recordárnoslo cada día.
Decía Gabriel García Márquez que “hablar de música, sin hablar del bolero, es como hablar de nada”. Pues permítame, Sr. Sánchez: “hablar de política, sin hablar de coherencia y respeto, es como hablar de nada”.