
Puerto de Alejandría, julio de 2025.
Una gigantesca silueta emerge entre la bruma matinal del Mediterráneo. Con casi 120 metros de eslora y dos cascos paralelos unidos por una cubierta fortificada, el Tessarakonteres, la mítica galera de cuarenta hileras de remos mandada construir por Ptolomeo IV Filopátor en el siglo III a. C., ha vuelto a la vida. Una reconstrucción exacta, fruto de décadas de investigación arqueológica, ingeniería naval y pasión histórica, ha convertido la leyenda en realidad.
A bordo, una tripulación de más de 400 remeros, junto a marineros, oficiales y expertos en navegación clásica, se prepara para una travesía simbólica: cruzar el Mediterráneo desde Egipto hasta Grecia, como lo hizo —según los antiguos relatos— la embarcación más grande jamás construida en la Antigüedad.
El buque, construido con técnicas tradicionales, ha sido ensamblado con más de 3.000 toneladas de madera de cedro, roble y abeto del Líbano, ensambladas sin clavos, tal como lo hicieron los carpinteros helenísticos hace más de dos mil años. El sonido acompasado de los tambores guía los remos, que se mueven en perfecta sincronía, distribuidos en múltiples niveles verticales. Una maquinaria humana monumental que evoca la fuerza de un imperio perdido.
Desde cubierta, la vista es majestuosa: dos torres defensivas en popa y proa, catapultas de torsión, estandartes de Ptolomeo ondeando al viento, y centenares de remos como alas de madera extendidas. Todo recuerda no solo una hazaña técnica, sino una ambición política: impresionar a Roma, unificar el Egipto helenístico y convertir a Alejandría en la joya del mundo antiguo.
Miles de visitantes y medios internacionales observan atónitos desde el puerto. Para muchos, este coloso flotante representa algo más que un prodigio arqueológico: es un símbolo del poder perdido, del genio humano, del deseo eterno de conquistar lo imposible.
A bordo, un historiador egipcio lo resume con emoción:
“Durante siglos fue un mito. Hoy es real. El Tessarakonteres no es solo un barco: es el eco de una civilización que supo soñar en grande.”
Y así, envuelto en el aroma de resina y sal, el monstruo de los mares vuelve a navegar.
Tessarakonteres: el coloso naval del mundo antiguo
- Tipo de embarcación: Galera multibanco, probablemente un catamarán formado por dos cascos unidos.
- Longitud estimada: Entre 90 y 120 metros.
- Anchura estimada: Entre 30 y 40 metros.
- Tripulación: Según fuentes antiguas y como se indica en la imagen, podía albergar hasta 4.000 remeros y cientos de marineros y soldados.
- Arquitectura interna:
- Se destacan múltiples torres de madera para observación o defensa.
- Varias cubiertas equipadas con sistemas de poleas y compartimentos logísticos.
- Torres de asedio y plataformas para proyectiles.
- Velas: A pesar del uso principal de remos, también contaba con velamen para la navegación a vela en condiciones favorables.
- Estructura de remos: Se ilustra una disposición de remeros en múltiples niveles, con sistemas mecánicos para mejorar el rendimiento.
- Uso principal: Más que una nave práctica de guerra, probablemente fue una demostración de poder naval, símbolo del lujo, tecnología y supremacía de los Lágidas.
Valor histórico
El Tessarakonteres es una de las embarcaciones más enigmáticas de la Antigüedad. Se considera que pudo ser más una obra propagandística que un navío realmente funcional en batalla, debido a su tamaño y complejidad. El propio Estrabón menciona su construcción, destacando su monumentalidad.