El astronauta Frank Culbertson fue el único estadounidense que no presenció el ataque del 11 de septiembre de 2001 desde la Tierra, ya que se encontraba a bordo de la Estación Espacial, junto con su colega Frank Culbertson y los cosmonautas rusos Mikhail Tyurin y Vladimir Dezhurov, recuerda ‘The Atlantic’.
Según confiesa Culbertson, aquel día tuvo una sensación particularmente conmovedora, cuando los efectos del impacto de los dos aviones contra las Torres Gemelas, se hicieron evidentes desde el espacio.
En el transcurso de esa noche y en los días siguientes al atentado, Culbertson escribió una carta a sus familiares en la que se hacía eco de su “perspectiva orbital”. “Es horrible ver humo saliendo de las heridas de su propio país desde un fantástico mirador”, rezaba la carta, en la que el astronauta hacía hincapié en “la dicotomía de estar en una nave espacial dedicada a mejorar la vida en la tierra y, al mismo tiempo, ver cómo la vida es destruida por estos actos terribles e intencionados”. Según confesó entonces, esa contradición es algo que “sacude la psique”.
Cuando los astronautas describen la sensación de volar en el espacio observando nuestro planeta a cientos de kilómetros sobre la superficie, a menudo invocan la frase “perspectiva orbital”, con la que expresan los efectos emocionales, psicológicos e intelectuales que produce el hecho de ver a la Tierra ‘colgando’ en la negrura del espacio. La sensación fue descrita por el astronauta Ronald John Garan como “una contradicción preocupante”, consistente en “ver este increíble, hermoso y frágil oasis”, por un lado, pero, al mismo tiempo, “enfrentarse con las realidades vitales desafortunadas en nuestro planeta para muchos de sus habitantes”.