Miguel Légor.
En un importante diario valenciano y en el más difundido digital turístico de la Comunidad Valenciana he leído sendos publirreportajes sobre el valor del tiempo, lo que ha cambiado nuestra existencia con las nuevas tecnologías, y con el teléfono móvil, inexistente hace 25 años y casi imprescindible ahora, para seguidamente entrar de lleno en la importancia de la alta velocidad, que comenzó en España en 1992, y de ella la rapidez de un viaje entre Madrid y Valencia o viceversa para disfrutar un fin de semana con la oferta turística de ambas ciudades. Un viaje rápido de una hora y cuarenta minutos para recorrer 391 km.
Nada que objetar, ya que lo que no se publicita no se vende, y en este caso puede favorecer el intercambio turístico entre ambas ciudades, máxime teniendo en cuenta lo que el turismo representa para la economía española.
El valor del tiempo para ese recorrido, pero no para el resto de las comunicaciones valencianas, ya que aquí necesitamos más que en 1997 para viajar entre Valencia y Barcelona, con un mínimo de 3 horas y 10 minutos para recorrer 350 km., para los 187 km. hasta Alicante hora y media en el tren más rápido, solamente diez minutos menos que ir a Madrid, y más de cinco horas para desplazarnos en los 360 km. hasta Zaragoza. Sin embargo, sólo 3 h. y 23 minutos o cuatro y cuarto hasta la capital aragonesa con transbordos de AVE en Madrid y recorriendo 697 km.
Consecuencias de las modernizaciones en el sistema radial de la red ferroviaria española y falta de inversiones, tanto en alta velocidad como en las líneas convencionales de la Comunidad, que se agudizaron cuando en el 2008 quedaron paralizadas las actuaciones para la estación central y el túnel pasante, y en el 2012 la entonces Ministra de Fomento, Ana Pastor, ordenó la solución del tercer carril entre Valencia y Castellón en contra de lo informado por los técnicos de Adif. Con su vislumbrado fracaso, ya que están demorando su puesta en servicio, han conseguido que los más rápidos Euromed actuales tarden 15 minutos más que los de 1997, sean más lentos los trenes de media distancia, haya menos viajeros de cercanías en esa línea, dificultada la circulación de los pocos trenes de mercancías, y que atendiendo las peticiones empresariales las aerolíneas Air Nostrum y Vueling operen vuelos en la ruta Valencia-Barcelona desde el pasado 26 de marzo.
Publireportajes coincidentes con las manifestaciones del actual Ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, prometiendo que se retomará, hasta donde puedan llegar, lo paralizado en el 2008 en cuanto al túnel pasante y la nueva estación, y construirán el trazado de alta velocidad entre Valencia y Castellón. Reanudaciones que implicarán rehacer la mayoría de los proyectos y las gestiones ejecutadas para expropiaciones.
En cuanto al tercer carril, trata suavemente a la exministra manifestando que es una solución transitoria, cuando en realidad es un constante quebradero de cabeza para Adif y Renfe con las peripecias de los ciento cincuenta trenes los días laborables entre Valencia y Castellón, hasta ahora sólo por ancho ibérico, aunque con limitaciones de velocidad, principalmente en los desvíos.
Cuando pongan en servicio el ancho estándar tendrán que coordinar cambios de vías, señales, tensiones en la catenaria e instalaciones de seguridad para la circulación de diferentes tipos de trenes y que cada ancho se desvíe hacia un lado. Para facilitarlo han tenido que colocar cambiadores de “hilo (raíl) para el lado contrario. Un freno para la circulación de los convoyes y mayor gasto de mantenimiento de las instalaciones.
Sorpresa con el cambio de actitud ministerial que sucede cuando el Gobierno Central tiene que solucionar el espinoso problema de Catalunya, comunidad autónoma que es un importante eslabón del Corredor Mediterráneo entre la Comunidad Valenciana y Francia. Da la sensación de querer evitar protestas de aquí si el Gobierno Central le hace una apetitosa oferta económica a Catalunya.