Miguel Légor.
Algunos problemas vecinales, no sé si con autóctonos o llegados, aunque éstos se deben adaptar a donde viven, y cortapisas municipales de última hora, pueden ocasionar la desaparición en breve plazo del gran atractivo turístico de las calles iluminadas en el barrio de Ruzafa, ya que al no cobrar entrada las comisiones falleras no podrán realizarlas si no tienen patrocinadores, y de éstos la aportación significativa de los mercadillos y las buñolerías. Por ello es importante que para la aplicación de nuevas normativas las autoridades capitalinas tengan en cuenta que los aportes del turismo son cada vez más necesarios para Valencia, una ciudad casi sin industrias en su ámbito municipal y cuyo comercio sufre la competencia de superficies comerciales ubicadas, principalmente, en otras poblaciones de su área metropolitana, y la de un sistema de transportes de superficie que se ciñe a los límites del cap i casal.
Espero que las iluminaciones espectaculares, con los 56 años de antigüedad de la pionera comisión Cuba-Puerto Rico, no tengan que pasar al baúl de los recuerdos como ocurrió con las calles adornadas por las fallas Cuba-Denia en Ruzafa, Nador-Milagrosa en el barrio de Morvedre y Padre Santonja en Mislata, tres pioneras que dejaron de realizar llamativas escenificaciones en 1989, 2003 y 2015, respectivamente. Continúan engalanando calles comisiones de Burjassot, y en Valencia, como destacada la de General Llorens-Doctor Marco Merenciano junto a otras en barrios periféricos. Y todas con una característica común, apartadas del flujo turístico importante.
Tanto el Ayuntamiento como la Junta Central Fallera deben fomentar el aumento de atractivos y evitar que haya lamentables pérdidas de alicientes turísticos en Ruzafa que puedan repercutir negativamente en el conjunto de la Fiesta Fallera. Máxime cuando queremos que la UNESCO declare a Las Fallas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.