A principios del siglo XX existía la clínica del doctor Herrero, en la plaza de Na Rovella 3, dedicada especialmente al tratamiento de las vías urinarias y enfermedades venéreas. Herrero venía avalado por los hospitales de París donde había trabajado años atrás, oficialmente sólo atendía de 7 a 9 de la noche. En 1925 la clínica del doctor Roberto Remartínez, médico naturólogo con consulta en Conde de Salvatierra 19, también contestaba por correspondencia aquellas consultas más reservadas, llegando incluso a tener una sección de consultorio naturista y sexológico en la revista Estudios, de forma que cuando se trataba de una pregunta comprometida, omitía el nombre del solicitante. En 1927 se anunciaba la clínica de Salvador Dubón, especialista en enfermedades de la piel, venéreas y sífilis que ejercía en un primer piso de San Vicente 102. En 1930 la Clínica de Enfermedades Secretas Vila Serra aplicaba el famoso tratamiento 606 y 914.
En los años 30 la sanidad oficial por contagio sexual estaba regulada y atendida por la clínica situada en la Estación Marítima, calle del Muelle de la Aduana 11, con el título de Dispensario Antivenéreo de la Junta Provincial de Sanidad de Valencia, siendo gratuito para los marineros. Para los hombres, la clínica tenía como responsable al doctor Manuel Aubán; para las mujeres, el doctor Mauro Guillén y para la realización de los diferentes análisis bacteriológicos, el doctor Ramón Vila. Después de la guerra civil, el dispensario se trasladó a la calle del Pilar 26. Permanecía ejerciendo el doctor Aubán y la nómina de facultativos había aumentado, incluyendo la presencia de dos practicantes. A últimos de los años 60, todavía existía este centro en el mismo domicilio, como Dispensario Oficial Antivenéreo.
En 1936/37 un Consultorio Médico en la calle de Quevedo 27, se ocupaba de la curación de enfermedades venéreas. En esos años aparecían anuncios del Blenosil, medicamento efectivo contra la blenorragia que se podía adquirir en la farmacia de Aurelio Gamir. Existía la clínica económica del doctor Corella, especializada en las enfermedades sexuales del hombre y la mujer, con su tratamiento 606 y 914. Durante la contienda, sobre el contagio de las enfermedades que se podían transmitir por la práctica del sexo, se editaron proclamas que eran repartidas entre los combatientes con el fin de dar a conocer los peligros de las enfermedades venéreas. Es tu obligación prevenir y evitar las enfermedades venéreas, para no ser considerado un desertor, decían los grandes titulares.