Profesor del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Jaume I de Castelló.
Y ese problema tiene nombre y apellidos: Mariano Rajoy Brey. Sí, sí, ya sé que tiene otros muchos, pero éste señor no es el precisamente el menor de ellos. ¿Creen que voy a decir que es un neoliberal, o un “facha”, o un pútrido protector de corruptos? Pues no. Hoy creo que es más importante hacer hincapié en su virtud más relevante, porque es la que está en el origen de todas las demás: Mariano Rajoy es un vago solemne. Es cobarde, es ruin, de acuerdo. Pero lo es porque el tío es muy muy vago, porque nada le da más miedo que el trabajo serio. Un gran problema de España es que su derecha está liderada desde hace doce años por un perezoso prominente. No hubo más que verlo ayer, con toda su cachaza sarcástica, a esta persona non grata en la ciudad en la que nació, presumiendo de que él no había hecho nada y riéndose de Pedro Sánchez porque “para lo mucho que había trabajado le lucía muy poco”.
Tuvo gracia, la gracia de una mandíbula rota, ver ayer presumiendo de su verbo irónico al alumno de última fila llamado Rajoy Brey, Mariano. Escucharlo citar pactos ilustres de la historia de España y jactándose de que su casta lleva siglos diciendo qué estudiarán los niños españoles en los libros de Historia y qué quedará fuera de ellos, qué importantes son los compromisos de Guisando o de Caspe, y cómo hay que pasar de puntillas por la salvajada que fueron los “Decretos de Nueva Planta” de Felipe V (no vaya a ser que alguien se percate de que la unidad de España no es algo tan “natural”), o considerando cosas de poco momento las dos repúblicas españolas. Orgulloso de aligerar la materia, vamos.
Miren, la inmensa mayoría de los problemas que tiene España los ha creado el ente denotado PP. Y siempre por lo mismo: por vagos. Que había que crecer, por el camino más corto: el pelotazo inmobiliario. Que había que desgastar al Zapatero, por el camino más corto: recurrirlo todo ante el Tribunal Constitucional. Que hay que descalificar a quien sea: es ETA. Les gusta mucho ETA porque es una palabra cortita, no crean.
Si la “unidad de España” está en juego, y eso sí es digno de acabar en los libros de Historia, es porque, negado para cualquier iniciativa política creativa, el PP de Rajoy Brey no tuvo otra idea que ir a recurrir el esforzado Estatut de Catalunya al TC. Era fácil y rapidito. Que eso crea un problema de cuestionamiento de la soberanía española, echémonos la siesta que nos lo volverá a solucionar el “TC”, la abogacía del Estado o en su caso el Ejército Español.
Son corruptos por vagos. Se aburrían tanto en el poder, dado que no tenían nada que hacer o que inventar, que para pensar ya están el FMI o el Banco Central Europeo, que dijeron “vamos a forrarnos” para pasar el rato. Es típico de los líderes neoliberales, por otra parte, ser unos vagos redomados. Al menos de los hombres. Pensemos en Reagan o en los dos Bush, por ejemplo. Vagos y simplones. Simplonamente sanguinarios. La tentación de la pereza para los gobernantes neoliberales, que suelen fundar su legitimidad en la tradición, que ofrecen un semblante de conservadurismo que para nada tiene que ver con la acción neoliberal global, que es esencialmente proactiva y biopolítica, es mundialmente reconocida. Como todos han estudiado en libros de Historia simplificados, pues no tienen que inventar nada que eso ya se lo hacen los organismos económicos internacionales y las agencias de calificación. Ellos, a declarar guerras que eso sí sale en los libros de Historia, como los Toros de Guisando. La corrupción no es más que el índice de la falta de trabajo: no tienen que pensar para gobernar, pues a forrarse con el curro de los otros a base de comisiones. De las constructoras en España, de los lobbies armamentísticos en USA. Bush, Reagan, Rajoy: unos vagos redomados, adictos al simplismo y al bufoneo, martillo de trabajadores –qué gente más agotadora- y de intelectuales. Los herejes y los pueblos dan mucha faena, de siempre.
Con las mujeres suele ser distinto. Thatcher o Merkel se lo tuvieron que currar un poquito más, porque las mujeres, hasta las de extrema derecha neoliberal, siempre lo tienen más difícil en el capitalismo patriarcal. Pero fíjense que las derechistas españolas son tan rajoyanas, que en cuanto llegan a la cumbre ejecutiva, son tan perezosas como su jefe. Piensen en Barberá o Aguirre. O en Barcina. ¿Qué han hecho estas señoras excepto pavonearse ante la prensa y dejar la gestión a sus archiconocidas ranas? Los Bárcenas (Bigotes, Correas, Granados…) florecen con la pereza de sus jefes, son el producto de su dejar hacer para que alguien haga algo. Igual no los (ni las) pillan en nada, porque para forrarse hay que currar, aunque sólo sea un poquito.
Miren, un gran problema de España es que el PP lleva doce años dirigido por un vago de siete suelas y premiando la pereza como el mayor valor político. Ayer, a Rajoy Brey se le ponían los pelos como escarpias al pensar en un gobierno improvisador y aventurero que malograra sus políticas de sofá y mando a distancia. ¡Qué curro, por Dios! Que para meterse en aventuras e improvisaciones hay que pensar, y eso tiene que ser cansadísimo. Mientras podamos tener control sobre los manuales de Historia, para qué sudarse innovaciones y tomar riesgos. El ministerio más importante para el PP es, sin duda, el Ministerio del tiempo, que vigila que nada del pasado de los manuales cambie. Grandiosa metáfora irónica de los hermanos Olivares y su equipo, que merece, por supuesto, una columna aparte.
Miren, si queremos un gran “cambio” (vaya palabra más devaluada) se trata de destruir al PP con todas las armas democráticas a nuestro alcance, no sólo de llevarlo a la oposición, que es un lugar desde el que puede hacer mucho daño. Y volver a ejercer opositor apátrida y desleal, como hicieron en la época de Zapatero. Jugar sucio es simple, facilón, es lo que menos trabajo cuesta. El de pensar, no lo hacen ellos, viene en los manuales de economía y de historia. Todo lo demás son aventuras, improvisaciones, insensateces, ímproba fatiga… La ética es un esfuerzo, un no todo vale, un piensa en el otro como fin de tu acción y no sólo como medio. El PP no está para tales exigencias, sobresaltos, taquicardias. Lo suyo es dejar hacer. Primero a sus ranas. Y luego a los jueces. Éste debería ser el tiempo de que los demócratas cojan el relevo y acabemos de una vez por todas con el franquismo moral, político y sociológico.