Periodista.
Los dos últimos meses del año han sido especialmente activos desde el punto de vista informativo. Los atentados de Paris y las elecciones generales han copado nuestras portadas. Desde el punto de vista humano, la masacre de la capital francesa así como el resto de atentados terrorista que hemos sufrido nos han estremecido y han hecho que nos planteemos cómo hacer frente a la amenaza terrorista. Las secciones de opinión de los diferentes periódicos y las tertulias de radios y televisiones se han llenado de opiniones de unos y de otros. Pacto contra el terrorismo, no dar apoyo a nuestro país vecino, atacar directamente al Estado Islámico…, personalmente no creo que sea un tema del que todo el mundo pueda opinar. Se necesita un conocimiento muy detallado del asunto y una especial sensibilidad. Ante tal avalancha informativa, preferí mantenerme al margen.
Algo parecido me pasó con las elecciones generales. El pasado 20 de diciembre los españoles demostramos que en la variedad está el gusto. No sabemos qué va a pasar o cómo nos va a salir el experimento. Coalición es la palabra clave. La política se ha convertido en matemáticas. “Si sumas este con este otro y tenemos en cuenta que estos se abstienen, ya tenemos gobierno” decían unos. A lo que otros respondían: “si sumamos todos estos ya tenemos gobierno”. Sea cual sea el final, parece que estamos obligados a escucharnos y a ceder, algo a lo que no estamos acostumbrados.
Pero hoy no quería hablar ni de una cosa ni de la otra. Como comentaba al principio, el 2015 ha sido muy movido pero acaba como cualquier otro; con propósitos y deseos. A este carro sí me quiero subir.
Mi propósito para 2016 es simple: consiste en hacer la vida más sencilla. Hacérmela a mí y hacérsela a los demás. Simplicidad. Los humanos nos calentamos la cabeza con cosas que realmente no tienen importancia y sólo cuando nos enfrentamos a un problema especialmente grave nos damos cuenta de la tontería que significaba el problema anterior. En 2016 creo que deberíamos hablar las cosas, dialogar, llegar a soluciones prácticas para todos y ser menos individualistas y egoístas. Dejar de mirar nuestro propio ombligo y empalizar un poco más con el ombligo del que tenemos al lado. Disfrutar de la familia y los amigos pues sólo cuando nos vamos lejos sabemos valorarlo. La importancia de sentirse en casa, la satisfacción de estar con los tuyos, eso no se paga con dinero. Hoy, con la resaca navideña superada, me propongo tenerlo presente este año y añado una cosa más, mi deseo a los Reyes Magos. A sus majestades de Oriente (ya sean reyes o reinas) les pido que me permitan disfrutar de lo de siempre. Disfrutar del cine, de la lectura, de la cerveza con los amigos, del sofá de casa a la hora de la merienda, de los domingos de descanso, de los sábados de comida familiar. Al final la vida son esos ratitos. Feliz día de reyes.