En 1577, el teólogo fray Tomás de Quijada, en un interesante examen de la literatura que se publicaba en sus días, confirmaba la fama de patrañero que ya entonces tenía Torquemada como autor del Jardín de flores curiosas, aunque él parecía defenderlo.
«También de Torquemada hay adversario / que en su Jardín de flores, tan honesto, / dizen tener muy poco miramiento, / pues quebrantó el octavo mandamiento.» «Respuesta hecha por el Ilustre y muy reverendo señor Fray Tomás de Quixada […] a Bartolomé de Villalba y Estaña sobre la consulta que con su paternidad tuvo sobre estos libros […]», Prólogo al libro de Villalba y Estaña: El pelegrino curioso y grandezas de España, vol. I, Madrid, SBE, 1886,1, p. 53
Pero, curiosamente, en esa misma reseña en verso, el teólogo se refería más adelante al Olivante suponiendo que su anonimía se debía a la voluntaria discreción de su desconocido autor: Tanbién tachan el libro de Olivante de Laura, que ha muy poco que han sacado; mas su auctor fue sabio y elegante pues su nombre con maña lo ha callado.
Tanbién tachan el libro de Olivante de Laura, que ha muy poco que han sacado; mas su auctor fue sabio y elegante pues su nombre con maña lo ha callado.
Dos documentos recientemente descubiertos en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid nos revelan, sin embargo, que en 1585 los hijos de Torquemada intentaban conseguir el reconocimiento legal de sus derechos sobre la edición y venta de la novela que había sido robada a su padre, ya muerto.Torquemada debió de morir hacia 1569, según la Aprobación Real del Jardín
Se trata de la Historia del invencible caballero don Olivante de Laura, príncipe de Macedonia, que por sus admirables hazañas vino a ser emperador de Constantinopla (1564), de Antonio de Torquemada