Es de manual. Ahora saldrán en las redes sociales admitiendo su culpa. Tarde y mal. Primero no lo hagas y, si cometes la torpeza, te plantas delante de tus compañeros y les pides perdón. Jason y Guedes vendieron a su gente. Les dejaron tirados en un partido en el que un fallo enviaba al Valencia al precipicio. Gayà fue benévolo con ellos al acabar el encuentro pero su comunicación gestual desvelaba un cabreo monumental. Les reclamó autocrítica y recordó que el equipo se jugaba la vida. Labor de capitán. Luego ves la admirable actitud de un chaval como Manu Vallejo y todavía te enfadas más. Pero estas acciones son reflejo del actual Valencia, del desgobierno en el club. Con un entrenador que se quiso ir, desencantado, que no esconde en cada rueda de prensa su lejanía con la propiedad, y unos dueños a los que les da igual todo, que ni se plantean facilitar la labor del preparador con fichajes necesarios. Y, mientras, el Valencia coqueteando con el descenso a Segunda, al nivel de conjuntos como Valladolid, Osasuna o Huesca. Ha sumado cuatro puntos de los últimos veintiuno en juego. Son ya siete partidos sin lograr la victoria. Un drama.
Fue un partido cruel, la verdad. El Granada empató el choque en la prolongación de la primera mitad en una acción de infortunio y marcó el tanto de la victoria en el minuto 88. Una situación ingrata para los nueve jugadores que quedaban sobre el césped, que al menos merecieron llevarse un punto. No arreglaba mucho la situación en la clasificación, pero al menos premiaba su esfuerzo y su dignidad. Porque el Valencia hizo lo que pudo. Lo que le da de sí para la plantilla que tiene. Por momentos contó con acciones para marcar, incluso llegó a dominar parte del choque, y cuando el Granada apretaba supo defender con equilibrio. Pero si ya te cuesta mantenerte erguido, que alguien te ponga la zancadilla favorece el desastre. Algo así como lo que dijo en su día el ministro Pío Cabanillas: ¡Al suelo, que vienen los nuestros! Fuego amigo. Increíble.
Fue un partido con muchos mini partidos. Empezó el Granada en plan mandón con el eléctrico Luis Suárez creando problemas. El dominio del balón era total. Tanto que pudo marcar en el minuto 14. Realmente marcó con un zurdazo de Kenedy, pero el árbitro, tras visualizar la jugada, anuló el tanto por un manotazo previo de Foulquier a Jason. Hubo que esperar hasta el minuto 17 para contemplar el primer acercamiento del Valencia, para comprobar que el Granada tenía portero. Fue un chut flojito de Gayà.
Pero de repente cambió el aire. El conjunto blanquinegro se asentó y optó por la versión del contragolpe, que por momentos tan bien le fue ante el Sevilla. Gameiro, que volvía a la titularidad por un renqueante Maxi Gómez, explotó su velocidad. En una jugada a toda prisa se plantó ante Rui Silva pero le ocurrió lo de casi siempre, que no supo definir. El rechace le llegó a Guedes, pero fue un remate con la cabeza de plastilina. El Granada se revolvió con acciones de Luis Suárez y Kenedy pero era Gameiro el que quería ser protagonista, el que pretendía ser el héroe. Lo compaginaría con el papel de villano, pero eso lo contamos dentro de unas líneas. En una jugada vertical de Carlos Soler -el canterano crece cada día que pasa y va camino de gigante-, el balón llegó a las botas de Cheryshev, que se marcó un centro perfecto para que el francés remachara. Era casi imposible que pudiera fallarla. El Valencia se adelantaba en el marcador. Ahora había que resguardarse bien atrás y seguir buscando contragolpes mortíferos. Pudo conseguirlo Cheryshev con un chut pero Rui Silva atajó. Eran minutos donde el Granada sólo corría hacia atrás y el Valencia más perpendicular avanzaba con garbo. Y cuando el árbitro estaba ya mirando el reloj para enviar a la gente al vestuario llegó una falta en la frontal del área. Jaume ponía cuatro jugadores en la barrera y Gameiro un metro más allá. Pues el delantero alzaba la pierna en el chut de Kenedy, el balón tocada en su pie y el balón se colaba ante la mirada perpleja del portero valencianista.2Granada
Rui Silva; Foulquier (Quini, m.74), Domingos Duarte, Germán, Carlos Neva; Gonalons, Yangel Herrera, Antonio Puertas (Alberto Soro, m.74), Kenedy; Luis Suárez (Vallejo, m.89), Soldado (Jorge Molina, m.68).1Valencia
Jaume Domenech; Wass, Mangala, Diakhaby, Gayá; Esquerdo (Kova, m.87), Carlos Soler, Jason, Cheryshev (Musha, m.75); Guedes, Gameiro (Manu Vallejo, m.66).Goles:0-1, M.36: Gameiro. 1-1, M.48+: Kenedy. 2-1, M.88: Jorge Molina.Árbitro:Cordero Vega (Comité Cántabro). Expulsó a los visitantes Jason, por doble amarilla (m.9 y m.70), y Guedes, con roja directa por decirle algo al árbitro (m.72), así como al local Domingos Duarte (m.77), por una dura entrada a un contrario. Además, amonestó a Foulquier (m.16), Yangel Herrera (m.40), Antonio Puertas (m.72) y Gonalons (m.95), del Granada; y a Wass (m.33) y Mangala (m.48), del Valencia.Incidencias:Partido correspondiente a la jornada 16 de LaLiga Santander disputado en el Estadio Nuevo Los Cármenes de Granada a puerta cerrada.
Al inicio de la segunda mitad llegó otro mini partido que pasados los minutos se convirtió en una tragedia griega. El Granada se vino arriba y el Valencia se achicó. Luis Suárez se aprovechó de la duda de Diakhaby para plantarse ante Jaume. Fue inverosímil ver cómo el defensa francés tenía la posición y el balón e instantes después el colombiano estaba por delante y con la pelota en sus pies. Cosas de la física. O de la falta de atención. Vaya usted a saber. Javi Gracia movió el banquillo para dar paso al eléctrico Manu Vallejo. Con él siempre pasa algo. Exprime cada minuto. Pero el Granada iba lanzado. Foulquier lanzaba un balón al palo y Luis Suárez, siempre Luis Suárez, el insistente Luis Suárez, chutaba pero sin excesiva fuerza. Y entonces llegó el esperpento. Jason, que ya tenía una amarilla, que sólo había hecho que perder balones y correr sin ton ni son, no tenía otra que pegar una patada a un defensa nazarí cuando el balón ya estaba en otra jugada. Tarjeta y a la calle. Dos minutos después era Guedes el que cometía la tontería del día. Reclamaba una falta y su protesta acabó con una tarjeta roja. El Valencia se quedaba con nueve hombres. Faltaban algo menos de veinte minutos para el final y los dos jugadores -el portugués, recuerden, es el fichaje más caro de la historia del Valencia- se escondían para dejar a su suerte a sus amigos. Menos mal que Domingos Duarte, otro portugués, quiso estar al lado de su compatriota y se iba a la calle por una patada grosera a Manu Vallejo. El choque se equilibraba. Tanto que el gaditano la tuvo en un disparo que se marchó alto.
Pero mientras el valencianista no acertaba, el alcoyano Jorge Molina cabeceaba un centro para consumar la fatalidad. Quedaba la prolongación y el Valencia tuvo la opción de igualar en una falta lanzada por Wass. Al final, derrota, sensación de que poco más se puede hacer, cabreo porque dos jugadores de la plantilla se marcharon del partido por su cara bonita, confirmar que la campaña empieza a tener tintes dramáticos y que sólo con algún fichaje que cambie la tendencia puede haber futuro. Lim proveerá.