Por si la vida de Luis Rubiales no fuese ya una tragicomedia nacional, ahora también incluye una sección de cocina en directo. Presentaba su libro, “Matar a Rubiales”, y alguien decidió tomarse el título literalmente. Spoiler: era su tío.
Madrid. Jueves. Ambiente literario. Público expectante. Luces. Cámara. Y de pronto: ¡acción en 3 huevos!
Luis Rubén Rubiales, tío carnal y espontáneo de manual, se cuela en la sala como quien va a leer poesía, pero en lugar de versos sacó munición de granja. Con un gorro de espía barato y aire de thriller cutre, irrumpió gritando que no pasaba nada justo antes de lanzarle tres proyectiles con denominación de origen al expresidente de la RFEF. Un acto de amor familiar digno de una cena de Navidad… en prisión.
Rubiales, el sobrino, mostró reflejos que no se le conocían ni en el VAR: esquivó uno, se comió otro y paró el último como si fuera Casillas en sus buenos tiempos. Pero la mejor jugada vino después, cuando intentó lanzarse contra su agresor, deteniéndose a medio camino, probablemente al recordar que un combate familiar en directo no queda bien en la gira de promoción editorial.
El título del libro, “Matar a Rubiales”, ahora parece más autobiográfico que literario. Y no faltaron momentos de emoción: Rubiales afirmó estar más preocupado por una embarazada en la sala que por los huevos voladores. Lástima que no mencionó si la señora había ido a por cultura o a por proteína gratis.
Una vez identificado el agresor, Rubiales declaró con ese tono tranquilo de quien ya ha vivido todo:
“Es mi tío. Una persona desequilibrada. Qué se le va a hacer.”
Eso sí, acto seguido anunció que lo denunciará. Porque no hay nada que una buena demanda no pueda arreglar en una familia española con tradición, huevos y traumas no resueltos.
El evento terminó sin más incidentes, aunque con una duda flotando en el aire:
¿Habrá segunda parte del libro? ¿Quizá “Freír a Rubiales”?
