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El hombre que convirtió los Madelman en una pasión para toda la vida




José Martínez, vecino de València y coleccionista incansable, ha dedicado buena parte de su vida adulta a rastrear, documentar y rescatar la historia del Madelman, uno de los juguetes españoles más influyentes del siglo XX. Lo que empezó como una fascinación infantil terminó convirtiéndose en una labor casi arqueológica que hoy forma parte del museo del juguete de la Universitat Politècnica de València.
Un coleccionista con alma de niño
José aparece en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería del Diseño de la UPV empujando un patinete eléctrico y sonriendo como quien vuelve al lugar donde empezó todo. En las vitrinas del edificio se expone, gracias a su cesión, una colección completa de Madelman de la primera etapa, cuidadosamente catalogada y presentada como si fuera una joya industrial de otra época.
Para él, la historia del Madelman es también la suya. Confiesa que nunca ha dejado de sentirse un niño encerrado en el cuerpo de un adulto. «Cuando crecí y volví a encontrar uno en un mercadillo, entendí que necesitaba saberlo todo sobre estas figuras», explica. Ese impulso inicial fue el origen de una colección que ha tardado años en reunir y estudiar.
Una figura icónica que marcó a una generación
El Madelman nació en 1968 de la mano de la empresa Madel (Manufacturas Delgado). Una figura articulada, vestida con ropa realista y acompañada de accesorios que permitían recrear prácticamente cualquier profesión o aventura. Su escala reducida lo hacía cómodo, transportable y visualmente muy atractivo para los niños de la época.
Durante su primera etapa, entre 1968 y 1975, se lanzaron más de sesenta referencias distintas entre figuras individuales, equipos completos, accesorios y «superequipos» que permitían simular expediciones polares, rescates, buceo profundo o misiones espaciales. José conoce cada variante, cada molde y cada error de impresión mejor que muchos de los antiguos trabajadores de la empresa.
La fiebre del coleccionismo y el fenómeno del Madelman 2001
El mercado digital transformó por completo el valor de estos juguetes. Para algunos modelos, como el legendario Madelman 2001, inspirado en la película «2001: Odisea en el Espacio», los precios llegaron a dispararse por encima de los 3.000 euros debido a su rareza y al interés internacional. Este fenómeno supuso un antes y un después en la comunidad de coleccionistas.
Gracias a la ayuda de expertos como Jon Díez de Ulzurrun —autor de la obra de referencia más completa sobre el Madelman— José logró acceder a documentación original, fotografías de archivo y diseños de cajas con los que pudo reconstruir presentaciones idénticas a las de finales de los sesenta.
Memorias de infancia y el regreso de una colección perdida
A pesar de que en su infancia disfrutó del juguete, José pasó años sin pensar en él hasta que un día abrió una vieja caja de galletas en su casa de Torás. Dentro encontró cinco Madelman intactos. Ese hallazgo despertó un torrente de recuerdos y el deseo de reconstruir la colección completa.
Sin embargo, su colección sufrió un inesperado revés cuando, tras una ruptura personal, perdió todas sus piezas. «Tuve que empezar de cero. Y lo hice apoyándome en el lema de mis propios muñecos: “Lo pueden todo”». Con paciencia, volvió a recuperarlo todo y amplió su conocimiento hasta publicar dos libros sobre la figura.
Un juguete marcado por la historia de España
Lejos de ser solo un objeto de ocio, el Madelman está profundamente ligado al contexto social de su época. Surgió en pleno desarrollo económico, cuando las familias empezaban a disfrutar de un mayor poder adquisitivo. Con la llegada de la democracia, aparecieron también las primeras figuras femeninas, que sin embargo no lograron gran éxito comercial.
La crisis económica de finales de los setenta, sumada al encarecimiento de la fabricación artesanal y a la competencia internacional, provocó la caída de ventas. En 1983, Madel entró en suspensión de pagos y el Madelman desapareció del mercado.
De los mercadillos al museo
Hoy, la colección de José Martínez vive una nueva etapa. La ha cedido a la Universitat Politècnica de València para que forme parte del futuro museo del juguete de la institución. Su objetivo es que las nuevas generaciones conozcan cómo eran los juguetes que marcaron a sus padres y abuelos.
Un coleccionista que nunca dejó de soñar
Además de su pasión por el Madelman, José ha tenido muchas otras aficiones: maquetas, Vespas, atletismo popular y un pasado como maratoniano. Pero hay algo que resume mejor que nada su manera de mirar la vida. «Siempre intento ser feliz», afirma. Probablemente sea esa actitud —tan simple en apariencia— la que explica cómo un juguete de 17 centímetros ha acompañado a un hombre durante décadas.
Etiquetas: Madelman, coleccionismo, juguetes históricos, cultura popular, Valencia, museo del juguete.